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4.d. Las impresiones son el origen y el fundamento del conocimiento<br />
¿De dónde provienen las impresiones de la sensación? Ya se estableció: de la sensibilidad, de los<br />
sentidos que son afectados por algo externo, aunque no podamos tener certeza de las cosas que impresionan<br />
nuestros sentidos sino sólo de las impresiones. En los objetos exteriores a la sensación misma, en las cosas en<br />
sí mismas, sólo podemos creer. Nuestra creencia es así el fundamento último de nuestra relación con la<br />
realidad del mundo exterior. El principio en que se sostiene toda relación con la realidad es para Hume nointelectual:<br />
es una creencia, una convicción. “Dado que nada hay presente a la mente sino las percepciones –<br />
escribe Hume-, y que todas las ideas se derivan de algo que con anterioridad se hallaba ya en nuestra mente, se<br />
sigue que nos es imposible concebir o formar una idea de algo que sea específicamente distinto a las ideas e<br />
impresiones. Dirijamos nuestra atención fuera de nosotros cuanto nos sea posible; llevemos nuestra<br />
imaginación a los cielos, o a los más extremos límites del universo: nunca daremos realmente un paso fuera de<br />
nosotros mismos, ni podremos concebir otra clase de existencia que la de las percepciones manifiestas dentro<br />
de esos estrechos límites. Este es el universo de la imaginación, y no tenemos más ideas que las allí<br />
presentes” 373 .<br />
Impresiones e ideas son los elementos del conocimiento. Las impresiones son una forma de relación<br />
inmediata entre el sujeto que conoce y el objeto conocido, mientras que las ideas son formas mediatas de<br />
relación gnoseológica. Cuando estas relaciones se expresan mediante el lenguaje -elementos lingüísticos-<br />
hablamos de «definición» de una idea y de «mostración» o «indicación» de una impresión. No debemos<br />
confundir estos ámbitos: la definición no es lo mismo que la idea, ni la mostración es lo mismo que la<br />
impresión.<br />
5. El primer principio del empirismo: las ideas se derivan de las impresiones<br />
Hume sostiene que las ideas son copias de las impresiones y que estas últimas son lo originario y<br />
aquello a que se reducen las ideas. Hay una correspondencia entre las ideas y las impresiones que les dan<br />
origen y en ella se basa la validez o corrección de las ideas. Si bien pareciera que el pensamiento no tiene<br />
límites, que no está atado al poder o a la autoridad humanos, ni a los límites de la naturaleza y de la realidad;<br />
“que nada está más allá de su poder, salvo lo que implica contradicción absoluta; en realidad está sometido a<br />
límites muy estrechos, y que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de<br />
mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia” 374 .<br />
Por ejemplo, la idea de «centauro» proviene de la unión de la idea de hombre con la de caballo. Son dos ideas<br />
compatibles que nuestra imaginación une. “En resumen –dice Hume-, todos los materiales del pensamiento se<br />
derivan de nuestra percepción interna o externa. (...) La mezcla y composición de ésta corresponde sólo a<br />
nuestra mente y voluntad. O para expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas, o percepciones<br />
más endebles, son copias de nuestras impresiones, o percepciones más intensas” 375 .<br />
Hume desarrolla dos argumentos para probar o demostrar esta tesis: 1°) “Cuando analizamos nuestros<br />
pensamientos o ideas, por muy compuestas o sublimes que sean, encontramos siempre que se resuelven en<br />
ideas tan simples como las copiadas de un sentimiento o estado de ánimo precedente. Incluso aquellas ideas<br />
que, a primera vista, parecen más alejadas de este origen, resultan tras un estudio más detenido, derivarse de él.<br />
La idea de Dios, en tanto que significa un ser infinitamente inteligente, sabio y bueno, surge al reflexionar<br />
sobre las operaciones de nuestra propia mente y al aumentar indefinidamente aquellas cualidades de la bondad<br />
373 Hume, D.: 1977, p. 169.<br />
374 Hume, D.: 1977, p. 207. Cursivas nuestras.<br />
375 Hume, D.: 1980, p. 34. Cursivas neustras.<br />
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