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inicia el movimiento del nihilismo en Grecia, en tanto en él se manifiesta “el instinto incoercible de<br />

transformar todo [lo real] en algo pensable, lógico, racional” 686 .<br />

En esta etapa del pensamiento de Nietzsche, “lo trágico es concebido como principio cósmico” 687 ,<br />

como el principio mismo del ser y la filosofía se identifica con la sabiduría trágica, es decir, con la visión del<br />

antagonismo originario del fondo infinito del que todo nace y que destruye todo y del reino luminoso de las<br />

figuras individualizadas y separadas, armoniosas y bellas. La esencia trágica de la vida es pensada a partir del<br />

concepto de juego: «Un devenir y un perecer, un construir y un destruir sin ninguna responsabilidad moral, con<br />

una inocencia eternamente igual, lo tiene en este mundo sólo el juego del artista y el juego del niño. Así como<br />

juegan el niño y el artista, así juega también el fuego eternamente vivo, así destruye y construye,<br />

inocentemente» 688 . En el Ensayo de autocrítica, añadido a la tercera edición de la obra (1886) destaca: “De<br />

hecho el libro entero no conoce, detrás de todo acontecer, más que un sentido y un ultra-sentido de artista, [...]<br />

un dios-artista que creando mundos, se desembaraza de la necesidad implicada en la plenitud y la<br />

sobreplenitud, del sufrimiento de las antítesis en él acumuladas...” 689 .<br />

En este momento de su pensamiento, Nietzsche concibe al hombre desde la perspectiva del artista,<br />

cuyo arquetipo es el «genio». El genio es el lugar donde la vida se hace creativa. El genio es un destino, es una<br />

necesidad de la vida sobreabundante, desbordante. La naturaleza tiene necesidad del genio (en la triple figura<br />

del filósofo, del artista y del santo 690 ), y para alcanzarlo se vale de la cultura. La naturaleza se realiza en la<br />

cultura, y la cultura se realiza en el genio. La naturaleza tiene necesidad del filósofo para comprender el sentido<br />

de la vida, del artista para adquirir conciencia de sí misma, y del santo para confundirse en un mismo<br />

sentimiento con todo lo que es vivo. El genio es una prefiguración del «superhombre» 691 .<br />

7. Así habló Zaratustra<br />

Después de un período de transición o etapa de la «ilustración» en la que escribe Aurora, Humano,<br />

demasiado humano y La gaya ciencia, Nietzsche comienza la redacción de la obra en la que llegan a su<br />

madurez las ideas bosquejadas en sus escritos anteriores: Así habló Zaratustra. Nietzsche dice de ella: “Mi<br />

concepto de lo «dionisíaco» se volvió aquí acción suprema” 692 . Es la culminación de la parte afirmativa de su<br />

pensamiento, tras la cual se desatará la furia de la destrucción, el filosofar «a martillazos», creando (como el<br />

escultor sobre la piedra) un nuevo tipo de vida, aunque ello implique la destrucción de las formas decadentes y<br />

degradadas 693 . Nietzsche se llama a sí mismo “el poeta creador del Zaratustra” 694 , porque el poeta es el que<br />

crea la verdad y su pensamiento se construye a la manera del arte, mediante símbolos y metáforas: piensa<br />

poéticamente. Sin embargo, el Zaratustra dista mucho de ser una autobiografía novelada. “Nietzsche<br />

caracteriza aquí con una lucidez impar el nacimiento de una nueva comprensión del universo, la aparición<br />

diferencia de Marx, quien concibe la realidad como praxis, Nietzsche concibe la realidad como «voluntad de poder».<br />

686 Cf. Nietzsche, F.: 1979, pp. 117 ss.<br />

687 Fink, E.: 1976, p. 25.<br />

688 Nietzsche, F.: Obras, Grossoktauvasgabe, Editorial Kröner, X, 41, citado por Fink, E.: 1976, p. 48.<br />

689 Nietzsche, F.: 1979, p. 31.<br />

690 Nietzsche, F.: Schopenhauer como educador, en Obras completas de Federico Nietzsche, tomo II, Consideraciones<br />

intempestivas, 1873-1875, M. Aguilar Editor, Madrid, 1932, pp. 197-8.<br />

691 Cf. infra 9. El superhombre.<br />

692 Nietzsche, F.: 1980a, p. 101.<br />

693 En su autobiografía, Nietzsche escribe: “La tarea de los años siguientes [a la redacción del Zaratustra] estaba ya<br />

trazada de la manera más rigurosa posible. Después de haber quedado resuelta la parte de mi tarea que dice sí, le<br />

llegaba el turno a la mitad de la misma que dice no, que lleva ese no a la práctica: la transvaloración misma de los<br />

valores anteriores, la gran guerra...” (Nietzsche, F.: 1980a, p. 107).<br />

694 Nietzsche, F.: 1980b, p. 98.<br />

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