Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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164 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
entidades construidas de un material distinto de lo que se comunica,<br />
entidades cuyo contenido es el resultado de la codificación<br />
o traducción del emisor del mensaje y que exigirá igualmente su<br />
descodificación o retraducción por parte del receptor, si definimos<br />
los símbolos así, no hay duda de que muchos animales<br />
hacen un amplio uso de ellos. Con todo, todavía era posible señalar<br />
al menos tres diferencias importantes en el uso de símbolos<br />
entre humanos y animales:<br />
a) En la relación entre el símbolo y lo que simboliza. Esta<br />
relación puede ser «natural» o «arbitraria», y esta distinción<br />
puede ser válida en un sentido doble. Primero, en cuanto a la<br />
presencia o a la ausencia de algún tipo de parecido físico entre<br />
el símbolo y su referente. Segunda, y más importante, resulta<br />
la diferencia entre una situación en la cual un símbolo, aunque<br />
no tenga el más remoto parecido con su referente, se produce<br />
«automáticamente» mediante una asociación causal con dicho<br />
referente, y otra situación, en la cual la criatura que utiliza el<br />
símbolo puede optar entre producirlo o no cuando aparece<br />
el referente o bien puede producir el símbolo incluso sin contigüidad<br />
fisiológica alguna con el referente, ni temporal, ni espacial.<br />
b) En el tipo de referente al que se asocian los símbolos.<br />
Los símbolos pueden contener información sobre el estado<br />
«subjetivo» del organismo productor de símbolos en el momento<br />
mismo de la producción; o pueden contener información<br />
referida a cosas y acontecimientos «objetivables», es decir,<br />
separables, tanto espacial <strong>como</strong> cronológicamente, del<br />
organismo productor de símbolos en el momento de la producción.<br />
Otra forma de plantearlo es distinguiendo entre un<br />
uso de los símbolos «frío», «sin emoción» (cuando es posible<br />
hablar del «fuego» sin experimentar ni miedo a la llama ni un<br />
impulso de huida) y un uso de los símbolos <strong>como</strong> un componente<br />
integral e inseparable de un patrón complejo y unifica-<br />
LA CULTURA COMO CONCEPTO<br />
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do de conducta emocionalmente organizada (cuando el grito de<br />
«fuego» sólo se da simultáneamente con una huida real). Bajo<br />
esta terminología, la distinción ahora comentada parece estar<br />
muy cerca de la primera.<br />
c) En la manera <strong>como</strong> se estructura internamente el uso de<br />
los símbolos. Esto se refiere no tanto a los símbolos aislados<br />
<strong>como</strong> a los sistemas simbólicos, en los cuales cada símbolo es<br />
un elemento de un código, definible <strong>como</strong> una red pautada de<br />
interconexiones entre los símbolos individuales. Existen códigos,<br />
<strong>como</strong> el código tricolor de las luces de tráfico, en los cuales<br />
los símbolos no se pueden combinar para producir nuevos<br />
significados y donde se supone que las combinaciones de símbolos,<br />
que se deben utilizar separadamente, sólo pueden producir<br />
confusión, es decir, solapamiento de significados incompatibles.<br />
Y existen códigos de diferentes tipos, en los cuales<br />
una cantidad relativamente pequeña de unidades pueden producir,<br />
aplicando las oportunas reglas de combinación, una multitud<br />
prácticamente inacabable de significados. André Martinet<br />
denominó «doble articulación» a esta segunda cualidad,<br />
típica del lenguaje humano: 87<br />
Lo que parece distinguir el lenguaje humano de esas formas<br />
de actividad que se han constatado en otros seres vivos y que podríamos<br />
sentirnos tentados de llamar también «lenguaje», ¿no es<br />
acaso el hecho de que el hombre se comunica mediante enunciados<br />
articulados en palabras sucesivas, mientras que las producciones<br />
vocales emitidas por los animales no nos parecen susceptibles<br />
de análisis, ni por lo que se refiere a su sentido ni a su forma? Parece,<br />
pues, que el lenguaje humano no es únicamente articulado,<br />
sino doblemente articulado, articulado sobre dos planos.<br />
El lenguaje humano debe su riqueza única y su flexibilidad<br />
a esta doble articulación, le debe su capacidad de producir,<br />
prácticamente sin limitaciones técnicas, cualquier signifi-