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8.c. El ser-en-y-para-sí o el momento especulativo<br />
“La tercera determinación es que lo que es en sí, y lo que existe para sí, son solamente una y la misma<br />
cosa. Esto quiere decir precisamente evolución. Lo en sí que ya no fuera sólo en sí, sería así otra cosa; por<br />
consiguiente, habría allí una variación, un cambio. En el cambio hay algo que llega a ser otra cosa. En la<br />
evolución podemos también, sin duda, hablar del cambio, pero este cambio debe ser tal que lo otro, lo que<br />
resulta, sin embargo, es aún idéntico con lo primero, de manera que lo simple, el ser en sí, no sea simplemente<br />
negado, destruido. Es algo concreto, algo distinto; pero, sin embargo, contenido en la unidad, en el en sí<br />
primitivo. El germen se desarrolla así, no cambia; si el germen fuese cambiado, desgastado, triturado, no<br />
podría evolucionar. Esta unidad de lo que es, lo que existe y de lo que es en sí, es lo esencial de la evolución.<br />
Es un concepto especulativo, esta unidad de lo diferente, del germen y de lo desarrollado; ambas cosas son dos<br />
y, sin embargo, una. Es un concepto de la razón; por eso todas las otras determinaciones son del<br />
entendimiento. Pero el entendimiento abstracto no puede concebir esto; el entendimiento se queda en las<br />
diferencias, sólo puede comprender abstracciones, no lo concreto ni el concepto” 484 . Dicho de otro modo: “El<br />
momento especulativo, o positivamente racional, concibe la unidad de las determinaciones-especificantes [del<br />
entendimiento] en su oposición; y es lo que allí hay de afirmativo en su resolución [resultado] y en su<br />
superación” 485 .<br />
Lo que Hegel llama la Idea es lo concreto, es la unidad de los momentos anteriores: unidad de la<br />
identidad y de la diferencia, de lo afirmativo y de lo negativo. La Idea es lo universal-concreto. El todo es la<br />
unión de lo uno y lo múltiple (identidad y diferencia). Lo simple, el punto de partida, lo en sí, la identidad<br />
abstracta no es verdadera; es sólo parcial, unilateral. Lo verdadero es lo concreto, lo que reúne la multiplicidad<br />
en una unidad. Todo concreto, en cuanto determinado, limitado, contiene una relación con su complemento,<br />
con lo que no es él. Su límite lo une y lo separa a la vez. Lo verdadero es el todo, o como Hegel también lo<br />
llama: «el concepto absoluto», «la Idea» o «el espíritu».<br />
El lenguaje queda apresado en la identidad universal abstracta donde la contradicción lo inmoviliza: de<br />
aquí la dificultad para expresar la universalidad concreta, el devenir o movimiento del despliegue. Hegel<br />
encuentra la expresión más acabada del movimiento en el razonamiento o silogismo, pues éste incluye la<br />
mediación (el término medio, que vincula el término mayor con el menor en la conclusión), por la que el<br />
concepto se autodiferencia y desarrolla 486 . De esta manera, la unidad de los contrarios permite dar cuenta de lo<br />
complejo, de lo concreto. Porque lo negativo espolea el seno de lo real, éste se muestra como inacabado,<br />
limitado, unilateral, relativo, finito, i-rrealizado, in-saciado, fragmentario 487 . La presencia y ausencia del todo<br />
en cada momento impulsa a lo finito a trascender sus propios límites, a lo de-terminado a elevarse sobre su<br />
término.<br />
No hay que comprender el desarrollo como un proceso simple, unilateral, exterior, como una suma de<br />
los elementos (relacionados desde fuera de ellos mismos), que se extiende indefinidamente, sin completarse<br />
nunca. “El verdadero desarrollo de un todo único es tal que cada momento, cada etapa, cada elemento son a su<br />
vez un todo que se desarrolla; un verdadero todo que es un todo de totalidades y no un todo de elementos<br />
(simples); la totalidad no existe como totalidad de elementos, sino como integridad en el curso del desarrollo”.<br />
Es decir, que la totalidad íntegra está presente y ausente en cada momento. Cada nivel del desarrollo expresa<br />
una realización y una falta de realidad. “Si la evolución absoluta, la vida de Dios y del espíritu es solamente un<br />
proceso, solamente un movimiento, entonces es solamente un movimiento abstracto. Sin embargo, este<br />
movimiento universal, en cuanto concreto, es una serie de las formas del espíritu. Esta serie no debe ser<br />
484 Hegel, G.W.F.: 1975a, p. 57-8.<br />
485 Hegel, G.W.F.: 1944, § 82, p. 74. Corchetes nuestros.<br />
486 Cf. Hegel, G.W.F.: 1944, § 181.<br />
487 Cf. Bloch, E.: 1983, p. 132.<br />
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