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Libro de Texto Español 7 (Docente) - Secretaría de Educación

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64<br />

LECTURA<br />

pRELECTURA<br />

• Piense en un lugar <strong>de</strong> su país que conozca y<br />

nombre los elementos <strong>de</strong> la Naturaleza que<br />

lo caracterizan como bello y hermoso.<br />

• Describa, en su cua<strong>de</strong>rno, el entorno natural<br />

don<strong>de</strong> usted vive o algún lugar <strong>de</strong>l turismo<br />

hondureño que más le guste.<br />

• Enumere sus características físicas y morales.<br />

Luego, comparta con sus <strong>de</strong>más compañeros.<br />

LLUVIA DE pECEs EN JULIO (fragmento)<br />

No es alucinación, tampoco un cuento <strong>de</strong> caminos.<br />

En el valle <strong>de</strong> Yoro —uno <strong>de</strong> los edénicos parajes<br />

<strong>de</strong>l trópico— <strong>de</strong>l 3 al 5 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> cada año hay una<br />

lluvia <strong>de</strong> peces <strong>de</strong> agua dulce. Recuerdo el maravilloso<br />

fenómeno en charla con mi hermano, quien me lo ha<br />

<strong>de</strong>scrito con palabras <strong>de</strong> colores marinos. Este relato lo<br />

ofrezco bajo el patrocinio <strong>de</strong>l santo arcángel que, con<br />

hígado <strong>de</strong> pez, curó la ceguera <strong>de</strong> Tobías.<br />

El suceso —increíble para quienes no lo han<br />

presenciado— acaece en una llanura en que los<br />

guayabos florecen. Caen los peces en un área <strong>de</strong><br />

doscientos metros cuadrados.<br />

Al norte, a los dos kilómetros, está la ciudad <strong>de</strong> Yoro;<br />

al sur un montículo cubierto con el pinar; al oriente,<br />

se yerguen las montañas vírgenes; y al poniente,<br />

que es hacia don<strong>de</strong> corren las aguas-lluvias, y como<br />

a unos cien metros, hay un lagunato <strong>de</strong> veinticinco<br />

metros <strong>de</strong> extensión, que solo lleva agua en invierno,<br />

y tiene escape en el arroyo que se forma con el agua<br />

<strong>de</strong>sbordada <strong>de</strong> aquel y la que cae en la lluvia <strong>de</strong> peces.<br />

El día que el fenómeno se efectúa, los habitantes <strong>de</strong><br />

la ciudad lo conocen muy bien por los gran<strong>de</strong>s<br />

nubarrones negros que se forman en la cresta<br />

<strong>de</strong> la montaña <strong>de</strong> “La Flor”, los cuales van<br />

<strong>de</strong>scendiendo poco a poco hasta cubrir toda<br />

la planicie e inmediatamente se <strong>de</strong>sata una<br />

tormenta furiosa que dura pocos instantes.<br />

Cuando esto pasa, todo queda <strong>de</strong>spejado,<br />

el sol impone su esplendor y entonces pue<strong>de</strong><br />

admirarse en la sabana a miles <strong>de</strong> peces vivos, que<br />

brincan y se empeñan en seguir los hilos <strong>de</strong> agua<br />

<strong>de</strong> la tormenta, escabulléndose entre los hierbales. Y<br />

ocurre algo sorpren<strong>de</strong>nte, que da color y estrépito a<br />

la escena: todas las aves que se nutren <strong>de</strong> peces acu<strong>de</strong>n<br />

como si se hubieran dado cita puntual; numerosas<br />

bandadas <strong>de</strong> clarineros y <strong>de</strong> “sanates” llegan en<br />

algarabía bárbara; garzas morenas, blancas y rosadas<br />

forman remolinos, atropellándose; y los alcatraces, los<br />

“ajoquines” hambrientos, sacan su tripa <strong>de</strong> mal <strong>de</strong><br />

año, y hasta los “pichiches” inquietos baten sus alas<br />

encendidas, como mariposas…<br />

Y comen todos, que es un contento, metiendo<br />

ruido, saciándose mientras los muchachos, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> presenciar en éxtasis el espectáculo fascinador, se<br />

apresuran a recoger los peces <strong>de</strong> gran calado, los <strong>de</strong> la<br />

carne apetecida, uniendo su bullanguería a la <strong>de</strong> los<br />

pájaros fiesteros.<br />

—Sublime instante —dice Bernardo— en que pájaros<br />

y muchachos conviven como si fueran amigotes, siendo<br />

partícipes <strong>de</strong> una ganancia caída <strong>de</strong> los cielos. Algunos<br />

peces logran escabullarse, ganando su salvación en el<br />

arroyo improvisado.<br />

En el relato <strong>de</strong>sfilan con sus ojazos <strong>de</strong> agua dulce<br />

las sardinas, las mojarras, los “guapotes” blancos, los<br />

sábalos y las “olominas”. Aparecen también las famosas<br />

“sardinas papelillas” y las “guavinas” que tienen astucia<br />

singular para burlarse <strong>de</strong> sus perseguidores, pues se<br />

entierran en la arena cuando se ven acosadas y así<br />

logran <strong>de</strong>spistar.<br />

—Y una vez cayó en la trifulca un tiburón jovencito.<br />

Hay que creerlo, porque yo tampoco creía en lo <strong>de</strong> la<br />

lluvia <strong>de</strong> peces —aña<strong>de</strong> mi hermano.<br />

Rafael Heliodoro Valle, hondureño.

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