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Podemos dividir la exposición platónica en cuatro tramos: (a) descripción de la caverna; (b)<br />
liberación del prisionero; (c) regreso del prisionero; y (d) interpretación de la alegoría.<br />
(a) Descripción de la caverna: La caverna es una morada subterránea que tiene la entrada abierta a<br />
la luz exterior, cercanos al fondo de ella se encuentran algunos hombres que permanecen allí desde su niñez,<br />
encadenados de modo tal que no pueden moverse y sólo pueden mirar hacia el fondo de la caverna. Más<br />
arriba hay un fuego que brilla a espaldas de los prisioneros. Entre ellos y el fuego se levanta un muro y un<br />
camino que atraviesa a lo ancho la caverna. Por ese camino pasean ciertos personajes que portan toda clase<br />
de objetos que copian a los objetos propiamente dichos, por ejemplo: estatuillas de animales, por sobre el<br />
nivel del muro; de modo tal que la luz del fuego hace que sobre la pared del fondo se proyecten las sombras<br />
de estos objetos. Esos personajes, en ocasiones, hablan entre sí, de modo que sus palabras rebotan sobre el<br />
fondo de la caverna por un fenómeno de eco.<br />
Los prisioneros forzosamente habrán de considerar objetos reales a las sombras que se proyectan<br />
sobre el fondo, y le atribuirán a ellas los sonidos que escuchan mediante el eco. Y en ese lugar de la caverna,<br />
los prisioneros serán honrados y alabados por su capacidad para identificar las sombras errantes. Esta sería<br />
la condición natural del hombre, cuando no ha cultivado el conocimiento. Sócrates dice que este extraño<br />
cuadro y estos extraños personajes son similares a nuestra condición y a nosotros mismos.<br />
(b) Liberación del prisionero: Supongamos que un prisionero logra liberarse, tanto de sus cadenas<br />
como de su ignorancia. Si esto ocurriese, deslumbrado por la visión directa de la luz del fuego, quedaría<br />
momentáneamente cegado y sería incapaz de ver los objetos que proyectan sus sombras. Y si se le<br />
preguntase por aquello que sucede detrás del muro, se encontraría en dificultades para responder y<br />
consideraría como más verdaderas las sombras que antes veía y no lo que ahora se le muestra. Por último, si<br />
se le forzara a mirar hacia la luz, le dolerían los ojos e intentaría volver a su anterior condición.<br />
Supongamos ahora que lo obligamos a arrastrarse por el empinado y escarpado camino que conduce<br />
al exterior, donde habita la luz del sol. Nuevamente quedaría cegado y tendría que ambientarse<br />
gradualmente, contemplando en una primera etapa las cosas a través de los reflejos en las aguas, luego el<br />
cielo y los astros durante la noche, para por fin, poder mirar directamente al sol, tal como él es. A partir de<br />
esto comprendería que el sol lo gobierna todo, es el que produce las estaciones y los años, es, en última<br />
instancia, la causa de todas las cosas que había visto. Y si recordase su antigua morada y el saber que había<br />
allí, se sentiría feliz del cambio y despreciaría los honores que en ella se prodigan.<br />
(c) Regreso del prisionero: Si ahora lo hacemos retornar a su antiguo lugar de la caverna, en un<br />
primer momento nuevamente se encontraría cegado (ahora por falta de luz) y se comportaría torpemente<br />
frente a sus anteriores compañeros que lo harían objeto de burlas sosteniendo que el ascenso es perjudicial y<br />
no vale la pena intentarlo.<br />
(d) Interpretación: La vida en la caverna y la luz del fuego corresponden respectivamente al<br />
mundo sensible y al sol que en él reina; el ascenso y la contemplación de los objetos exteriores a la caverna<br />
es el cambio del alma hacia el mundo inteligible. El sol es en este sentido una representación de la Idea del<br />
Bien, que es causa de las cosas rectas y bellas en el mundo sensible y de la verdad y el pensamiento<br />
necesario para obrar con sabiduría, en el mundo inteligible.<br />
Respecto de la actitud del que ha llegado a contemplar la Idea del Bien, resulta lógico que desdeñe<br />
ocuparse de las cuestiones humanas y los honores que ese mundo distribuye. Su torpeza para manejarse en el<br />
mundo sensible se debe a la falta de fundamento que en él existe considerado en sí mismo, por lo que<br />
cuestiones tales como la justicia, de la que allí se trata, resultan una sombra para quien ha visto la justicia en<br />
sí misma.<br />
La educación no consiste en infundir conocimientos, sino en que el alma los descubra mediante un<br />
movimiento (el camino de ascenso) de sí misma. Pero no es suficiente con ascender, se debe retornar al<br />
mundo sensible porque aquellos que se quedan en la pura contemplación del Bien, al igual que los que<br />
nunca se han elevado hasta él, no están capacitados para hacerse cargo del gobierno de la polis. Los más<br />
capaces deberán retornar, porque este proyecto de reordenamiento platónico “no se propone la felicidad de<br />
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