Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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200 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
murciélago es a jaguar» 23 (o, registrada a través de su aplicación:<br />
«Generalmente considerado responsable de una abertura<br />
corporal y de una emisión de sangre, el murciélago se transforma<br />
[...] en responsable de un cierre corporal y de la reabsorción<br />
de los excrementos»). Tal vez se podría demostrar que esta<br />
segunda regla es un principio invariable de la lógica de los<br />
mitos, pero muy difícilmente alguien se la podría tomar <strong>como</strong><br />
una transformación que es «obvia» o «intuitivamente» verdadera.<br />
Noam Chomsky también es totalmente explícito acerca de<br />
la finalidad del divorcio entre «certeza» y «necesidad», así <strong>como</strong><br />
de las segundas nupcias de la primera, esta vez con la «invariancia»,<br />
denominada a veces universalidad. Después de describir<br />
algunas de las muchas reglas del lenguaje, Chomsky extrae<br />
enfáticamente una conclusión que apenas se puede considerar<br />
platónica: 24<br />
No existe una necesidad a priori para que esto sea verdad.<br />
Estas características del lenguaje, si son ciertas, son hechos empíricos.<br />
Es razonable suponer que existen a priori respecto al organismo,<br />
en el sentido de que definen, para él, lo que resulta ser un<br />
lenguaje humano, así <strong>como</strong> determinan el carácter general de su<br />
conocimiento adquirido del lenguaje. Pero es fácil imaginar sistemas<br />
de lenguaje que se aparten de estos principios. [...] Podemos<br />
especular que semejantes principios lo son a priori para las<br />
especies [...] pero no son propiedades necesarias, ni siquiera naturales,<br />
de todos los sistemas imaginables que pueden facilitar las<br />
funciones del lenguaje humano.<br />
En otras palabras, las reglas invariables del lenguaje pueden<br />
parecer necesarias desde la perspectiva de la subjetividad<br />
individual de cualquier miembro de la especie Homo sapiens,<br />
tal <strong>como</strong> ésta surgió sobre la faz de la tierra. Para cada ser humano,<br />
las reglas se dan de una vez para siempre, en tanto que<br />
constituyentes indispensables de su universo inteligible; ello<br />
LA CULTURA COMO ESTRUCTURA<br />
201<br />
hace que tal vez se puedan poner de relieve mediante el uso de<br />
«la razón vuelta hacia sí misma» pero, en este sentido, la palabra<br />
«necesidad» no añade gran cosa a la noción de universalidad,<br />
que es un hecho empírico. Es decir, esta necesidad experimentalmente<br />
ídentificable «aquí y ahora» es en sí misma un<br />
artefacto de un largo proceso histórico de desarrollo, y debe su<br />
posición a priori respecto a experiencias concretas, individuales<br />
o grupales, al hecho de ser una realidad a posteriori en la experiencia<br />
histórica colectiva de la especie. <strong>La</strong> historia de la especie<br />
conduce a la cristalización de algunas estructuras en<br />
calidad de elementos constituyentes del universo inteligible y<br />
significativo de todos y cada uno de los miembros de dicha especie.<br />
Podemos decir que el proceso vital del ser humano en tanto<br />
que persona (la entidad individual definida por sus valores y<br />
por los fines que persigue, teleológicamente organizada y orientada<br />
hacia el futuro) sólo es posible y sólo tiene lugar de hecho<br />
en el marco de su existencia <strong>como</strong> sujeto epistémico. Esta existencia,<br />
a su vez, está inmersa en un mundo humano históricamente<br />
estructurado y organizado, en el cual se ha cumplido el<br />
isomorfismo del pensamiento y de la <strong>praxis</strong> humanas. En los<br />
términos más generales, la relación entre la actividad del individuo<br />
y el contexto estructural puesto por el universo donde<br />
vive se puede comparar con la relación entre un trabajador y<br />
una máquina, tal <strong>como</strong> la describió Marx en sus Gmndmse-P<br />
El movimiento de la maquinaria determina y regula en todos<br />
sus aspectos la actividad del trabajador, limitada a una mera abstracción.<br />
Y nunca ocurre al revés. El conocimiento que, plasmado<br />
en su construcción, obliga a las partes inanimadas de la máquina<br />
a trabajar apropiadamente, <strong>como</strong> un autómata, no existe<br />
en la conciencia del trabajador, pero, a través de la máquina, actúa<br />
sobre él <strong>como</strong> una fuerza ajena, <strong>como</strong> el poder de la propia<br />
máquina.