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que una cosa sea lo que es, esa cosa y no otra (en el mismo caso de la estatua, es aquello que hace que la estatua<br />
sea de Zeus y no de Apolo, por ejemplo). La llamamos intrínseca porque el requerimiento, la responsabilidad de<br />
la forma como causa corresponde a la cosa misma y no a algo exterior a la cosa (en el ejemplo, la causa formal<br />
no es Zeus mismo, sino aquello que hace que la estatua sea de Zeus y no de otro).<br />
Para santo Tomás, Dios no es causa formal de lo creado. Si afirmáramos lo contrario estaríamos<br />
diciendo que la esencia de las cosas es Dios, o sea, que la esencia del hombre o de la planta es Dios. En este<br />
caso, del mismo modo que en el anterior donde Dios era creador de la materia pero no causa material, Dios es<br />
creador de la esencia pero no causa formal. Cada ser creado tiene su propia esencia creada por Dios, pero Dios<br />
no es la esencia de los seres creados.<br />
d) Causa formal extrínseca o causa ejemplar: es aquello a cuya imitación obra la causa eficiente.<br />
Esto significa que se requiere de un modelo a seguir para que algo sea (continuando con el mismo ejemplo, Zeus<br />
o la idea de Zeus es lo que posibilita la existencia de una estatua de Zeus).<br />
Santo Tomás sostiene que Dios es causa ejemplar de lo creado. Esta afirmación, que toma de san<br />
Agustín, quiere decir que en Dios mismo están las formas o ideas ejemplares de todas las cosas; o sea, las ideas<br />
de las que habla Platón, existen en la mente de Dios. En ese sentido es que Dios es la causa formal extrínseca de<br />
las cosas, pero no su causa formal intrínseca. Cada cosa tiene su propia causa formal intrínseca, que es su<br />
esencia, y esa esencia tiene su modelo, su ejemplar en Dios.<br />
e) Causa final: es aquello hacia lo cual está ordenado algo, el fin hacia el cual tiende (en la estatua,<br />
aquello para lo cual fue hecha). Es causa porque al negarse el azar, se requerirá de un fin para que algo tenga<br />
existencia.<br />
Dios es la causa final de lo creado según santo Tomás. La causa final del universo,aquello hacia lo cual<br />
el universo está ordenado y hacia lo cual tiende, es Dios; por ello es que Dios es la causa final del mundo. En la<br />
realización de lo que es su propia naturaleza, en la búsqueda de lo que es su propia perfección, todo lo que existe<br />
tiende hacia Dios, porque El es la perfección total, la plenitud del ser. De modo que todas las cosas, en la<br />
medida en que realizan el fin para el cual fueron creadas tienden hacia Dios como hacia su fin último.<br />
Otra cuestión de importancia respecto del tema de la creación es el motivo por el cual Dios creó el<br />
mundo. Es preciso que aclaremos <strong>previa</strong>mente que dentro de esta visión el término creación sólo puede ser<br />
usado correctamente si se lo aplica a la acción divina, así resulta que Dios es el único Creador. Cuando<br />
hablamos de creación por parte de alguna de las creaturas (utilización frecuente a partir del Renacimiento),<br />
estamos extendiendo el significado del término de su sentido original.<br />
El problema del motivo de la creación podría ser resumido de la siguiente manera: el mundo no existía<br />
y Dios lo creó, ¿a qué responde tal acción? Dios es un ser perfecto, es decir, completo, al que no le falta nada;<br />
por lo tanto, nos dirá santo Tomás, no puede haber necesidad en el acto creador, Dios no puede crear el mundo<br />
para suplir alguna carencia, o para corregir alguna imperfección de su propio ser (si el acto creador fuese<br />
necesario, esto implicaría una imperfección de Dios).<br />
Tampoco es un acto necesario en el sentido de anular la libertad divina. Porque además, Dios es<br />
inteligencia y voluntad infinitas, absoluta libertad y suma bondad. Por lo que el acto creador resulta una decisión<br />
inteligente y libre de la voluntad de Dios, que tiene como fin el otorgarle algún bien a lo creado. En síntesis, la<br />
creación es un acto de bondad. La voluntad de Dios ha sido hacer participar libremente de algún bien a las<br />
creaturas (no sólo al hombre, sin a toda la creación); el acto de ser es un bien, y por ello es que cada creatura,<br />
dentro de sus posibilidades ontológicas, habrá de participar de ese bien.<br />
6. El mal<br />
Pero si Dios ha creado al mundo desde la nada, es decir, sin ningún tipo de limitación material o formal,<br />
y además su voluntad eligió libremente crearlo con el fin de que participe de algún bien, la pregunta que se<br />
presenta inmediatamente es cómo es posible que exista el mal y qué responsabilidad tiene Dios en ello.<br />
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