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es siempre implícitamente explotadora. No son la ciencia o la técnica los «medios» que nos permitirían<br />

pacificar la existencia o «mejorar» el mundo, puesto que suponen una im-posición del modo de ser del sujeto<br />

racional sobre todo lo que es.<br />

Cuando suponemos que la actividad científica o técnica ya ha resuelto el problema de la verdad, en<br />

parte no nos equivocamos. La ciencia y la técnica modernas parten de una decisión (resolución) respecto del<br />

ser de todo-lo que es: instrumentum. Conducirnos «científicamente» o «técnicamente» nos evita plantearnos<br />

constantemente el problema de la verdad, pero en esa misma medida nos inhabilita para pensar otros modos de<br />

ser, otros mundos posibles.<br />

Cambiar la realidad actual determinada por la esencia de la técnica no está en nuestras manos, porque<br />

esta esencia es un destino. Pero destino no significa fatalidad a la que no quepa sino someterse, sino que la<br />

esencia de la técnica como des-ocultar pertenece al acontecer del ser. No se trata de constantes objetivas, que<br />

puedan conocerse y dominarse a voluntad; sino de la relación hombre-ser. En la época en que rige la esencia de<br />

la técnica, cuando el hombre domina todo lo que es, el ser se ha olvidado completamente (y se ha olvidado el<br />

olvido; es decir, ni siquiera tenemos nostalgia por su ausencia, por su pérdida). Pero es esta misma condición<br />

de completo olvido, donde la metafísica como olvido de la diferencia ontológica llega a su «consumación», y<br />

por ello mismo a la posibilidad de su superación 787 . El verdadero peligro de la técnica es que al reducir todo lo<br />

que es a recurso y existencia para la producción impide que el ser mismo se descubra. Por esto mismo, el<br />

hombre de nuestro siglo se ha quedado sin suelo, sin raíces. Es un desarraigado ontológico.<br />

Pero la salida de esta situación no consiste en la búsqueda nostálgica de un suelo perdido, sino en el<br />

pensar meditativo que nos permita descubrir un suelo nuevo. El peligro consiste en que la actitud técnica<br />

llegue a convertirse en la única posible, y que de este modo el pensar se haga indiferente. La ausencia del<br />

pensar significaría la pérdida de la esencia humana.<br />

Heidegger ve la posibilidad de descubrir un nuevo suelo, mediante el mantenimiento de una doble<br />

actitud: “serenidad ante las cosas” (utilizar los objetos técnicos pero no dejarse dominar por ellos) y “apertura<br />

ante el misterio” (mantenerse abierto a lo que a la vez se revela y oculta).<br />

787<br />

Heidegger trata de diferenciar el concepto de superación de su significado dialéctico.<br />

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