Libro de Texto Español 7 (Docente) - Secretaría de Educación
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eL BruNO (fragmento)<br />
La temporada tocaba a su término. Los cortadores<br />
iban, por vez postrera, repasando las matas, entre<br />
cuya entreverada ramazón algunos granos tintos<br />
habíanse escapado a posprimeros cortes; al<br />
mismo tiempo recogían <strong>de</strong>l suelo, <strong>de</strong> entre la<br />
hojarasca marchita, los que, caídos, se recubrían<br />
<strong>de</strong> tamo al contacto <strong>de</strong>l humus. El señor Conse<br />
andaba muerto <strong>de</strong> fatiga. No <strong>de</strong>scansaba un<br />
instante.<br />
Por las noches apenas dormía, recorriendo pospatios,<br />
vigilando el café que se secaba. Envuelto en su chiva<br />
chapina, revólver al cinto rotundo puro humeante en<br />
la boca, iba <strong>de</strong> un rumbo a otro. De largo en largo<br />
las llamas rojizas <strong>de</strong> unos faroles escalonados, rasgaban<br />
la <strong>de</strong>nsa negrura <strong>de</strong> la noche. En la tupi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la<br />
atmósfera, <strong>de</strong>sproporcionábase, sonoroso, el trémolo<br />
ríspido y estri<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los chiquirines.<br />
En estos días ocurrió algo, que varió <strong>de</strong> rumbo, por<br />
completo, la vida <strong>de</strong>l infeliz Bruno.<br />
Una mañana, la Úrsula, al encontrarse en la vereda <strong>de</strong><br />
la quebrada con Bruno, no le sonrió espontánea, como<br />
solía hacerlo; y cuando el muchacho se apareó e intentó<br />
tomarle la mano, con ánimo <strong>de</strong> guardarla entre la suya<br />
mientras caminaban hasta la empalizada <strong>de</strong> la huerta,<br />
la muchacha la retiró, levantándola. Bruno sintió que<br />
el corazón se le <strong>de</strong>spedazaba, y con acento acuitado y<br />
trémulo interrogó:<br />
—¿Qué tenés, Úrsula? ¿Por qué sos así?<br />
BiOGraFÍa DeL autOr<br />
Literatura<br />
La muchacha apenas contestó apretando el paso.<br />
Bruno la siguió en silencio. Cuando hubieron<br />
llegado a la empalizada, la Úrsula se <strong>de</strong>tuvo cerca <strong>de</strong>l<br />
portillo, y díjole a Bruno: —¡Mirá! Andate po’ray; no<br />
vaya a ser el diablo que nos veyan juntos.<br />
Bruno, con lágrimas en la voz, quiso implorar alguna<br />
explicación; pero la muchacha no le dio tiempo.<br />
Traspasó el portillo y se alejó, rauda, sin volver una<br />
vez tan siquiera la cabeza. Bruno quedose ahí largo<br />
espacio, y a seguidas, dirigiose a su rancho, en don<strong>de</strong><br />
seguramente, la madrecita achacosa y encanecida, le<br />
esperaba al amor <strong>de</strong> las brasas <strong>de</strong>l poyo, que prestaba<br />
calor a sus huesos ateridos, a la vez que sus <strong>de</strong>dos<br />
sarmentosos <strong>de</strong>sgranaban, temblones, las cuentas<br />
<strong>de</strong>l amarillento rosario, y sus labios, exangües,<br />
bisbiseaban, torpes, sus acostumbradas oraciones.<br />
Arturo Ambrogi, salvadoreño.<br />
Rafael Heliodoro Valle.(Tegucigalpa, 1891- México, 1959). Escritor y poeta hondureño; realizó <strong>de</strong>stacados<br />
estudios en el campo <strong>de</strong> la historia y la literatura. Fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma y<br />
embajador <strong>de</strong> Honduras en Estados Unidos. Obras: El rosal <strong>de</strong>l ermitaño (1911), Como la luz <strong>de</strong>l día y Poemas <strong>de</strong><br />
pasión, amor y sacrificio (1913), Anecdotario <strong>de</strong> mi abuelo (1915), Cómo era Iturbi<strong>de</strong> (1922), El espejo historial (1937),<br />
Ánfora sedienta (1922), Poemas (1954), Oradores americanos (1946), Flor <strong>de</strong> Mesoamérica (1955), Índice <strong>de</strong> la poesía<br />
centroamericana (1941), entre otras.<br />
Arturo Ambrogi. (San Salvador, 1874-1936). Es el mejor cronista en la historia <strong>de</strong> la literatura salvadoreña.<br />
Fue amigo <strong>de</strong> Rubén Darío, Leopoldo Lugones y Enrique Gómez Carrillo; por eso se le ha clasificado como<br />
mo<strong>de</strong>rnista, y como cuentista, se ubica en el Costumbrismo. Sus producciones contienen instantáneas <strong>de</strong> la<br />
campiña salvadoreña, sus hombres y sus paisajes, que son el prece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> esta corriente que culmina con<br />
Salarrué. Algunas <strong>de</strong> sus publicaciones: Bibelots (1893), Sensaciones crepusculares (1904), Marginales <strong>de</strong> la Vida (1912),<br />
El tiempo que pasa (1913), Crónicas marchitas (1916), Muestrario (1955), entre otras.<br />
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