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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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166 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

cado nuevo, pudiendo introducir así distinciones cada vez<br />

más sofisticadas en el universo referido en los actos de comunicación.<br />

Estos tres rasgos distintivos combinados resumen la peculiaridad<br />

del lenguaje humano respecto a todos los usos simbólicos<br />

de los animales: los símbolos usados por los animales generan<br />

su significado abierta e inmediatamente; son, en cierto<br />

sentido, idénticos a sus significados, incluso en el caso de un<br />

símbolo «arbitrario» desde el punto de vista de sus semejanza<br />

física al referente. <strong>La</strong> transparencia inmediata y la accesibilidad<br />

del significado se derivan del hecho de que cada símbolo es<br />

cartografiado unilateralmente en un upo de contexto situacional,<br />

y sólo en uno; el significado del símbolo se deriva de una<br />

relación de uno a uno entre un símbolo individual y un referente<br />

individual. No ocurre así en el caso de los símbolos construidos<br />

por el hombre, que son arbitrarios (en el sentido de<br />

que están infradeterminados), poseen referentes objetivados y<br />

se integran en códigos sistemáticos. Tal <strong>como</strong> lo expresaba Colín<br />

Cherry en su clásico tratado sobre la comunicación humana,<br />

«el significado pleno de una palabra no aparece hasta que<br />

se la ubica en su contexto». 88 Pero este contexto no viene suministrado<br />

por acontecimientos no lingüísticos, tales <strong>como</strong> un<br />

estado particular del organismo productor de símbolos o las<br />

facetas generadoras de emoción de su entorno inmediato. El<br />

contexto del que se puede deducir el significado del símbolo<br />

está constituido por otras palabras: las que se encuentran materialmente<br />

presentes, vecinas, en la misma cadena concreta de<br />

emisión y las presentes solo in potentia, <strong>como</strong> alternativas con<br />

significado a la selección de palabras en cuestión. Gracias a este<br />

nuevo plano de relaciones estructuradas, el plano lingüístico<br />

sensu stricto, la comunicación humana no sólo puede tratar con<br />

cosas o acontecimientos individuales, sino también con sus relaciones;<br />

estas relaciones también constituyen verdaderos referentes<br />

de los símbolos humanos. Tal <strong>como</strong> lo expresaba recien-<br />

r<br />

LA CULTURA COMO CONCEPTO 167<br />

teniente Russell, el lenguaje verdadero (humano) «implica la<br />

combinación libre de símbolos únicamente limitada por las reglas<br />

lógicas de la gramática y de la sintaxis, que, a su vez, expresan<br />

relaciones entre símbolos y, por lo tanto, simbolizan relaciones<br />

entre cosas e individuos y acontecimientos». 89<br />

Como veremos más adelante, esta capacidad única de reproducir<br />

y producir nuevas estructuras más que la simple habilidad<br />

para introducir intermediarios simbólicos en el espacio<br />

que divide la conciencia del acontecimiento respecto al propio<br />

acontecimiento, esa capacidad, repito, es la que dota al lenguaje<br />

humano de su potencial generador de <strong>cultura</strong> y la que hace<br />

de él el verdadero fundamento de la <strong>cultura</strong> en tanto que fenómeno<br />

genérico. Por eso la interrogación acerca del componente<br />

genérico de la <strong>cultura</strong> humana, de la esencia de la <strong>cultura</strong>,<br />

nos lleva inevitablemente, y en una fase relativamente temprana<br />

de nuestra investigación, a la cuestión de la estructura y de<br />

la estructuración. Estar estructurado y ser capaz de estructurar<br />

parecen dos núcleos gemelos del estilo humano de vida, eso<br />

que llamamos <strong>cultura</strong>.<br />

<strong>La</strong> cuestión parece tener una importancia crucial en cualquier<br />

intento de formarse un juicio sobre la <strong>cultura</strong> en su sentido<br />

genérico. El lenguaje humano es una mezcla única de producción<br />

de símbolos y de pensamiento (inteligencia, de acuerdo con la<br />

terminología de Piaget). Ambas actividades no son en absoluto<br />

idénticas ni se encuentran inextricablemente conectadas. De<br />

hecho, los elementos del lenguaje sonoro, o habla, se desarrollan<br />

a lo largo de líneas distintas de las que siguen los pensamientos<br />

embrionarios, tal <strong>como</strong> argumentó L. S. Vygotsky. 90<br />

De acuerdo con su estimación, los sonidos producidos por los<br />

grandes simios, aunque investidos de significado simbólico,<br />

son particularmente inadecuados para desarrollar un «lenguaje<br />

verdadero», dado que, precisa e invariablemente, quedan encerrados<br />

en contextos intensamente afectivos; y las emociones<br />

intensas están enfrentadas con la regulación inteligente de la

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