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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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180 LA CULTURA COMO PRAXIS LA CULTURA COMO ESTRUCTURA 181<br />

incidencia aleatoria: todo es igualmente posible, todo puede pasar<br />

con el mismo grado de probabilidad; en otras palabras, nada<br />

se puede predecir con exactitud. En un estado completamente<br />

falto de orden (estructura), no hay una cantidad de datos que<br />

baste para predecir una secuencia futura de acontecimientos (estados<br />

futuros del campo en cuestión). Por el contrario, la estructura<br />

implica alguna diferenciación entre las probabilidades<br />

reales de los estados teóricamente concebibles: algunos de ellos<br />

son más probables que otros; luego, los estados futuros de un<br />

campo estructurado son predecibles. Cuanto más estructurado<br />

(ordenado) esté un conjunto dado, menos información se necesitará<br />

para hacer una previsión de futuro razonablemente fiable.<br />

Esta cualidad única y, de hecho, rara de los todos estructurados<br />

(sistemas) se puede atribuir a la presencia de patrones<br />

o pautas repetidos. A menudo se entiende mal la naturaleza<br />

exacta de estas pautas. Existe una tendencia en las ciencias sociales<br />

a generalizar los atributos universales de los sistemas a partir<br />

de una clase de atributos mucho menos universal, pertenecientes<br />

a un subconjunto de todos estructurados representados<br />

principalmente por los organismos vivientes individuales, en el<br />

sentido biológico. El rasgo peculiar de estos sistemas consiste en<br />

su carácter «defensivo»; habitualmente poseen estrechos límites<br />

de tolerancia respecto a la flexibilidad de sus propias variables, y<br />

su «carácter sistémico» se manifiesta sobre todo en la acción especializada<br />

de «equilibrar» unidades, con dos efectos principales:<br />

a) impedir las oscilaciones excesivas de las variables que<br />

puedan poner en peligro la supervivencia del conjunto; b) mantener<br />

(y, si hace falta, retornar) el conjunto del sistema dentro<br />

de los límites fijados por parámetros fronterizos rígidos e inquebrantables.<br />

Esta cualidad de los sistemas en cuestión indica<br />

su fragilidad, la limitación de su naturaleza sistémica, su vulnerabilidad<br />

ante las condiciones adversas que tienden a colapsar<br />

la resistencia antientrópica. En última instancia, se reduce a la<br />

circunstancia de que cualquier relación constante entre las su-<br />

hunidades el sistema (que están en el fondo de su desafío a la<br />

ley de la entropía), se lleva a cabo y se mantiene dentro de los<br />

límites definidos que perfilan los parámetros fronterizos. Esta<br />

«analogía orgánica» injustificada ha resultado persistente hasta<br />

el punto de que casi ha constituido una concepción sociológica<br />

endémica acerca del sistema social. Originada en la época<br />

moderna en los trabajos de Pareto y Durkheim, se proyecta en<br />

una tendencia bien fijada de la teoría social a identificar la cuestión<br />

de la supervivencia del sistema social con la defensa de una<br />

red de interacciones rígida y duradera. Esta tendencia ha hallado<br />

su elaboración más completa y sofisticada en la visión parsoniana<br />

del sistema social. Walter Buckley ha señalado su carácter<br />

defectuoso intrínseco: 4<br />

Mientras los organismos maduros, en razón de su propia naturaleza<br />

organizativa, no pueden cambiar sus estructuras dadas<br />

más allá de ciertos límites muy estrechos sin perder su viabilidad,<br />

semejante capacidad es precisamente lo que distingue los<br />

sistemas socio<strong>cultura</strong>les. En el esquema evolutivo, se trata de<br />

una ventaja adaptativa importante de este último nivel de organización.<br />

Ahora, el problema con el enfoque discutido ya no se centra<br />

en la premisa de que existen límites a la viabilidad del sistema,<br />

fronteras, dentro de las cuales las subunidades del sistema<br />

permanecen interrelacionadas de manera definida; de hecho,<br />

en este sentido todo sistema y toda estructura imaginable tienen<br />

límites. El concepto intuitivo de la «estrechez» de los límites,<br />

que probablemente desafiará cualquier intento de especificación<br />

empírica, tampoco sirve de guía fiable en nuestro esfuerzo<br />

Por desenredar las cualidades universales de las manifestaciones<br />

°rganísticas específicas que presentan las estructuras. En realidad,<br />

no parece que la intuición que alienta nuestros prejuicios<br />

contra la extrapolación del modelo biológico al campo de los

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