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Con las sucesivas campañas de «las Cruzadas» se produjo un incentivo para el comercio, que<br />

requirió a su vez de un patrón de cambio más universal. Durante la edad media, la economía europea se<br />

había apoyado fundamentalmente en la agricultura, era una economía de subsistencia, una economía feudal,<br />

de trueque, es decir, que intercambiaba bienes con bienes. El incremento del intercambio que siguió a las<br />

Cruzadas requirió de la moneda como medio y también requirió de su acumulación para poder saldar las<br />

deudas de financiamiento de los ejércitos y el flujo comercial creciente.<br />

La acumulación de capital requirió, por su parte, mayor seguridad, lo cual incentivó el crecimiento<br />

de las ciudades y sus mercados 260 . Por eso las ciudades que crecieron más rápidamente fueron las ligadas al<br />

medio de transporte más barato y rápido: la navegación fluvial y marítima. Son ciudades erigidas en las<br />

márgenes de los ríos, a través de los cuales accedieron tanto al interior del continente como al mar. En un<br />

primer momento, se desarrollaron las ciudades del norte de la península itálica (como Venecia, Florencia,<br />

etc.) y luego las de los «países bajos» (como Rotterdam y La Haya). Las ciudades fueron los centros de<br />

intercambio, enclaves seguros en los que se formó una nueva clase social: la burguesía.<br />

¿Cómo se formó la burguesía? ¿Quiénes son los burgueses? Son preguntas complejas porque este<br />

nuevo actor social responde a múltiples causas. Hay que destacar que en el origen la burguesía resultó de la<br />

iniciativa individual y no de un proceso colectivo. Estos individuos (capitanes y financieros de las empresas<br />

de intercambio comercial con medio oriente, y rudimentarios industriales, que comenzaron a especializar la<br />

producción -minería, textil y metalúrgica, principalmente- a partir del incremento comercial) provinieron,<br />

por un lado, de las corporaciones gremiales y artesanales de los feudos (que comenzaron a abrirse con las<br />

campañas de los cruzados). Las mismas Cruzadas, por otro lado, dejaron a muchos siervos sin señor y sin<br />

ocupación fija al regreso de las expediciones, pero con un conocimiento de los caminos y relaciones con los<br />

asentamientos orientales.<br />

4. Los elementos subjetivos de la ruptura moderna: la transformación de la conciencia en las nuevas<br />

concepciones del espacio, del tiempo y de la ciencia<br />

4.1. La transformación de la concepción del tiempo<br />

El tiempo en el mundo cristiano medieval era concebido de modo fundamentalmente cualitativo; no<br />

era algo uniforme; sus características cambiaban. Así, había días sagrados (santos) y días profanos (no<br />

santos), había días en los que se rememoraba a los muertos, días en que se festejaba a los santos, etc.. Cada<br />

día tenía características propias y distintas: era fasto o nefasto; el tiempo traía consigo buena o mala suerte.<br />

No sólo los días, sino también las horas tenían características especiales: había horas determinadas<br />

dedicadas a las oraciones, a las celebraciones, al trabajo y al descanso. El tiempo era cualitativo. No era una<br />

unidad de medida abstracta y uniforme sino variable, de acuerdo con las posibilidades que brindaba al<br />

hombre. Había un tiempo para cada cosa y cada momento tenía sus características propias, singulares.<br />

Con la modernidad se inventaron nuevas «máquinas» y la primera máquina que se desarrolló fue el<br />

reloj. “El reloj -dice Lewis Mumford-, no la máquina de vapor, fue la máquina-clave de la moderna edad<br />

industrial. En cada fase de su desarrollo el reloj fue a la vez el hecho sobresaliente y el símbolo típico de la<br />

máquina: incluso hoy ninguna máquina es tan omnipresente” 261 . El reloj fue la condición de una<br />

260<br />

a) La ciudad es un ámbito de seguridad, porque son fortificadas y están mejor vigiladas. A la inversa los caminos y el<br />

tránsito terrestre o marítimo es muy peligroso. b) Las ciudades son un ámbito de libertad, ya que los siervos que logran<br />

permanecer en ellas por un año y un día son liberados de su servidumbre. c) La ciudad comienza a centrarse en el mercado,<br />

donde los mercaderes se reúnen para intercambiar sus mercancías. Es este modelo simple y cerrado del intercambio, el que<br />

la economía política tomará, siglos después, como modelo o paradigma de la sociedad entera (Cf. Silberstein, E.: Los<br />

asaltantes de caminos, Buenos Aires, Carlos Pérez Editor, 1969).<br />

261<br />

Mumford, L.: Técnica y civilización, Madrid, Editorial Alianza, tercera edición, 1979, p. 31.<br />

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