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percepción y de relación con la realidad. Ya no podía sino separarse, marginarse, excluirse de la sociedad, cuya<br />

vida pautada por criterios racionalizados y moralizantes, impedía percibir la profundidad de lo real 536 .<br />

Esto hacía que el artista modernista estuviera desgarrado. Había en él una separación, un conflicto, un<br />

dolor permanente, una tensión irreductible que lo llevaba a buscar alivio en el alcohol, la droga, la locura o el<br />

suicidio 537 . Los hombres comunes, «el rebaño» (como los llamaba Nietzsche, con desprecio) corrían tras una<br />

felicidad pequeña y egoísta, fácil y despreciable, desde la lucidez absoluta y despiadada a la que llegaba el<br />

artista. Para éste, vivir como los demás se tornaba imposible 538 . Desde las alturas de la perfección, todo<br />

terminaba por ser inútil, salvo el arte puro. Y al final, también éste, ... pues permanecía inalcanzable. Esta<br />

conciencia era, en consecuencia, totalmente singular, pues el camino hacia la verdad estética era absolutamente<br />

individual 539 . El modernismo resultó una conciencia trágica que finalmente no encontró ninguna salida.<br />

Para los modernistas, el arte está en la expresión, en la palabra, en el lenguaje. El arte era concebido<br />

como un mundo en sí mismo, que ya no tenía ninguna relación con lo que era la «realidad» para los otros. La<br />

realidad en su pureza era la creación del artista, la creación de una singularidad que se expresaba dolorosamente;<br />

pues nunca alcanzaba a expresarse como quería: terminaba estallando en la obra 540 .<br />

A principios del siglo XX, todas estas expresiones múltiples lograron sistematizarse en las llamadas<br />

«vanguardias artísticas» y en la «alta cultura». De manera semejante a lo que ocurría en la ciencia, los artistas se<br />

agruparon en comunidades que realizaban una práctica pretendidamente superior (estética), ya que percibían la<br />

realidad más profundamente que los demás. Propusieron programas y manifiestos, donde se criticaba al<br />

conjunto social desde su perspectiva (que se postulaba como adelantada respecto del conjunto y por eso se<br />

consideran «vanguardias»).<br />

En síntesis: se desarrollaron algunos estratos de la sociedad, algunos ámbitos, que se percibieron a sí<br />

mismos como portadores de la verdad, como vanguardias del conjunto de la sociedad. La verdad radicaba en<br />

una práctica: el control de los medios de producción, la teoría científica, la expresión artística, y desde allí se<br />

ilumina a los demás. Esta característica es propia de la conciencia de la segunda mitad del siglo XIX y se<br />

desarrolló con mucha fuerza a principios del siglo XX.<br />

536<br />

Dice uno de los personajes de El pato salvaje de Ibsen: «Quitad al hombre medio su mentira vital y le quitaréis al mismo<br />

tiempo la felicidad». Y precisamente esto es lo que hizo Ibsen: sus personajes burgueses, arrojados del decoro de sus<br />

hipocresías, son mezquinos y repugnantes. De este modo Ibsen se oponía a la clase de la que había salido, la rechazaba, la<br />

condenaba y, con ella, a la misma sociedad salida de aquella. [...] En Gauguin hay una acritud hacia la «sociedad criminal y<br />

mal organizada» y «gobernada por el oro», hay un desprecio auténtico hacia la «lucha europea por el dinero». Él, como<br />

Rimbaud, también piensa que el cristianismo cometió el error de «abolir la confianza del hombre en sí mismo y en la<br />

belleza de los instintos primitivos». Por ello, en la sociedad uno se siente desplazado y también él, antes de su fuga final,<br />

intenta la solución del suicidio tomando arsénico. Estas razones hacen que el exotismo de Gauguin no tenga el tono de una<br />

simple divagación, sino que adquiere un claro significado de denuncia. [...] Lo que es claro e indiscutible es su obstinado<br />

intento por superar, en la vida y en el arte, la alienación del hombre tal como se estaba verificando en la involución de la<br />

sociedad, que había abandonado sus premisas revolucionarias. [...] En estos artistas el mito del salvaje y de lo primitivo son<br />

parte de una afanosa búsqueda ara reencontrarse a sí mismos, su propia felicidad y su propia naturaleza de hombres fuera de<br />

las hipocresías, de los convencionalismos y de la corrupción”. (De Micheli, M.: 1985, pp. 44, 53 y 55).<br />

537<br />

Basta con leer las biografías de Gauguin, van Gogh, Modigliani, Rimbaud, Baudelaire, Oscar Wilde, etc..<br />

538<br />

Strindberg dijo: “Si se nace sin piel en los ojos, se ven la vida y los hombres tal cuales son ... Y hay que ser una bestia<br />

inmunda para prosperar aquí, en la inmundicia...” (Citado por De Micheli, M.: 1985, p. 46).<br />

539<br />

Cuando hablamos de «movimiento» lo hacemos sólo desde una generalización de individualidades. “El arte es<br />

individualista” dice Stirner.<br />

540<br />

Dice van Gogh: “Mi gran deseo es aprender a hacer deformaciones o inexactitudes o mutaciones de lo verdadero; mi<br />

deseo es que salgan, si es necesario, hasta las mentiras, pero mentiras que sean más verdaderas que la verdad literal”.<br />

(Citado por De Micheli, M.: 1985, p. 34.)<br />

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