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CAPITULO 5<br />
LA EXPERIENCIA HISTÓRICA DE LOS HEBREOS<br />
1. Introducción: conocimiento e historia<br />
La cultura occidental es el resultado de la conjunción de dos grandes tradiciones: la griega y la semita.<br />
Para comprender esta última es necesario tener presente desde el comienzo que, a diferencia de los griegos que<br />
tendieron a una visión y comprensión de la totalidad de lo que es (cosmovisión), los semitas buscan<br />
comprender el sentido de los acontecimientos, conocen viviendo en la realidad histórica la presencia liberadora<br />
y salvadora de Dios, creador del universo. Este conocimiento es re-ligioso, puesto que re-liga o re-une a Dios<br />
con su pueblo. No es el saber del que contempla el orden inmutable de todo lo-que-es, sino que es una<br />
experiencia vivida en el tiempo fluyente, cambiante y contingente, el conocimiento de la historia como crecimiento<br />
de la vida del pueblo. Esta vitalidad del pueblo se expresa a través de signos, por donde sensiblemente<br />
se sabe acerca del estado de salud o falta de salud. Es, por ello, una historia de salud o una historia de<br />
salvación. Todo conocimiento es entonces progresivo, se va desarrollando en el tiempo, con la historia, y<br />
consiste en la interpretación de los signos nuevos, que sin repetir, enriquecen los anteriores, e indican la<br />
dirección de los acontecimientos. Es un conocimiento vital, en dos sentidos:<br />
1°) Requiere de un compromiso, de una inmersión en los hechos. Los hechos no son de ninguna<br />
manera indiferentes o exteriores, sino que impactan, impresionan, se padecen, se gozan, se aman, se odian, no<br />
se prueban con razones, sino que se atestiguan, se presencian. En síntesis, es un conocimiento vital, porque en<br />
él se juega la vida.<br />
2°) Tiene por objeto la vitalidad plena [salud] del pueblo, que Dios fecunda a través del tiempo<br />
histórico renovadamente.<br />
Por manifestarse históricamente, los hechos significan en una triple dimensión:<br />
a) expresan una presencia de Dios en la vida de los hombres. Dios está presente, se hace presente, con<br />
toda la ambigüedad e inseguridad que tiene el presente.<br />
b) Pero el presente tiene una raíz, un antecedente (de ninguna manera causal 81 en el pasado, en lo<br />
anterior, en los comienzos. Los comienzos son expresión del tiempo arquetípico 82 , que se recrea en el presente.<br />
c) El presente abre la novedad, no es la mera repetición tediosa de lo anterior. La novedad descubre<br />
una presencia futura más rica, más plena de la vida del pueblo.<br />
La apertura a lo nuevo posibilita la experiencia histórica. Heródoto pasa por ser el fundador de la<br />
ciencia historiográfica. Para los griegos la historia es la descripción de los hechos, de manera que sirvan de<br />
conocimiento a las generaciones futuras, cuando los acontecimientos vuelvan a repetirse. La historia es pues,<br />
repetición de lo mismo, ciclo, círculo (imagen de lo perfecto). Por eso, para Platón el conocimiento puede<br />
explicarse como recuerdo, reminiscencia. Para los hebreos, la historia descubre la novedad de lo presente con<br />
raíces. Los hechos arquetípicos “se prolongan en los hechos posteriores, abriéndolos a nuevas interpretaciones<br />
y significados” 83 .<br />
“La historia de la salvación puede concebirse como una línea recta o como una espiral cuyo centro de<br />
gravedad es la creación. Es un movimiento progresivo que vuelve a revitalizarse a su centro creador”, y que<br />
tiende hacia su fin, hacia la “plenitud de los tiempos” 84 .<br />
81 La noción de causa supone la imposibilidad de la novedad, porque el efecto está contenido en la causa. Por eso las<br />
causas «explican» los efectos y por eso dice Aristóteles, que el sabio griego se asombraría si la realidad no fuese como es;<br />
es decir, de acuerdo a sus causas.<br />
82 De «Arkhé» = principio, comienzo ejemplar.<br />
83 Croatto, S.: Historia de la salvación, Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1970, p. 127.<br />
84 Ibídem.<br />
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