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propiedad privada, así la emancipación de la alienación por los trabajadores «incluye» la emancipación de la<br />

humanidad entera; “ya que al hablar del trabajo nos referimos directamente a la humanidad misma”, pues el<br />

trabajo es su esencia, su naturaleza específica. “Porque –argumenta Marx- toda la servidumbre humana está<br />

implícita en la relación del trabajador con la producción y todos los tipos de servidumbre son sólo modificaciones<br />

o consecuencias de esta relación” 578 . O también: “la supresión positiva de la propiedad privada como<br />

apropiación de la vida humana, es pues la supresión positiva de toda alienación y la vuelta del hombre, de la<br />

religión, la familia, el estado, etc., a su vida humana, es decir, social. La enajenación religiosa como tal sólo<br />

ocurre en la esfera de la conciencia, en la vida interior del hombre, pero la alienación económica es la de la<br />

vida real y su supresión afecta, pues, ambos aspectos” 579 .<br />

5. El modo de producción capitalista<br />

Resumiendo lo ganado hasta aquí: la crítica de la filosofía del derecho de Hegel mostró la falsificación<br />

de la discusión filosófico-académica y la necesidad de no partir del pensamiento, de la conciencia o del «espíritu»<br />

sino del hecho que rige todas las relaciones humanas: la actividad productiva, la actividad «material» (esto<br />

es: que transforma, elabora, y domina la naturaleza, que es la «materia» del trabajo) tendiente a la satisfacción<br />

de las necesidades. Esta actividad mediatiza las relaciones con la naturaleza y con los otros.<br />

¿Quién es el sujeto de la producción? Es una sociedad, que como conjunto de relaciones en una época<br />

histórica determinada constituye un «modo de producción». Un modo de producción es una estructura de<br />

relaciones y, en cuanto tal, una totalidad coherente sujeta a una misma legalidad que la explica. Marx busca<br />

desentrañar esta legalidad, descubrir su «modo de ser» a partir del cual se haga manifiesta la culminación de<br />

esa forma de organización social, su plenitud y también, (como en Hegel) su negación (Aufhebung), sus<br />

límites. Su negación (supresión-conservación-superación) no puede ser meramente teórica, pues partimos de<br />

un hecho «material». Es una toma de conciencia que tiene lugar como acontecimiento material, como “praxis<br />

revolucionaria”.<br />

6. La dialéctica<br />

Ya se sabe que, para Hegel, la dialéctica es objetiva, que no es un «método» en el sentido de un<br />

instrumento del pensamiento subjetivo por medio del cual se comprendería lo real (la cosa). Marx, por su<br />

parte, no da un paso atrás, ignorando a Hegel, sino que muy por el contrario, da otro paso más; ello sin dejar de<br />

“reconocer que [Hegel] ha sido el primero en exponer de la manera más completa y más consciente las formas<br />

generales de su [del de la dialéctica] movimiento” 580 . Marx tampoco considera que la dialéctica sea un método<br />

en el sentido señalado. Da un paso más en tanto ya no piensa a la dialéctica desde un punto de vista idealista<br />

sino materialista, porque así se lo exige el elemento del cual parte; es decir, lo «material», la cosa misma, el<br />

modo de producción capitalista.<br />

La “utilización” que hicieron los hegelianos de la dialéctica como un «método» “que parecía<br />

transfigurar lo dado” (pero en realidad lo ocultaba) había terminado por convertirla en «envoltura mística», en<br />

raciocinio subjetivo, en sofisma, en mera justificación, en un problema «escolástico», irreal. Pero, la verdadera<br />

dialéctica, dice Marx, “en su forma racional, es un escándalo y un objeto de horror para los burgueses [...]<br />

Como [la dialéctica] incluye en la comprensión de lo dado al mismo tiempo la comprensión de su negación y<br />

de su destrucción necesaria, como concibe toda la forma madura en el curso de su movimiento y por lo tanto<br />

bajo su aspecto efímero, no se deja dominar por nadie [es decir, por ningún raciocinio exterior o subjetivo]. Es,<br />

578<br />

Marx, K.: 1971a, pp. 116-7.<br />

579<br />

Marx, K.: 1971a, p. 136.<br />

580<br />

Marx, K.: El capital, Advertencia final a la segunda edición, México, F.C.E., 1973, p. XXIV. Corchetes nuestros.<br />

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