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sentido a partir del creador, a partir de Dios como esencia y fundamento de todo ser creado. La vida terrena es<br />

un tránsito, una peregrinación hacia la vida celeste. El mundo tiene un centro ordenador, que es el cielo: Dios<br />

creador y salvador. Es un mundo teocéntrico (tiene su centro en Dios), a diferencia del mundo antiguo que es<br />

kosmocéntrico (tiene su centro en todas partes o no tiene centro) y del mundo moderno que es antropocéntrico<br />

(tiene su centro en el hombre). Ambos planos se unen en la revelación de Dios, en los signos de su plan (en la<br />

Palabra revelada) y en la fe en la Palabra. La plenitud de la revelación es el punto de unión privilegiado: el<br />

Cristo. Todo lo que sucedió antes de Cristo es una preparación, una prefiguración de la Encarnación de Dios.<br />

Del mismo modo, todo lo que sucede después es una preparación para la «segunda venida» de Cristo, que<br />

coincide con el Juicio Final. Cristo es el punto de unión entre cielo y tierra, y es el centro nuclear de la historia,<br />

que tiene su comienzo en la Creación y su fin en el Juicio de Dios.<br />

Esta concepción de la historia con su origen en la creación y el pecado, su fin en el Juicio y su centro<br />

en Cristo, desarrolló una importante categoría del pensamiento: el concepto de figura. La figura tiene un<br />

contenido simbólico. Por ella, los hechos desbordan su contenido inmediato, van más allá de sus relaciones<br />

fácticas aparentes, despliegan un sentido. Así como toda la historia pasada preanuncia la Encarnación, así<br />

también todos los hechos presentes son figuras del plan de salvación. De este modo todos los hechos se<br />

convierten en signos, preanuncios de lo que vendrá y cumplimiento de lo anunciado. Hay un sentido que<br />

desborda los acontecimientos y que indica la dirección de la salvación. De este modo, toda la historia pasada se<br />

convierte en pre-figuración del presente y del futuro y el cielo se hace presente en la tierra. No hay, entonces,<br />

azar en los hechos, sino un orden, un significado, un sentido.<br />

El mundo medieval es un mundo de símbolos, es un mundo sujeto a constante interpretación, en el cual<br />

la forma del pensamiento consiste en enlazar los distintos planos de la realidad en una unidad y expresarlos<br />

simbólicamente. La realidad está ordenada a partir de un centro, está jerarquizada, tiene distintos niveles: el<br />

plano de Dios, el plano de los ángeles, el de los hombres, el de la naturaleza, el de los demonios, etc. Pero los<br />

distintos planos están interrelacionados, y se los piensa en una unidad, porque todos son signos de la voluntad<br />

de Dios, del plan de salvación.<br />

El entrelazamiento de los distintos planos es comprendido como un sistema de correspondencias o<br />

analogías. Los distintos planos de signos se corresponden simbólicamente. Por ejemplo: el Dios único para<br />

todos los hombres, se corresponde con el rey para todo el pueblo, que se corresponde con la cabeza para todo<br />

el cuerpo, que se corresponde con el papa para toda la Iglesia, etc.. Hay entonces una unidad jerarquizada de<br />

distintos planos que se corresponden analógicamente.<br />

Esta correlación de planos se expresa con claridad en la Divina Comedia de Dante Alighieri (1.265-<br />

1.321). La obra describe el viaje del mismo Dante por los diversos planos del más allá, guiado por el poeta<br />

romano Virgilio (la unión de los dos poetas simboliza la unión del paganismo antiguo y del cristianismo). Los<br />

distintos planos (infierno, purgatorio y cielo, se corresponden con las tres partes de la obra) están allí<br />

jerárquicamente ordenados, pero no son extraños los unos a los otros. La totalidad está reunida en la obra:<br />

problemas éticos, religiosos, políticos, históricos, poéticos, etc.. Hay en ella una voluntad de abarcar la<br />

totalidad. Ello es posible para el hombre medieval a partir de la revelación; pero el saber nunca es<br />

completamente seguro, porque está abierto a la voluntad libre de los hombres. Es decir, que el mundo medieval<br />

es cerrado, ordenado y jerarquizado. Lo que le da orden es el plan creador y salvador de Dios. Este plan es el<br />

que unifica todos los planos y es el que permite la correlación entre ellos. Pero, en la medida en que la voluntad<br />

libre del hombre interviene en ese mundo, el orden no está completamente cerrado sino hasta el último<br />

instante. El viaje de Dante es posible cuando la historia ha arribado al Juicio, es decir, al final.<br />

El mundo medieval, a diferencia del universo infinito moderno, es cerrado como el kosmos griego.<br />

Pero a diferencia del kosmos griego que es esencialmente trágico, y donde el hombre es arrastrado por las<br />

fuerzas superiores del destino, el mundo medieval es esencialmente dramático, porque la acción libre del<br />

hombre posee una cierta autonomía respecto de las fuerzas objetivas y además es posible discernir los signos<br />

del plan de Dios, el sentido de la totalidad. El universo moderno aparece más indeterminado y azaroso que los<br />

anteriores: ya no es un mundo cerrado y el hombre ya no cuenta con los signos revelados por Dios para la<br />

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