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de la naturaleza no hay una superación como en el ámbito del espíritu, donde hay sublimación, elevación,<br />

purificación y esclarecimiento.<br />

7.b. La dialéctica en la historia de la filosofía<br />

En los desarrollos anteriores hemos visto varios ejemplos de este tipo. Recordemos solamente uno<br />

cercano: el proceso gnoseológico que va desde Descartes, pasando por Hume y culminando en Kant. La<br />

posición cartesiana [primer momento] afirmaba que el medio de conocimiento más adecuado era la razón, que<br />

mediante sus juicios analíticos a priori aseguraba la universalidad y necesidad de la ciencia. Hume negaba<br />

[segundo momento] tal primacía a la razón, mostrando que era la experiencia mediante sus juicios sintéticos la<br />

que permitía avanzar a la ciencia y la única fuente de todo nuestro conocimiento, y por tanto, el medio más<br />

adecuado para conocer lo real. Kant, finalmente [tercer momento] negaba la negación [segundo momento],<br />

pero no para volver al racionalismo acrítico [primer momento]. La posición kantiana conserva lo propio de los<br />

momentos anteriores, aunque no a partir de ellos mismos; es decir, sostiene que tanto el entendimiento (razón)<br />

como la sensibilidad (experiencia) son condiciones necesarias del conocimiento. Precisamente, se ve en la<br />

necesidad de cambiarles el nombre, de llamarlos de otro modo para que no se confunda con las posturas<br />

anteriores, ya superadas. Pero la postura crítica kantiana no mantiene las dos fuentes del conocimiento como<br />

necesarias sin (al mismo tiempo) negarlas. ¿En qué sentido las niega? Les niega independencia, ya que ambas<br />

facultades se requieren mutuamente. Finalmente, la doctrina kantiana supera las posturas anteriores, en tanto<br />

sostiene que es el sujeto el determinante en la relación cognoscitiva (idealismo) y no a la inversa como<br />

sostenían Descartes y Hume (realismo).<br />

Es claro, que se trata de un único proceso que va de Descartes a Kant, y no de distintas escuelas<br />

filosóficas, exteriores y autónomas, que alguien (el historiador de la filosofía) junta. Es un único proceso,<br />

porque es el mismo contenido (el problema del conocimiento) el que se va desarrollando a través de etapas<br />

necesarias.<br />

7.c. La dialéctica en la historia político-institucional<br />

También hay en los capítulos anteriores varios ejemplos de este tipo. Veamos el proceso que va desde<br />

Grecia hasta el surgimiento del Cristianismo. Los griegos inventaron una institución que los caracteriza: la<br />

polis [primer momento]. Esta resuelve un problema, que los pueblos anteriores no han podido resolver, como<br />

es la participación de los ciudadanos en los asuntos que son del interés común. Ni los persas ni los egipcios<br />

(por poner los ejemplos más inmediatos) habían podido posibilitar la participación (por eso, la polis supera las<br />

instituciones antiguas, y por eso, los griegos consideraban a todos los otros pueblos [que no habían logrado<br />

resolver este problema] como bárbaros). La polis efectivizaba la participación de todos los ciudadanos de una<br />

manera directa, ya que no hay profesionales que mediaticen los asuntos públicos.<br />

La institución romana del imperio [segundo momento] niega a las polis, en tanto no les reconoce<br />

autonomía (ley propia) incondicional. La afirmación de la autonomía de las polis imposibilitó su unificación.<br />

Es el imperio el que resuelve este problema, conformando a las distintas polis e incluso a otras instituciones, en<br />

una única institución gobernada por una única ley. La institución del imperio unifica las diversas instituciones<br />

en el ámbito del mar Mediterráneo, pero al hecerlo mediatiza la participación de los ciudadanos en los<br />

problemas públicos. Sin embargo, la resolución del problema de la unificación, no logra al mismo tiempo<br />

superar la escisión entre vida privada (interior) y vida pública (exterior) producida por el derecho romano.<br />

Es la institución de la Iglesia [tercer momento], la que va a negar el derecho en tanto mera<br />

exterioridad, mediante la ley del amor. Así como el imperio negaba/conservaba a la polis, también la iglesia<br />

niega/conserva al derecho romano. Pero no lo hace, sin cambiar el plano o la base del problema: tanto la polis<br />

como el imperio daban participación sólo a los ciudadanos, excluyendo a todos los no-ciudadanos (pensemos<br />

en que la base esclava solamente, alcanzaba el 70% de la población). El cristianismo considera que todos los<br />

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