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O TEMPO NA DIREÇÃO DO TRATAMENTO

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superyó o del padre en el sujeto implica<br />

una necesidad estructural de castigo. Por<br />

su parte, el sentido expiatorio del castigo<br />

implica que la ley positiva del corpus<br />

sociocultural que lo decrete encuentre<br />

una resonancia en el nivel de la ley<br />

simbólica del sujeto. Esta resonancia solo<br />

es posible mediante el asentimiento<br />

subjetivo, condición suficiente para que<br />

la sanción tenga un efecto retributivo y<br />

eventualmente curativo, ya que permite al<br />

sujeto admitir su responsabilidad<br />

verdadera y aceptar la sanción como<br />

“su justo castigo”. Al no recrear el<br />

terreno favorable a la subjetivación o<br />

asentimiento, nuestra época no favorece<br />

la responsabilidad sino la producción de<br />

una irresponsabilidad generalizada.<br />

En fin, a propósito de la vergüenza, en<br />

el Reverso del psicoanálisis…, Lacan<br />

proclama un mundo donde “no hay<br />

vergüenza”. La fórmula implica un<br />

cambio de estatuto de la mirada en<br />

relación con la decadencia del Otro. La<br />

vergüenza, entendida como el índice de<br />

un momento donde falta ese campo del<br />

Otro que determina la función del rasgo<br />

unario y del Ideal del Yo, es un afecto<br />

raro en una época proclive a la auto<br />

fundación del sujeto o a la escisión entre<br />

el sujeto y el Otro. La vergüenza es un<br />

afecto que presupone una mirada,<br />

representa un intento de esconder la<br />

realidad de la castración, y surge cuando<br />

la coyuntura muestra la falla de la<br />

identificación fálica. Afirmar que no hay<br />

vergüenza implica entonces admitir un<br />

cambio del estatuto del Otro que mira, o<br />

en otros términos, admitir que se trata,<br />

sea de un Otro que no existe, sea de un<br />

Otro cuya mirada está desprovista de la<br />

potencia de provocar vergüenza. Ahora<br />

bien, en estricto rigor, al mismo tiempo<br />

que anuncia la muerte de aquella<br />

vergüenza ligada al honor, la dignidad y<br />

la nobleza, es decir de la vergüenza como<br />

antónimo del pudor, Lacan afirma entre<br />

líneas que no es posible escapar a un tipo<br />

de vergüenza primordial: la vergüenza de<br />

vivir. Esta forma de vergüenza<br />

ontológica, ligada al goce más íntimo del<br />

ser, es el efecto de la relación del sujeto<br />

con un Otro distinto del Otro freudiano<br />

de la culpa, refleja bien la relación actual<br />

del sujeto con el Otro, y condiciona el<br />

advenimiento de la era de la vida nudita,<br />

tan bien identificada por Agamben.<br />

Frente al panorama esbozado, el paso<br />

de un Otro que empuja al deseo a un<br />

Otro que empuja al goce y su correlato<br />

último, es decir un sujeto que no quiere<br />

saber nada sobre su falta en ser, implica<br />

la pregunta para el psicoanalista sobre el<br />

desarrollo y difusión de su arte. ¿Qué<br />

estrategia futura? ¿Qué actitud frente al<br />

derecho a la guerra? En Los caminos de<br />

la terapia psicoanalítica, Freud anticipa<br />

algunas soluciones posibles. Se evoca allí<br />

la “adaptación de nuestra técnica a las<br />

nuevas condiciones” y el uso de métodos<br />

“más activos”. Para el Freud de Los<br />

caminos…la adaptación del discurso<br />

analítico implicaría ir más allá del sujeto<br />

individual y considerar seriamente la<br />

posibilidad de impacto sobre grandes<br />

masas de individuos en el marco de las<br />

instituciones públicas o privadas de<br />

salud, incluyendo incluso la polémica<br />

posibilidad de un acceso gratuito al<br />

psicoanálisis para las clases populares. En<br />

la perspectiva de la ética freudiana de la<br />

adaptación, creo pertinente operar hoy<br />

una sutura entre la realidad psíquica<br />

individual y la aplicación del arte de la<br />

cura en el nivel de la masa. Esta difícil<br />

tarea implicaría posicionar el discurso<br />

analítico en todos aquellos niveles<br />

políticos en que se trate de contrarrestar<br />

el imperativo al goce inherente al<br />

superyó de la cultura contemporánea.<br />

Para ello se necesitan estrategias<br />

adecuadas y psicoanalistas decididos a<br />

dejar la comodidad de la consulta privada<br />

y crear activamente la demanda con la<br />

oferta en el seno del espacio público, tal<br />

cual lo hiciera Freud a propósito de la<br />

difusión de la peste. Entendiendo que el<br />

discurso analítico opera como regulador<br />

de goce, creo deseable y pertinente, por<br />

ejemplo, su inclusión en programas<br />

públicos de prevención orientados a<br />

estimular la responsabilidad del sujeto y<br />

de las instituciones del Imperio. Crear un<br />

espacio para la palabra allí donde<br />

actualmente domina el goce, es decir en<br />

los ámbitos del comportamiento sexual,<br />

Heteridade 7<br />

Internacional dos Fóruns-Escola de Psicanálise dos Fóruns do Campo Lacaniano 265

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