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de cosas bellas. Si hay una multiplicidad de cosas, a todas las cuales les atribuimos el ser bellas, esto supone<br />

que todas ellas comparten algo en común en virtud de lo cual son bellas. Eso, precisamente, que hace bellas<br />

a las cosas bellas, es «lo bello en sí», a lo que Platón llama Idea de belleza. Lo bello en sí es entonces la idea<br />

o esencia 47 de lo bello, o sea, la belleza de la cual participan la multiplicidad de las cosas bellas. Esta<br />

esencia de lo bello es algo que no cambia, que es inmutable, que es uno y siempre lo mismo.<br />

Aquellos hombres que buscan la multiplicidad de las cosas bellas, son incapaces de percibir y amar<br />

lo bello en sí. En cambio, el hombre que sabe que existe lo bello en sí y es capaz de percibirlo, aun a través<br />

de las cosas bellas, sabiendo que esas cosas son bellas sólo en cuanto participan de la esencia de lo bello, ese<br />

hombre ama verdaderamente la belleza. De él diremos entonces, que tiene el verdadero conocimiento de lo<br />

que es la belleza; de los otros, que se pierden en la multiplicidad de las cosas bellas, diremos que no tienen<br />

un verdadero conocimiento, sino que tienen una opinión (doxa).<br />

Platón contrapone el conocimiento verdadero, la episteme (ciencia) a la doxa (opinión), y<br />

consecuentemente, contrapone al filósofo con el filodoxo. Entenderá por filósofo a aquél hombre que tiene<br />

un verdadero conocimiento, aquél que conoce, por ejemplo, la belleza en sí, la esencia. En cambio, llamará<br />

filodoxo a aquél que sólo conoce muchas cosas bellas, muchos tipos de belleza, pero no lo bello en sí.<br />

Hay aquí entonces un doble problema: (a) el del conocimiento, que puede ser episteme o doxa y el<br />

objeto de conocimiento que puede ser uno o múltiple; (b) el de la relación entre el tipo de conocimiento y el<br />

grado de realidad. La ciencia es un conocimiento de lo uno mientras que la opinión lo es de lo múltiple.<br />

Hablamos de dos grados de conocimiento y de dos grados de realidad. Esto no es una coincidencia,<br />

para Platón a cada grado de realidad le corresponde un grado de conocimiento. O, lo que es lo mismo, cada<br />

facultad de conocimiento tiene por objeto un determinado sector de la realidad. Esquematizando el<br />

paradigma de la línea, tenemos:<br />

(1) La episteme o ciencia, que en términos estrictos es el conocimiento fundado, el saber real,<br />

seguro, estable, permanente. Este tipo de conocimiento revela la existencia de lo que es verdaderamente, lo<br />

que es siempre de la misma manera, de lo que es siempre lo mismo.<br />

(2) La doxa u opinión, es un tipo de saber que no puede dar cuenta de sí, es decir, no posee<br />

fundamento. Es un conocimiento particular y cambiante. Sin embargo, debemos reparar en que no es<br />

«ignorancia», es un tipo de saber y, por lo tanto, corresponde a lo que es. Su objeto son las cosas que son y<br />

no son, los entes que se muestran como múltiples y cambiantes, la realidad captada por los sentidos.<br />

(3) La agnosia o ignorancia, que es la ausencia de conocimiento y que se corresponde con el no ser,<br />

lo que no es de ningún modo y no puede ser conocido.<br />

Resulta obvio que de los grados de conocimiento los más importantes son la doxa y la episteme, ya<br />

que de la ignorancia sólo podemos decir que es ausencia de conocimiento. Caractericemos ambos grados:<br />

(a) El que posee ciencia, episteme, conoce algo único, y aquí Platón está siguiendo a Parménides.<br />

Pero hay una diferencia, porque mientras que para el eléata hay un ser único, Platón va a sostener que cada<br />

uno de los objetos de ciencia son algo único en su especie, pero que hay muchos objetos de ciencia. Cada<br />

uno es único en su especie y de él dependen la multiplicidad de objetos de opinión. Por ejemplo, hay una<br />

única belleza en sí, una única justicia en sí, un único valor en sí, pero en cambio, hay una multiplicidad de<br />

cosas que podemos llamar bellas, justas o valientes. Estas multiplicidades son los objetos de opinión,<br />

aquellas unicidades los de la ciencia.<br />

(b) La ciencia se refiere siempre a algo idéntico a sí mismo, es decir, a algo inmóvil, siempre igual.<br />

Y en esto también coincide con Parménides. Los objetos de ciencia no pueden cambiar porque son perfectos<br />

en su especie (el cambio resultaría una imperfección). Por otro lado, los objetos de opinión son cambiantes,<br />

están sujetos a la generación y la corrupción: devienen.<br />

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Esencia es lo que hace que una cosa sea lo que es y no otra cosa cualquiera; es el ser de la cosa de que se trate.<br />

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