Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
al movimiento que se iniciará con las críticas no de las carencias de la modernidad sino de sus propios<br />
objetivos positivos 788 .<br />
La segunda característica del siglo XX es el dominio de la razón instrumental y del utilitarismo<br />
individualista que es su contracara moral. “Una sociedad de la que han desaparecido los garantes<br />
metasociales 789 -dice Touraine- no puede sino concluir en el dominio de la instrumentalidad y del<br />
hedonismo y la utilidad social como el criterio único de evaluación de las conductas individuales” 790 . El<br />
industrialismo llevaba en sí la dominación social (taylorismo, nazismo o stalinismo) transformando a la<br />
sociedad en una gran fábrica e imponiendo a todos los hombres una disciplina calcada sobre la de los<br />
talleres, la que está asociada con un individualismo sometido a los dictámenes del sistema a través de la<br />
producción, del consumo y de los medios de comunicación masiva 791 . Si bien en la racionalización del<br />
trabajo (taylorismo) y en la acción del poder político como movilizador de las energías y los recursos<br />
(planificación) se mantuvo una cierta continuidad con la idea de progreso que presidió el siglo XIX, el siglo<br />
XX se inició sumido en un profundo pesimismo y en una creciente crisis de valores, acentuados por las<br />
contradicciones del sistema económico-social y por la Primera Guerra Mundial. “Todo es igual / Nada es<br />
mejor / Lo mismo un burro que un gran profesor”, decía Discepolo en su poema. En el período entre las<br />
guerras surgió en Europa el movimiento literario existencialista, desengañado y escéptico frente al destino<br />
del hombre. Los existencialistas expresaban el absurdo de la vida y el descreimiento en las fuerzas de la<br />
razón para controlar y ordenar el mundo.<br />
El optimismo del siglo XIX, centrado en las esperanzas de progreso auguradas por los éxitos de la<br />
industria, apoyada en la razón identificada con la ciencia y la técnica, se trocó en creciente pesimismo,<br />
alentado por los sombríos anuncios de la crisis del sistema de producción, las luchas de los movimientos<br />
obreros socialistas y anarquistas y el horror de la Primera Guerra Mundial. Quizás la Revolución<br />
bolchevique haya sido la excepción en la medida en que suscitó espectativas, esperanzadas en algunos,<br />
inciertas en los otros. El siglo XX es también el siglo de las luchas del movimiento obrero. Los trabajadores<br />
organizados lograron imponer sus demandas progresivamente, hasta llegar a formar parte de las instituciones<br />
estatales. Paradójicamente, conforme avanzó el siglo, el sector obrero fue perdiendo su importancia relativa<br />
en el sistema económico-social. En este contexto de crisis, disolución y pesimismo se planteó la primer gran<br />
cuestión que atravesará el siglo desde el comienzo hasta el fin: la relación entre la totalidad y la<br />
particularidad, entre el totalitarismo y el individualismo, entre las grandes narrativas y las luchas locales,<br />
entre la globalización y la fragmentación.<br />
2. Totalidad/particularidad<br />
Uno de los problemas complejos que caracterizan al siglo XX es la oposición entre las categorías de<br />
totalidad y particularidad. Dicha oposición se ha manifestado en diversos momentos y ámbitos de la<br />
realidad. Inicialmente la discusión de planteó entre los que sostenían que la razón científico-técnica es el<br />
instrumento más poderoso desarrollado por el hombre para el dominio y control de la naturaleza y de la<br />
sociedad pero, como este instrumento es especializado, no puede abarcar la totalidad de lo real ni puede<br />
decidir sobre la bondad de los fines que persigue; y los que advertían que si lo que se buscaba era la<br />
humanización de la existencia, la libertad y la felicidad del hombre, entonces no podía resignarse la<br />
comprensión de la globalidad de los procesos ni del sentido de la historia. Los primeros se afirmaban en los<br />
éxitos de la ciencia y de la técnica, los segundos acentuaban la irracionalidad del conjunto. El argumento<br />
788<br />
Cf. infra: La postmodernidad.<br />
789<br />
Touraine llama «garantes metasociales» a los fundamentos metafísicos en los que descansaba y se legitimaba el<br />
orden social en la antigüedad, como el Ser, el Destino, Dios, la Naturaleza, etc.<br />
790<br />
Touraine, A.: 1993, pp. 212, 214.<br />
791<br />
Cf. Touraine, A.: 1993, p. 202-4.<br />
304