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Nietzsche piensa la realidad como una pluralidad de fuerzas con distintos sentidos y diferentes<br />

intensidades interactuando en cada momento y en todos los lugares. La realidad es un conjunto complejo en el<br />

que las fuerzas se relacionan, se conectan, se yuxtaponen y luchan entre sí conformando constelaciones. En<br />

última instancia toda fuerza es «voluntad de poder», impulso a la dominación, deseo de apropiación, búsqueda<br />

de explotación de una parte de la realidad, creación de sentido y de valor 664 . No son las cosas ni las esencias de<br />

las cosas la fuente del sentido sino las fuerzas que se apoderan de las cosas y las significan.<br />

¿Qué es lo que impulsa el movimiento de la realidad? ¿Cuál es el motor del cambio? Hegel y Marx<br />

sostenían que lo negativo es lo que produce los cambios y las transformaciones de la realidad natural e<br />

histórica. Para Nietzsche existen dos sentidos básicos en cualquier movimiento: uno es negativo, reactivo,<br />

degenerativo, decadente (venganza, resentimiento), en suma, homología, pensamiento dialéctico; el otro es<br />

afirmativo, activo, creativo, (gozo, autoafirmación), en suma, jerarquía, sentimiento de la distancia y de la<br />

diferencia. En este último sentido, la fuerza que domina o manda no niega a la fuerza dominada o subordinada,<br />

sino que “afirma su propia diferencia y goza de esta diferencia” 665 . El problema de cuál es el objeto de la<br />

fuerza o qué quiere una voluntad, Nietzsche lo responde así: «el placer de saberse diferente». Toda fuerza<br />

busca afirmar su diferencia, afirmarse a sí misma.<br />

La pregunta por el objeto de la dialéctica se contesta –para Nietzsche- preguntando por el sujeto de la<br />

dialéctica: ¿qué desea el dialéctico? Y la respuesta es: nada. La voluntad del dialéctico es una voluntad<br />

negativa porque sólo quiere la nada. El pensador dialéctico es el síntoma de una forma de vida agotada y<br />

decadente, que ya no puede afirmar su diferencia, que ya no actúa, que ya no crea, sino que reacciona a las<br />

fuerzas que le amenazan, que le ordenan o le dominan. “Sólo una fuerza así sitúa al elemento negativo en<br />

primer plano en su relación con la otra, niega todo lo que ella no es y hace de esta negación su propia esencia y<br />

el principio de su existencia” 666 .<br />

5. La genealogía de los valores: guerreros, sacerdotes y esclavos rebelados<br />

En la historia de la metafísica, las ideas platónicas, las esencias de los filósofos medievales y los<br />

valores morales se consideran eternos, inmutables, imperecederos, perfectos. Lo eterno no tiene nacimiento, ni<br />

muerte, ni cambio. Lo eterno es representado como una esfera, lisa, pulida, sin manchas ni quebraduras, como<br />

se veían las esferas celestes antes de la invención de los telescopios modernos. Si descubriésemos que algo<br />

considerado eterno surgió (nació, comenzó a ser) en un momento determinado, antes del cual no era o era otra<br />

cosa, entonces, es evidente que ese algo no es eterno ya que antes de ser lo que ahora es, era otra cosa. La meta<br />

de la genealogía es desentrañar, detrás del origen (fundamento) de un valor, su comienzo oculto, bajo, iinnoble<br />

e, incluso, vergonzoso.<br />

¿De dónde procede el valor de los valores? Los filósofos ingleses de la época de la Ilustración (y, tras<br />

ellos, los utilitaristas) sostenían que la utilidad es la fuente del valor. Nietzsche, por el contrario, sostiene que<br />

“fueron los «buenos» mismos, es decir, los nobles, los poderosos, los hombres de posición superior y elevados<br />

sentimientos quienes se sintieron y se valoraron a sí mismos y a su obrar como buenos, o sea como algo de<br />

primer rango, en contraposición a todo lo bajo, abyecto, vulgar y plebeyo. Partiendo de este pathos 667 de la<br />

664<br />

“Algo vivo quiere, antes que nada, dar libre curso a su fuerza –la vida misma es voluntad de poder-. [...] La vida<br />

misma es esencialmente apropiación, ofensa, avasallamiento de lo que es extraño y más débil, opresión, dureza,<br />

imposición de formas propias, anexión y al menos, en el caso más suave, explotación” (Nietzsche, F.: Más allá del bien<br />

y del mal, Madrid, Alianza Editorial, 1972, pp. 34 y 221-22).<br />

665<br />

Deleuze, G.: 1971, p. 17. “Yo contradigo –dice Nietzsche- como jamás se ha contradicho, y, a pesar de ello, soy la<br />

antítesis de un espíritu que dice no” (Nietzsche, F.: 1980a, p. 124).<br />

666<br />

Deleuze, G.: 1971, pp.17-20. Hegel más bien diría que es una fuerza que niega toda otra fuerza que amenaza suprimir<br />

su libertad (y no todo lo que ella no es).<br />

667<br />

«Pathos» es un término griego que significa «sentimiento», «afecto», «pasión», «estado del alma», «carácter».<br />

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