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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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188 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

rica de Shannon y en modo alguno empleado por esta teoría,<br />

una y otra vez se vincula el uso de la palabra «información» con<br />

un «observador» que tiene (o tenía) una incertidumbre, a quien<br />

se ha pasado la información, y que la ha empleado para dispersar<br />

su incertidumbre (subjetiva), etc. De hecho, en aquellas descripciones<br />

no matemáticas de los fenómenos relacionados con<br />

la información, y dado el origen no experto, vernáculo, de la<br />

palabra, es difícil prescindir enteramente del «observador» sin<br />

arriesgarse a caer en el artificio y en la falta de fluidez. Por inevitable<br />

que probablemente sea, hay que advertir que este desafortunado<br />

empleo puede contribuir a la ya profusa tendencia a<br />

interpretar la información en términos subjetivos, reforzando y<br />

garantizando el enfoque mentalista de la teoría de la <strong>cultura</strong>.<br />

Además, la presencia del «observador» ubicuo en las versiones<br />

verbales de la teoría de la información es completamente redundante<br />

desde el punto de vista teórico, motivada sólo por la<br />

conveniencia expresiva (o, posiblemente, por el deseo de acercar<br />

una noción poco familiar a la experiencia del lector). El concepto<br />

de información no requiere la noción de mente del observador<br />

<strong>como</strong> componente constitutivo de igual manera que<br />

tampoco la necesita el concepto de entropía. «<strong>La</strong> incertidumbre»,<br />

la piedra angular de la teoría de la información, no es en<br />

absoluto un fenómeno subjetivo, sino que se trata de la distribución<br />

aleatoria de probabilidades de que ciertos miembros de<br />

un conjunto de acontecimientos posibles acaben finalmente por<br />

tener lugar, es decir, se trata de un fenómeno objetivamente<br />

real. Ni siquiera la «transmisión» de información se refiere a un<br />

intercambio real de conocimiento entre dos mentes conscientes:<br />

de hecho, denota un cambio en la distribución de probabilidades,<br />

un cambio que se da nuevamente en un sentido real objetivo.<br />

Pasar información es, sobre todo, transformar el medio o<br />

canal descrito en términos informativos; es una operación real,<br />

tangible y objetiva que se lleva a cabo en un sector de la realidad<br />

objetiva. Los aumentos y disminuciones en el volumen de la in-<br />

LA CULTURA COMO ESTRUCTURA 189<br />

formación accesible son procesos objetivos que se desarrollan<br />

y se completan independientemente de la presencia en las inmediaciones<br />

de una «mente de observador» que pueda contemplarlos<br />

y aprovechar sus beneficios (o padecer sus perjuicios).<br />

En última instancia, la relevancia humana, verdadera y<br />

práctica, de las oscñaciones de la información consiste en la oportunidad,<br />

ofrecida a cualquier mente que se pueda situar en la<br />

posición de observador, de determinar la situación, de establecer<br />

la predicción correcta y de seleccionar la conducta adecuada.<br />

Sin embargo, teniendo en cuenta la orientación interna de<br />

este proceso, hay que hacer notar que los seres humanos no entran<br />

en los procesos informativos <strong>como</strong> factores operativos que<br />

codeterminen el volumen real de información accesible. Si se introducen<br />

en los mencionados procesos, lo hacen representando<br />

otro rol, el de soportes y ejecutores de la práctica, el de productores<br />

y manipuladores del entorno.<br />

ESTATUS ONTOLÓGICO Y EPISTEMOLÓGICO DE LA ESTRUCTURA<br />

El papel creciente que desempeña la noción de estructura<br />

en la lógica de la ciencia moderna revive una serie de debates<br />

fundamentales relacionados con la naturaleza de la cognición y<br />

del conocimiento. Todos ellos tienen una larga historia y ocupan<br />

un lugar preeminente en la tradición intelectual de Occidente<br />

nacida del influyente choque entre dos corrientes principales<br />

de la filosofía griega. En el presente contexto, vale la pena<br />

mencionar dos de esos debates, ya que, de forma manifiesta o<br />

latente, subyacen en el fondo de la actual discordia en el seno de<br />

las ciencias sociales que ha convertido al estructuralismo en el<br />

principal adversario del establishment positivista. El primero es<br />

la controversia entre el conocimiento de «lo cierto» y de «lo<br />

contingente»; el segundo es la polémica entre la ontología del<br />

objeto de cognición «trascendente» y del «inmanente».

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