11.05.2013 Views

Lectura previa

Lectura previa

Lectura previa

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

de dioses locales sino en el de lo Universal; no afirmándose en su alteridad sino negando al otro, negando la<br />

alteridad. No es nada fácil darse cuenta de que lo Universal, el «ser», es un dios local, y, además, pura<br />

negatividad. Lo Universal, el «ser»: particularidad alienada cuyo único contenido es la negación de toda otra<br />

particularidad (singularidad), y nada más” 510 .<br />

Escribe Hegel: “La justicia y la virtud, la injusticia, la violencia, y el vicio, el talento y sus obras, las<br />

pequeñas y grandes pasiones, la culpa y la inocencia, la magnificencia de la vida individual de un pueblo, la<br />

independencia, la felicidad y la desgracia de los Estados y de los individuos tienen su valor y su significado en<br />

la esfera de la realidad consciente; en ella encuentran su juicio y su justicia, sin embargo imperfecta. La historia<br />

universal queda fuera de estos puntos de vista; en ella adquiere su derecho absoluto aquel momento de la idea<br />

del espíritu universal que en ese momento constituye su estadio presente, y el pueblo que lo encarna y sus<br />

hechos alcanzan su realización, su gloria y su fama. [...] Ese pueblo es el pueblo dominante en la historia<br />

universal en esa época determinada. [...] Frente a ese absoluto derecho suyo que le otorga el ser el representante<br />

del estadio actual del desarrollo del espíritu universal, los espíritus de los otros pueblos carecen de derecho, y, al<br />

igual que aquellos cuya época ya pasó, no cuentan más en la historia universal. [...] De esta determinación surge<br />

que naciones civilizadas consideren y traten como bárbaras a otras que no han alcanzado aún el mismo<br />

momento substancial del Estado” 511 . El despliegue dialéctico, universal y necesario, es concebido por Hegel<br />

como un único proceso unilineal.<br />

Como advirtió A. Mercado Vera: “La afirmación del derecho absoluto del pueblo elegido de turno, es la<br />

legitimación de su imperialismo que viene a sumir al resto de los pueblos y de los hombres en una irracionalidad<br />

de derecho, incompatible con la afirmación de la libertad como esencia del hombre” 512 . Este mismo autor<br />

señala que esta afirmación de Hegel no es una arbitrariedad personal del filósofo, sino que se sigue de dos<br />

hechos perceptibles en ese tiempo: las naciones europeas se han expandido por todo el planeta unificándolo en<br />

un único sistema y la conciencia europea ha comprendido a todos los otros pueblos del planeta como un<br />

momento, como una etapa superada, de su propia historia.<br />

Así como el soberano es el juez de los intereses de los particulares (dentro del Estado), así también la<br />

historia es el supremo tribunal inapelable para los Estados. Los pueblos organizados dirimen sus disputas a<br />

través de la diplomacia o de la guerra. Hay una racionalidad implícita en el poder, en el acrecentamiento de la<br />

fuerza de un pueblo, como ya lo había destacado Tucídides: “Sabéis tan bien como nosotros -dicen los<br />

atenienses a los enviados de Melos-, que, tal como va el mundo, el derecho no existe más que entre iguales en<br />

poder, que los fuertes hacen lo que quieren y los débiles sufren lo que tienen que sufrir”. Y más adelante: “Si<br />

habláis del favor de los dioses, nosotros [los atenienses] podemos esperarlo con la misma razón que vosotros; ni<br />

nuestras pretensiones ni nuestra conducta han sido contrarias de ninguna manera a lo que los hombres creen de<br />

los dioses ni a lo que practican entre sí. Creemos de los dioses y sabemos de los hombres que, por ley necesaria<br />

de su naturaleza, mandan donde quiera que pueden mandar. Y no es que hayamos sido los primeros en hacer<br />

esta ley o en actuar con arreglo a ella: la encontramos vigente antes de existir nosotros y la dejaremos<br />

perpetuamente en vigor detrás de nosotros; todo lo que hacemos es utilizarla, sabiendo que vosotros o cualquier<br />

otro que tuviese el mismo poder que nosotros haría lo mismo que hacemos” 513 .<br />

Las naciones europeas modernas, dirigidas por sus pujantes burguesías, se han hecho conscientes de su<br />

poder y han tomado a su cargo la dirección de la historia. Pueden plantear a los otros pueblos (análogamente a<br />

como lo hacen los atenienses a los delegados de Melos): nosotros podemos hacernos cargo del todo y ustedes<br />

no; por lo tanto, ustedes dependen de nosotros. Nosotros podemos resolver los problemas que plantea la época y<br />

510<br />

Maresca, S.: Nietzsche y la filosofía latinoamericana, Revista de filosofía latinoamericana, p. 137.<br />

511<br />

Hegel, G. W. F.: Principios de la filosofía del derecho, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1975, § 345, § 347 y §<br />

351; pp. 384-7. Cursivas nuestras.<br />

512<br />

Mercado Vera, A.: Libertad e historia en Hegel, Ponencia presentada en el Simposio sobre Hegel, organizado por el<br />

Instituto Goethe de Buenos Aires, el 6 de octubre de 1981.<br />

513<br />

Citado por Mayer, J. P.: 1961, pp. 10-1.<br />

232

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!