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catorce o dieciséis horas de su vida diaria, vivían y morían sin memoria y sin esperanza, felices por las migas<br />

que les mantenían vivos o por el dormir que les aportaba el breve e inquieto alivio de los sueños.”<br />

“Los jornales, nunca muy por encima del nivel de subsistencia, se rebajaban en las nuevas industrias<br />

gracias a la competencia de la máquina. Eran tan bajos en los inicios del siglo XIX que en el sector de los<br />

textiles llegaron durante un tiempo hasta a retrasar la introducción del telar mecánico. Como si el excedente de<br />

trabajadores, garantizados por la privación de derechos de ciudadanía y el empobrecimiento de los obreros<br />

agrícolas no fuera suficiente para reforzar la Ley de Hierro de los Salarios, hubo un extraordinario incremento<br />

de la natalidad. [...] Había aquí algo sin paralelo en las historias de la civilización: no una caída en la barbarie<br />

debida al debilitamiento de una más alta civilización, sino un salto a la barbarie, ayudado por las mismas fuerzas<br />

e intereses que originalmente se habían dirigido hacia la conquista del medio y la perfección de la cultura<br />

humana.”<br />

“[...] La fase que se define aquí como paleotécnica alcanzó su punto culminante, en los términos de sus<br />

propios conceptos y fines, en Inglaterra, a mitad del siglo XIX, su canto de triunfo fue la gran exposición<br />

industrial en el nuevo Palacio de Cristal de Hyde Park en 1851, la primera Exposición Mundial, una victoria<br />

aparente para el libre comercio, la libre empresa, el invento libre, y el libre acceso a todos los mercados<br />

mundiales por parte del país que se jactaba de ser el taller del mundo” 494 .<br />

La fase anterior del desarrollo técnico fue un complejo de agua y madera, cuyas fuentes energéticas<br />

principales eran el caballo, las ruedas hidráulicas de los molinos de agua y el molino de viento y cuyas<br />

invenciones más importantes fueron el reloj, la imprenta y el alto horno. La fase paleotécnica era un complejo<br />

de carbón y hierro, cuyas fuentes principales de energía fueron el vapor y la fuerza humana de trabajo, explotada<br />

hasta el máximo disminuyendo el tiempo de trabajo necesario. Los inventos más importantes de este período<br />

fueron la máquina de vapor y el ferrocarril y su color característico es la gama de grises hasta el negro. El negro<br />

es el color del carbón y del hierro, del humo y del hollín de las chimeneas, que se extendió rápidamente desde<br />

las fábricas a la ciudad cubriéndolo todo.<br />

La introducción del carbón como combustible y fuente de energía a gran escala significó una<br />

acumulación de energía potencial para la industria, que durante el siglo XIX dependió de la minería. También la<br />

máquina de vapor generó tendencias hacia el monopolio y la concentración. Tanto el carbón como la máquina<br />

de vapor eran inversiones costosas, lo que llevó a la extensión del tiempo de trabajo a las 24 horas, para poder<br />

así aprovechar todo el día y optimizar la ganancia. El ferrocarril, que aparentemente contradice esta tendencia a<br />

la concentración y a la acumulación, en realidad la favoreció: con el incremento de los mercados internacionales<br />

y la centralización de los intercambios nacionales, la población emigró desde el interior del país para<br />

amontonarse en las grandes ciudades terminales y portuarias. Es sumamente instructivo, desde este punto de<br />

vista, observar el mapa ferroviario de la Argentina, cuya programación y construcción se realizó por completo<br />

desde esta perspectiva 495 .<br />

Junto con la industrialización surgió un nuevo actor social: el movimiento obrero, paralelamente al<br />

desarrollo de las organizaciones sindicales. Con sus diversas orientaciones (anarquistas, socialistas, comunistas)<br />

los trabajadores disputaron a la burguesía victoriosa y consolidada el protagonismo de la historia, al<br />

transformarse en movimiento social. La aparición de este nuevo actor social en la escena histórica llevó a los<br />

observadores más lúcidos del siglo XIX, como Tocqueville, Marx o Nietzsche, a ver la historia como un<br />

inevitable progreso hacia la igualdad y la democracia, junto con tenebrosos anuncios de nuevos despotismos.<br />

Hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX las condiciones sociales habían llegado a un punto<br />

crítico, dando lugar a nuevos movimientos históricos de transformación política y social: la revolución<br />

bolchevique en Rusia, el advenimiento del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania y la revolución en la<br />

productividad iniciada en Estados Unidos 496 .<br />

494<br />

Mumford, L.: 1979, pp. 173-5.<br />

495<br />

Cf. Scalabrini Ortiz, R.: Historia de los ferrocarriles argentinos, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra.<br />

496<br />

Peter Drucker sostiene que la aplicación del saber al trabajo (taylorismo) dio lugar a una revolución en la productividad ,<br />

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