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súbita de una revelación, en la cual no sólo las cosas, sino también el pensador quedan cambiados,<br />

conmovidos, trastornados” 695 .<br />

La obra desarrolla cuatro temas principales: el superhombre, la muerte de Dios, la voluntad de poder y<br />

el eterno retorno de lo mismo, de los cuales sólo se expondrán aquí los tres primeros.<br />

8. La muerte de Dios<br />

La muerte de Dios es la consecuencia necesaria del idealismo absoluto hegeliano, se deriva de la<br />

racionalización de lo real, de la absolutización del todo y es la culminación del movimiento fundamental que<br />

atraviesa la historia de Occidente: el nihilismo. El tema es presentado en el § 125 de La gaya ciencia de la<br />

siguiente manera: “-¿No oyeron hablar de aquel loco que en pleno día corría por la plaza pública con una<br />

linterna encendida, gritando sin cesar: ¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!? Como estaban presentes muchos que no<br />

creían en Dios, sus gritos provocaron a risa. ¿Se te ha extraviado? –decía uno. ¿Se ha escondido como un niño?<br />

–preguntaba otro-. [...] El loco se encaró con ellos, y clavándoles la mirada, exclamó: «¿Dónde está Dios? Se<br />

los voy a decir. Le hemos matado; ustedes y yo, todos nosotros somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido<br />

hacerlo? ¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos<br />

hecho después de desprender a la tierra de la cadena de su sol? ¿Dónde la conducen ahora sus movimientos?<br />

¿A dónde la llevan los nuestros? ¿Es que caemos sin cesar? ¿Vamos hacia adelante, hacia atrás, hacia algún<br />

lado, erramos en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en la nada infinita? ¿Nos<br />

persigue el vacío con su aliento? ¿No sentimos frío? ¿No ven de continuo acercarse la noche, cada vez más<br />

cerrada? ¿Necesitamos encender las linternas antes del mediodía? ¿No oyen el rumor de los sepultureros que<br />

entierran a Dios? ¿No percibimos aún nada de la descomposición divina?... Los dioses también se<br />

descomponen. ¡Dios ha muerto! ¡Dios permanece muerto! ¡Y nosotros le dimos muerte! ¡Cómo consolarnos,<br />

nosotros, los asesinos entre los asesinos! Lo más sagrado, lo más poderoso que había hasta ahora en el mundo<br />

ha teñido con su sangre nuestro cuchillo. Quién borrará esa mancha de sangre? ¿Qué agua servirá para<br />

purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué ceremonias sagradas tendremos que inventar? La grandeza de este acto,<br />

¿no es demasiado grande para nosotros? ¿Tendremos que convertirnos en dioses o al menos que parecer dignos<br />

de los dioses? Jamás hubo acción más grandiosa, y los que nazcan después de nosotros pertenecerán, a causa<br />

de ella, a una historia más elevada que lo fue nunca historia alguna»” 696 .<br />

El relato de Nietzsche se inscribe sobre la leyenda del filósofo que, con una lámpara encendida en<br />

pleno día, buscaba por las calles de Atenas el hombre. El sujeto y el objeto de la leyenda han sido invertidos en<br />

el relato nietzscheano: el sujeto no es un filósofo (imagen de la razón) sino un loco (imagen de la sinrazón); el<br />

objeto de la búsqueda no es el hombre sino Dios. El filósofo no encontraba al hombre (universal) sino a estos<br />

hombres (singulares), porque lo universal es invisible incluso en pleno día, a diferencia de lo existente singular,<br />

visible a simple vista. El loco no encuentra a Dios, porque Dios ha muerto (aunque, como dice el texto más<br />

adelante, los otros hombres aún no puedan darse cuenta de este hecho ya ocurrido). Además, Dios no ha<br />

muerto a causa de alguna enfermedad o por la vejez, sino que fue asesinado por los hombres, por todos los<br />

hombres. Nietzsche recupera el símbolo del Dios asesinado (Dionisos fue asesinado, Jesús fue asesinado), pero<br />

lo inserta en la modernidad, en la que el sujeto ha suprimido (asesinado) y remplazado al Absoluto, en la que<br />

“todo lo sagrado ha sido profanado” 697 .<br />

La representación del Dios-asesinado sigue siendo, aún en nuestro siglo, insoportable, terrible,<br />

horrorosa, anonadadora. Por eso, Nietzsche retoma la pregunta fundamental de la crítica kantiana: ¿Cómo es<br />

esto posible? Sin embargo, ya no se pregunta por las condiciones de posibilidad de un hecho aparentemente<br />

contradictorio (los juicios sintéticos a priori) sino de un hecho absurdo, de la encarnación del sinsentido. La<br />

695 Fink, E.: 1976, p. 75.<br />

696 Nietzsche, F.: 1984, pp. 109-10.<br />

697 Marx, K.-Engels, F.: 1985, p. 39.<br />

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