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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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36 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

Ambas perspectivas resultaban accesibles en ei momento<br />

en que se impuso ei modelo ortodoxo de <strong>cultura</strong>. Todavia existían<br />

en ei planeta numerosas áreas con escasa o ninguna comunicación<br />

con sus vecinos, poblaciones de Ias que se podia hablar<br />

<strong>como</strong> conjuntos autosuficientes sin desvirtuar demasiado<br />

los hechos. Y había también Estados-nación que promovían<br />

explícita y obligadamente Ia unificación nacional de lenguas,<br />

calendários, niveles educativos, versiones de Ia historia y códigos<br />

éticos legislados; eran Estados ocupados en Ia homogeneización<br />

de laxos entramados de dialectos locales, de costumbres<br />

y de memórias colectivas en conjuntos de creencias y estilos de<br />

vida únicos, comunes, nacionales.<br />

De Ia misma forma que a los exploradores <strong>cultura</strong>les dei<br />

momento se lês antojó natural ei asumir <strong>como</strong> un hecho que todas<br />

Ias poblaciones se debían ocupar de los mismos problemas<br />

con los que ellos se habían familiarizado a través de su experiência<br />

en Ias prácticas de sus propias sociedades, a nosotros<br />

nos parece natural dudar de Ia credibilidad de Ias totalidades<br />

tipo sistema, evocadas por Ia antropologia <strong>cultura</strong>l ortodoxa.<br />

Es difícil estar seguro de si ei modelado de Ias <strong>cultura</strong>s exploradas<br />

<strong>como</strong> sistemas era una ilusión óptica inducida por un<br />

punto de vista transitório e historicamente enmarcado o si era<br />

una percepción adecuada de una realidad hoy perdida. Fuera<br />

<strong>como</strong> fuese, Ia imagen desentona estridentemente con nuestra<br />

experiência actual de expresiones <strong>cultura</strong>les a Ia deriva o de<br />

Ia porosidad de una serie de fronteras que algunos desean cerrar<br />

más ajustadamente, sin que nadie sea capaz de hacerlo, por<br />

no hablar de los gobiernos estatales que promueven activamente<br />

ei «multi<strong>cultura</strong>lismo» y que ya no están interesados en<br />

privilegiar algún modelo concreto de <strong>cultura</strong> nacional, sino que<br />

se concentran en evitar cuidadosamente cualquier distorsión<br />

de Ias incontables «elecciones <strong>cultura</strong>les» que efectúan indivíduos<br />

y colectivos. Marc Fumaroli ha comentado ácidamente Io<br />

siguiente de Ia Francia actual, esa tierra especialmente famosa<br />

r<br />

INTRODUCCIÓN 37<br />

en ei pasado por Ia equivalência que sus gobiernos establecían<br />

entre adscripción ai Estado y ciudadanía, por un lado, y <strong>cultura</strong><br />

nacional, por ei otro: 11<br />

Todavia se habla de una sociedad francesa, de una política<br />

<strong>cultura</strong>l francesa, pero este adjetivo no es más que un vocablo de<br />

conveniência que sirve para denotar ei presente inmediato y que<br />

aglutina todo un flujo de modas y opiniones registrados por Ias<br />

encuestas. [...] No es ni un lugar ni un entorno, simplemente es<br />

una zona. En vez de Francia, se habla de <strong>cultura</strong>, a pesar de que<br />

esta palabra no es otra cosa que un suave sustituto de ese vocablo<br />

más vulgar que es «Babel». [...]<br />

<strong>La</strong> palabra «<strong>cultura</strong>» se ha convertido en un enorme conglomerado<br />

compuesto de «<strong>cultura</strong>s», cada una en pie de igualdad<br />

respecto ai resto. [...] El «Estado <strong>cultura</strong>l», ai mismo tiempo que<br />

desea ser nacional, también quiere ser todo para todo ei mundo,<br />

una marioneta o incluso un camaleón, siguiendo Ias idas y venidas<br />

de modas y generaciones.<br />

A Ia luz de Ias experiências comunes acumuladas hasta hoy,<br />

parece plausible pensar que, ai margen de que alguna vez existieran<br />

verdaderas <strong>cultura</strong>s sistêmicas, Ia posibilidad y Ia probabilidad<br />

de percibir los fenômenos <strong>cultura</strong>les <strong>como</strong> componentes<br />

de totalidades cohesivas y completas en si mismas («sistemas»,<br />

en ei sentido explicado anteriormente) fue una contingência<br />

histórica. Ahora tenemos Ia oportunidad de entender mejor<br />

que antes ei autêntico significado de una observación por Io<br />

demás banal: los fenômenos espaciales son productos sociales<br />

y, consecuentemente, se espera que su papel en Ia fisión y fusión<br />

de entidades sociales cambie a medida que Io hacen Ias<br />

técnicas y los procedimientos productivos.<br />

Mirando hacia atrás en Ia historia, uno se puede preguntar<br />

hasta quê punto los factores geofísicos, Ias fronteras naturales o<br />

artificiales de unidades territoriales, separan identidades y <strong>cultura</strong>s<br />

de distintas poblaciones. <strong>La</strong> misma línea de interrogación

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