Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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272 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
intensos, más sagrados que los propios dioses. En un sentido objetivo,<br />
en tanto que distinto de la teología teórica, la Virgen María,<br />
la madre humana de Dios, es el principal objeto de devoción<br />
en la Iglesia católica.<br />
Bien, el propio Jesucristo, cuyo culto en todo el mundo hace<br />
sombra sin duda al culto del Dios Padre, tiene el estatus<br />
existencial absolutamente ambiguo de ser un hijo de Dios nacido<br />
de una madre terrena; él mismo utilizaba el nada ambivalente<br />
título de «hijo del hombre». <strong>La</strong> inserción de la ambigüedad<br />
fundamental en la definición aceptada coincidió con la<br />
elevación de Cristo a la cima misma de la jerarquía sagrada.<br />
<strong>La</strong> tercera frontera, de una importancia aparentemente capital,<br />
es la que se establece entre «nosotros» y «ellos» <strong>La</strong> supresión<br />
de los casos ambivalentes intermedios es una condición<br />
necesaria para la cohesión del grupo, por ejemplo la aplicación<br />
de tipos conductuales singénicos en tanto que distintos de los<br />
biocenóticos, que son opuestos por lo que se refiere a la relación<br />
con extraños. 29 <strong>La</strong> existencia misma de los casos de frontera<br />
en esta área fundamental crea una enorme tensión entre<br />
dos conjuntos incompatibles de pautas de comportamientos y<br />
actitudes (algo similar a la tensión que hace que el espinoso*<br />
entierre su cabeza en la arena cuando, al aproximarse al límite<br />
de su territorio de nidificación, es incapaz de elegir entre la<br />
postura beligerante del nativo, expulsando al intruso del hogar,<br />
y la postura defensiva del merodeador en una tierra de extraños<br />
poco o nada hospitalarios). Hagamos notar en este contexto<br />
que existe una contradicción obvia entre el núcleo mismo de<br />
la argumentación de Leach y su objeción a la insistencia de Lévi-Strauss<br />
en la tendencia inherente de la <strong>cultura</strong> a generar di-<br />
* <strong>La</strong> palabra «espinoso» (stickleback en inglés) designa a varias especies de peces<br />
(particularmente Gasterosteus acúlenlas) que presentan algunas espinas libres y móviles<br />
en el dorso y los flancos. Se caracterizan por un fuerte instinto de territorialidad,<br />
asociado a conductas agresivas y desafiantes. (N. del t.)<br />
LA CULTURA COMO PRAXIS 273<br />
visiones a partir de disyuntivas: «No es suficiente tener una diferenciación<br />
yo/ello, nosotros/ellos, también necesitamos una escala<br />
gradual cerca/lejos, más <strong>como</strong> yo/menos <strong>como</strong> yo». 30 El<br />
carácter gradual, intermedio, del estatus existencial es la causa<br />
misma de terremoto conductual al que el tabú y lo sagrado pretenden<br />
poner remedio. <strong>La</strong> imagen de una escala graduada procede<br />
de la posibilidad y, de hecho, de la profunda tendencia de<br />
la conceptualización <strong>cultura</strong>l a disponer fronteras diversas en<br />
una secuencia o, mejor, en una serie de circunferencias concéntricas,<br />
trazadas alrededor del ego: en este sentido, la frontera<br />
«yo/ello» está «más cerca» que la frontera «nosotros/ellos», que,<br />
a su vez, está rnás «más cerca» que la frontera última «este mundo/otro<br />
mundo». Otras muchas fronteras se dejarán atrás, sin<br />
encontrar su lugar en este continuum centrado subjetivamente,<br />
<strong>como</strong> por ejemplo las fronteras entre los estados y formas de la<br />
materia, que hicieron de sus transgresores —alquimistas, forjadores,<br />
herreros— figuras semisacras y semimarginadas. Sea cual<br />
sea la importancia de la cartografía egocéntrica de las divisiones<br />
del mundo (elaborada, entre otros, por Alfred Schutz en<br />
sociología y Kurt Lewin en psicología), el acto y su producto se<br />
materializa por obra de una serie de oposiciones disyuntivas nítidas,<br />
oposiciones que constituyen los focos únicos para los tabúes<br />
y la sacralidad.<br />
En realidad, una naturaleza gradual del «ser nosotros» o «ser<br />
ellos», si se pudiese llegar a imaginar, minaría el fundamento mismo<br />
de la orientación humana en el mundo. «Nosotros» practicamos<br />
un juego que no suma cero, o al menos eso pretendemos,<br />
mientras que se espera y se desea que «ellos» jueguen uno que sí<br />
sume cero. «Nosotros» compartimos el mismo destino, nos enriquecemos<br />
o caemos en la miseria juntos, mientras «ellos» se<br />
aprovechan de nuestras calamidades y se resienten por nuestros<br />
éxitos. Se supone que «nosotros» nos ayudamos mutuamente,<br />
mientras «ellos» acechan nuestros fallos. «Nosotros» nos entendemos,<br />
sentimos y pensamos lo mismo, mientras «ellos» perma-<br />
I