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Santo Tomás, en cambio, afirma que la razón por sí sola nos muestra de distintas maneras que<br />

necesariamente tiene que haber un orden en el mundo. Hay un determinado comportamiento regular de las<br />

cosas, de tal modo que no podemos explicar el mundo tal como es y tal como lo vemos funcionar y desarrollarse<br />

si le atribuimos el carácter de mero efecto del puro azar. La razón, considerando el mundo y todo lo que en él<br />

ocurre, llega a la conclusión de que existe algún tipo de orden, algo así como un plan que ordena la existencia y<br />

los acontecimientos del mundo. Y para esto no es necesaria la fe en Dios o la revelación, a ello arriba la razón<br />

mediante el simple análisis.<br />

Pero, por otra parte, considerando a Dios como creador del mundo, la razón ha de llegar a conclusiones<br />

similares. En efecto, sería incompatible con la bondad de Dios que El mismo no condujera a las cosas hacia la<br />

realización de su propia perfección, ya que El las ha creado. Ese plan divino, ese gobierno del mundo conforme<br />

al cual ocurren todas las cosas es lo que se llama Providencia.<br />

Por eso es que santo Tomás sostiene que la totalidad de la creación deriva de una sola causa y tiende a<br />

un solo fin. Aclaremos que cuando se dice una sola causa y un solo fin, se quiere decir una sola causa última y<br />

un solo fin último, pues hay una multiplicidad de causas y fines intermedios, Pero la última causa que hace que<br />

la piedra caiga o que la llama se eleve, que los astros giren o que los hombres obren, es la misma. Cada uno de<br />

esos seres actúa para alcanzar la perfección que le es propia, para realizar plenamente su naturaleza, y de ese<br />

modo cumple su propio fin, fin que le ha sido provisto por Dios. Cuando una planta nace, crece, se desarrolla y<br />

da fruto, al mismo tiempo está realizando su naturaleza propia de planta y cumpliendo el fin que se le había<br />

previsto dentro del orden general del universo. Esto vale para cada uno de los seres del universo. Para cada ser<br />

creado existe un fin específico, que es la forma particular que asume el fin general. Todo lo creado, también<br />

aquello que carece de razón, también aquello que carece de vida, ha sido creado por Dios y tiende de alguna<br />

manera al fin general para el cual ha creado Dios el universo. Todo está orientado a ese último fin, pero cada<br />

uno conforme a su propia naturaleza.<br />

8. El hombre<br />

Si todo está ordenado hacia un fin último, el hombre habrá de tener también un fin que armonice con él.<br />

Por eso es que la cuestión se centra ahora en determinar cuál es el fin último del hombre. Y para ello deberemos<br />

precisar cuál es la naturaleza propia del hombre, o lo que es lo mismo, cuál es el ser propio del hombre.<br />

Al igual que Aristóteles, santo Tomás distingue tres tipos de seres dotados de alma o vida 247 : los seres<br />

con alma vegetativa (plantas), los seres con alma sensitiva (animales) y los seres que poseen alma racional<br />

(hombres).<br />

Es propio del alma vegetativa el cumplimiento de ciertas funciones o la posesión de ciertas potencias: la<br />

nutrición, el crecimiento, y la reproducción son las notas esenciales de éstos.<br />

En cuanto al alma sensitiva, las dos potencias esenciales son la potencia de conocer de un modo<br />

sensible y el apetito sensible. Aclaremos que este tipo de alma tiene estos dos caracteres como propios de su<br />

condición, pero también incluye en una nueva unidad a los propios del alma vegetativa.<br />

Finalmente, aquellos dotados de alma racional, los hombres, tienen como atributos esenciales el<br />

conociento racional y el apetito racional (voluntad). Nuevamente encontramos aquí una síntesis con los dos<br />

tipos de vida anterior, es decir, el alma racional además de sus potencias específicas, tiene en sí las de los dos<br />

grados anteriores.<br />

Caracterizar al hombre a partir de sus potencias racionales lo lleva a santo Tomás a acordar con<br />

Aristóteles: el hombre es una animal racional, o sea, un ser viviente dotado de razón. La razón es pues, lo que<br />

diferencia al hombre de los demás seres vivientes.<br />

247 Alma = ánima, equivale a principio vital.<br />

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