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Escribe en el Zaratustra: “Y este misterio me ha confiado la vida misma. «Mira, dijo, yo soy lo que<br />
tiene que superarse siempre a sí mismo»” 716 . Es decir, la vida posee una tendencia a ascender. Lo que más<br />
quiere la vida, su más ardiente deseo es crear algo por encima de sí 717 . “Subir quiere la vida, y subiendo,<br />
superarse a sí misma” Lo que más quiere la vida, su más ardiente deseo es crear algo por encima de sí 718 . Con<br />
el concepto de voluntad de poder “concibe Nietzsche lo que hace tales a todas las cosas finitas y las mantiene<br />
en movimiento en el antagonismo de la discordia y de la lucha” 719 . Dice Nietzsche: “Muchas cosas tiene el<br />
viviente en más alto aprecio que la vida misma; pero en el apreciar mismo habla -¡la voluntad de poder!” 720<br />
11. La voluntad de poder como arte 721<br />
` El concepto de «voluntad de poder» no hace referencia al ansia de poder o a algún tipo de voluntarismo<br />
que pudiera oponerse al racionalismo o al utilitarismo vigentes en la segunda mitad del siglo XIX. La voluntad<br />
de poder es la fuerza de la vida, es el impulso a la superación, a la creación. La voluntad de poder hace<br />
referencia a lo dionisíaco, a lo artístico. Para Nietzsche, el único ámbito en donde “ha sobrevivido un residuo<br />
dionisíaco, una forma de libertad del espíritu” 722 es el arte.<br />
El arte tiene un carácter de exceso, de excedente y de excepción. Es exceso en tanto expresa la<br />
violencia, el desborde y la impetuosidad de las pasiones y en tanto las imágenes, las fantasías, los símbolos<br />
interiores embisten las cosas exteriores imponiéndoles un sentido. Es excedente en tanto el impulso a inventar<br />
máscaras para disfrazar la realidad se autonomiza y excede su función específica atada al pasado para crear<br />
sentidos nuevos. “Es juego, excepción, suspensión provisional de las leyes de la jerarquía social y, en general,<br />
del principio de realidad, que se produce en las fiestas” 723 . Sin embargo, poco a poco el arte dejó de ser<br />
excepción (en el sentido de “suspensión provisional”) para manifestar el conjunto de lo real como «fábula». El<br />
conjunto de la realidad se revela como producto de los símbolos, como lenguaje, como obra de arte. Nietzsche<br />
anuncia una nueva concepción de la realidad en la que el arte comienza a plasmarse como el paradigma, en la<br />
medida en que no hay «hechos» sino sólo «interpretaciones», «fábulas».<br />
El arte tiene un “alcance esencialmente desestructurante” porque disuelve las pretensiones de<br />
objetividad y de verdad de las ciencias. El arte permite comprender que no hay una realidad verdadera sino sólo<br />
fábulas (interpretaciones), aun cuando “una cierta interpretación «prevalece» como «verdadera», se convierte en<br />
norma, etc.”, pero lo hace, precisamente, por un acto de fuerza. Es a este juego de hacerse valer de<br />
«interpretaciones» sin «hechos», o sea, de configuraciones simbólicas que son resultado de juegos de fuerza y<br />
que se convierten ellas mismas en agentes del establecimiento de configuraciones de fuerzas, a lo que Nietzsche<br />
llama mundo como voluntad de poder. Así, el mundo es como “una obra de arte que se hace por sí misma” 724 .<br />
“El nihilismo, el descubrimiento de la «mentira» y del carácter de juego de fuerzas que tienen los<br />
pretendidos valores y las pretendidas estructuras metafísicas, implica la aparición de la voluntad de poder que<br />
disloca, subleva las relaciones jerárquicas vigentes; esto sucede incluso con sólo revelarlas como relaciones de<br />
fuerzas y no como órdenes correspondientes a «valores». Una vez descubierto que los valores no son otra cosa<br />
que posiciones de la voluntad de poder, tanto de los fuertes como de los débiles, nadie está ya en el mismo<br />
716<br />
Nietzsche, F.:1983b, p. 171.<br />
717<br />
Cf. Nietzsche, F.: 1983b, pp. 61-2.<br />
718<br />
Nietzsche, F.: 1983b, p. 154.<br />
719<br />
Fink, E.: 1976, p. 96.<br />
720<br />
Nietzsche, F.:1983b, p. 172.<br />
721<br />
En este apartado seguimos a Gianni Vattimo: Las aventuras de la diferencia, Barcelona, Editorial Península, 1986,<br />
Cuarta parte, capítulo .IV, pp. 85 ss.<br />
722<br />
Nietzsche, F.: Aurora, aforismo 44, citado por Vattimo, G.: 1986, p. 88.<br />
723<br />
Cf. Vattimo, G.: 1986, pp.. 89-90.<br />
724<br />
Vattimo, G.: 1986, pp. 91-2.<br />
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