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método, en tanto contempla el desarrollo de la cosa misma, sin pensarla exteriormente ni imponerle o agregarle<br />

nada subjetivo.<br />

Hegel piensa que lo negativo, la contradicción es el motor de lo real y que la realidad es dialéctica.<br />

Esto significa, con más propiedad, que la realidad no es, sino que llega a ser lo que es: deviene lo que es.<br />

Desde la antigüedad griega, filósofos y científicos afrontaron el problema del movimiento. En términos<br />

simples, este problema consiste en que sólo se puede conocer lo que no cambia. Si el conocimiento<br />

verdadero es el que afirma que lo que es, es y que lo que no es, no es; entonces, no es posible el<br />

conocimiento verdadero de lo que cambia, de lo que continuamente deja de ser lo que era y se convierte en<br />

otra cosa. Al afirmar que la realidad es dialéctica, se identifica la realidad con lo cambiante y lo invariante<br />

sólo es concebible como una abstracción que separa lo que es esencialmente móvil del movimiento en el que<br />

está inmerso. Sin embargo, para Hegel la ciencia no se reduce al conocimiento de las abstracciones del<br />

entendimiento, sino que ella es el conocimiento de lo que deviene. Es posible conocer lo que cambia si se<br />

descubre el proceso del movimiento, si comprendemos lo que permanece siendo lo mismo en el cambio. El<br />

error de las filosofías y de las ciencias anteriores ha sido, para Hegel, suponer que más allá del movimiento<br />

había «algo» que permanecía inmóvil. Esto es lo que Platón llamaba idea, lo que los teólogos y filósofos<br />

medievales llamaron esencia y lo que los científicos y filósofos modernos llamaron conceptos, invariantes,<br />

constantes. Así, por ejemplo, Kant advierte que la razón se extravía en contradicciones que no puede<br />

resolver cuando pretende avanzar más allá de la experiencia posible, construyendo sistemas especulativos<br />

con los conceptos del entendimiento. La respuesta hegeliana es que no hay que buscar lo permanente más<br />

allá del cambio sino en el cambio. Lo permanente en el cambio es su orden, su lógica, su estructura. Lo<br />

permanente en el cambio es la dialéctica. Con Hegel, la razón se historiza, se fluidifica, deviene, se<br />

dialectiza, no es «abstracta» sino concreta. Para Kant, el conocimiento es todavía simple: la realidad es un<br />

caos desordenado frente a la cual los sujetos racionales conforman el mundo objetivo, proyectando los<br />

conceptos del entendimiento (que estructuran los fenómenos de la naturaleza) y los ideales de la razón (que<br />

orientan normativamente las accioones de los hombres). Más allá de este orden objetivo limitado se erige<br />

una realidad desordenada e irreductible al conocimiento. La ciencia kantiana es todavía simple porque limita<br />

sus objetos a la experiencia determinable por el entendimiento, excluyendo del conocimiento el problema de<br />

la libertad y, con él, la historia, la cultura, la sociedad. La ciencia kantiana es «abstracta» porque separa y<br />

recorta de la realidad aquello que puede ser ordenado por la facultad del entendimiento.<br />

Al afirmar que la realidad es dialéctica, Hegel da un gran paso en la constitución de las ciencias<br />

sociales. El movimiento en la naturaleza puede ser comprendido por leyes simples, como el principio<br />

galileano de inercia o las leyes del movimiento de Newton, pero el devenir en la historia, es decir, en lo que<br />

los hombres hacen, es mucho más complejo porque supone un principio «moral» –y, por lo tanto,<br />

«metafísico»- irreductible a la determinación causal natural. Tal es el principio de autodeterminación o<br />

libertad. Al afirmar que la realidad es dialéctica se está sosteniendo que la libertad, a la que remiten las<br />

acciones de los hombres y el cambio en la historia, tiene una lógica comprensible que ordena los<br />

acontecimientos confiriéndoles un sentido. Que la realidad es dialéctica significa que es racional, que tiene<br />

un orden, que despliega un sentido. Sin embargo, Hegel no cree que este sentido sea manifiesto para la<br />

conciencia de los actores históricos, aunque sí es cognoscible para el filósofo de la historia. A partir de esta<br />

tesis se hace posible, por primera vez, una ciencia social con leyes propias que no pueden ser reducidas a las<br />

leyes «naturales». La historia y la cultura son realidades más complejas que la naturaleza –a la que suponen<br />

como condición- y conforman un nivel más denso de realidad, un estrato superior al que Hegel llama<br />

«segunda naturaleza» (la realidad histórica-cultural).<br />

“Si la lógica dialéctica entiende la contradicción como una «necesidad», que pertenece a la misma «naturaleza del<br />

pensamiento», lo hace porque la contradicción pertenece a la misma naturaleza del objeto del pensamiento, a la realidad,<br />

donde razón es todavía sinrazón y lo irracional es todavía lo racional” (Marcuse, H.: El hombre unidimensional, Barcelona,<br />

Editorial Planeta-Agostini, 1985, p. 170).<br />

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