Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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86 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
contingencias es una contingencia en sí mismo y ningún esfuerzo<br />
hará que deje de serlo. El acto de la traducción nunca es un<br />
evento singular que hace innecesario cualquier otro intento de<br />
la misma naturaleza. El terreno de reunión, la tierra de frontera,<br />
de las <strong>cultura</strong>s es el territorio en el cual se trazan continuamente<br />
unos límites sólo para violarlos y volver a trazarlos una y otra<br />
vez (y no es el menos importante de los factores que influyen en<br />
semejante dinámica el hecho de que las partes cambien después<br />
de cada uno de los intentos sucesivos de traducción).<br />
<strong>La</strong> traducción trans<strong>cultura</strong>l es un proceso continuo que sirve<br />
a la cohabitación tanto <strong>como</strong> la constituye, de gentes que no<br />
se pueden permitir ocupar el mismo espacio ni cartografiar ese<br />
espacio común, cada uno a su manera. No hay acto de traducción<br />
que deje intactas a las partes implicadas. Ambos surgen de<br />
su encuentro cambiados, diferentes al final respecto a <strong>como</strong><br />
eran al principio; y así, cuando la traducción queda atrás, se<br />
completa el momento y se necesita un «nuevo intento». Ese<br />
cambio recíproco es, precisamente, la obra de la traducción.<br />
En un libro reciente," Anthony Giddens comenta profusamente<br />
el viaje antropológico de Nigel Bailey a Indonesia, que, a<br />
su modo de ver, sienta el patrón para el enfoque que los estudiosos<br />
de «otras <strong>cultura</strong>s» podrían y deberían seguir. «<strong>La</strong> antropología<br />
—observa Giddens con aprobación— descubrió lo que se<br />
podría llamar la inteligencia esencial de otras <strong>cultura</strong>s y tradiciones.»<br />
Con todo, lo ha hecho tardíamente. Durante mucho tiempo,<br />
seguir los cánones de la metodología ortodoxa en los informes<br />
antropológicos, significaba seguir el principio de la «ausencia<br />
de autor». Esa pretendida ausencia era, sin embargo, un disfraz<br />
para el posicionamiento de superioridad del autor, de su omnisciencia:<br />
todo ocurría <strong>como</strong> si el autor se disolviese —y, con él,<br />
también desapareciesen sus defectos e insensateces, privados o<br />
socialmente artificiosos— en el conocimiento objetivo del que<br />
actuaba <strong>como</strong> portavoz. En la misma línea, Karl Marx explicaba<br />
que «la anatomía del hombre» era la clave para la anatomía del<br />
INTRODUCCIÓN<br />
gran simio; desde esta perspectiva, las «formas superiores» de la<br />
evolución humana revelarían la sustancia de las «formas inferiores»,<br />
que andarían a tientas en la oscuridad para alcanzar la verdad<br />
que sólo se abriría a sus sucesores «más avanzados». Desde<br />
el punto de vista de Giddens, la «ausencia [putativa] del autor»<br />
tenía <strong>como</strong> efecto que los estudios resultantes no estuviesen llenos<br />
de engranajes ¿alógicos con «otras <strong>cultura</strong>s». En su viaje a<br />
Indonesia, Bailey se comportó de una forma distinta y admirable:<br />
«Él es el ingenuo, más que aquellos a los que investiga. Es<br />
<strong>como</strong> un Lucky Jim* del mundo antropológico».<br />
Giddens capta aquí la esencia de la nueva antropología, hecha<br />
a medida del mundo poscolonial, en el que muchas fronteras<br />
son encuentros entre extranjeros, ninguno de los cuales llega<br />
a la reunión con permiso para marcar el orden del día. Todos<br />
los residentes en las tierras de frontera se enfrentan a una tarea<br />
similar: entender, no censurar; interpretar, no legislar; abandonar<br />
el soliloquio en beneficio del diálogo. Éste parece ser el<br />
precepto para unas humanidades nuevas, más humildes, y por<br />
esta razón más potentes, prometiendo a los perplejos hombres<br />
y mujeres de nuestro tiempo una comprensión y una esbozo de<br />
orientación en la multitud de experiencias actuales, cada vez<br />
más descoordinadas y, a menudo, contradictorias. Y por una<br />
vez las humanidades podrían ser capaces de cumplir su promesa.<br />
Pero hay mucho más que decir.<br />
El precepto para las humanidades descrito anteriormente<br />
también parece hecho a medida de nuestra época de intercambio<br />
y comunicación globales, una época de un tiempo plano y<br />
* Lucky Jim es el título y el personaje principal de una novela (1954) del escritor<br />
británico Kingsley Amis. «Lucky Jim», Jim Dixon, es un joven profesor universitario<br />
procedente de la workingclass que, imbuido de esperanza y confianza en sí mismo y en<br />
la naturaleza humana, se topa con que el orden social, y el académico, continúa dominado,<br />
si no bloqueado, por la antigua clase dirigente, asentada sobre los prejuicios y las<br />
prerrogativas heredadas más que sobre la experiencia y el mérito. <strong>La</strong> denominación ha<br />
acabado por simbolizar en el lenguaje cotidiano la ingenuidad, pero una ingenuidad<br />
abierta y constructiva. (N. del í.)<br />
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