O TEMPO NA DIREÇÃO DO TRATAMENTO

▪ O tempo e estruturas clínicas
El tiempo cíclico de las psicosis
Gladys Mattalia
L
a imposibilidad experimentada
del discurso
pulverulento es el caballo
de Troya por donde
entra, en la ciudad del
discurso, el amo que es
en ella el psicótico.
Jacques Lacan – 1967.
Si partimos de la afirmación sostenida
por Lacan, a lo largo de su enseñanza,
que las psicosis no es un caos, un
desorden, sino un nuevo ordenamiento
del mundo: un orden del sujeto; quiero
trabajar en este recorrido las incidencias
causales de la ausencia del significante
primordial y las consecuencias, para un
sujeto psicótico, de la falla en la operación
de separación que condena a las psicosis
a transitar por “fuera-del-inconsciente”
o por “fuera-de-discurso”.
Me detendré particularmente en las incidencias
sobre la constitución de la temporalidad
en esta estructura, cuando la
Bejahung primordial ha sido forcluída.
El sujeto psicótico, sea en la “reiteración”
esquizofrénica o en la “retroacción
en un tiempo cíclico” de la paranoia, nos
ilumina sobre un uso particular del tiempo,
que hace de las psicosis una estructura
de certeza.
Partiré de algunas consideraciones
sobre la constitución de la Bejahung –
afirmación- primordial y de lo que queda
fuera de la simbolización, y por lo tanto
lo que es del orden de la Verwerfung –rechazo-
y que fue traducido por Lacan, al
final de su Seminario 3, Las Psicosis,
como forclusión.
Esto constituye dos modalidades sintomáticas,
dos estructuras diferenciadas:
neurosis y psicosis. Dos modos de existencia:
existir en lo simbólico y existir en
lo real constituyen dos estilos claramente
diferenciados.
Reiteración esquizofrénica
Dos textos freudianos iluminan el trabajo
de Lacan: De la historia de una neurosis
infantil…-1914- y La Negación
-1925-.
Del primero extrae Lacan, un hecho
clínico que constata una fórmula: “Lo
que está forcluído de lo simbólico
retorna en lo real”. Del segundo un dato
de estructura: es la “hiancia de un vacío”
lo que produce lo simbólico.
Vayamos primero a la viñeta clínica de
la pequeña alucinación del “dedo cortado”
de Serguei Constantinovich Pankejeff
(inmortalizado por Freud como “El
Hombre de los Lobos”) conocida por todos
y trabajada por muchos.
“Teniendo cinco años jugaba en el
jardín, al lado de mi niñera, tallando una
navajita en la corteza de uno de aquellos
nogales , que desempeñaban también un
papel en mi sueño. De pronto observé,
con terrible sobresalto, que me había cortado
el dedo meñique de la mano (¿derecha
o izquierda?) de tal manera, que sólo
permanecía sujeto por la piel. No sentía
dolor ninguno, pero sí un miedo terrible.
No me atreví a decir nada a la niñera, que
estaba a pocos pasos de mí, me
desplomé en el banco más próximo y
permanecí sentado, incapaz de mirarme
el dedo. Por último, me tranquilicé, me
miré el dedo y vi que no tenía en él
herida alguna.”
Es interesante ver que el relato está calcado
sobre lo vivido, sin localización
temporal. Relatado como es vivido. Una
suspensión en la posibilidad de hablar.
“Hay aquí abismo, una picada temporal,
un corte de la experiencia, después de la
Heteridade 7
Internacional dos Fóruns-Escola de Psicanálise dos Fóruns do Campo Lacaniano 215