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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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160 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

teoría sociológica actual. <strong>La</strong> sociología moderna aborda toda la<br />

cuestión de la ética <strong>como</strong> un corolario del «agrupamiento de<br />

valores centrales», la puesta al día de la conscience collective<br />

de Durkheim, responsable, presumiblemente, de mantener unida<br />

la precaria red de lazos sociales entre individuos biológicamente<br />

egoístas. <strong>La</strong> asociación es, de hecho, tan estrecha que no<br />

corremos el riesgo de perder nada importante de su contenido<br />

si, simplemente, tratamos la concepción de los «universales éticos»<br />

<strong>como</strong> otro nombre de la versión anteriormente comentada<br />

del concepto genérico de <strong>cultura</strong>, indisimuladamente funcional-estructuralista.<br />

4. <strong>La</strong> prioridad de lo social sobre el individuo sólo tiene sentido<br />

si es posible, o al menos imaginable, una sociedad sin <strong>cultura</strong>,<br />

por mucho que los defensores de este principio metodológico<br />

en el estudio de la <strong>cultura</strong> suelen ser reticentes a admitir esta<br />

afirmación. En realidad, si las sociedades que luchan por su supervivencia<br />

son quienes dan vida a las normas <strong>cultura</strong>les, se sigue<br />

que la sociedad debe haber nacido a través de un proceso<br />

que no sea propiamente <strong>cultura</strong>l, sin utilizar medios propiamente<br />

<strong>cultura</strong>les. <strong>La</strong> sociedad sin <strong>cultura</strong> parece una monstruosidad<br />

comparable al proverbial becerro sin cabeza. Y, sin embargo, en<br />

la mente de los sociólogos amanece periódicamente la idea de<br />

que una conducta individual pautada <strong>cultura</strong>lmente es una precondición<br />

de la sociedad tanto <strong>como</strong> una <strong>cultura</strong> basada en la sociedad<br />

es una precondición para el individuo social. Si los hombres<br />

crearon la sociedad —tenían la necesidad y la habilidad<br />

para hacerlo—, debían estar dotados de cualidades instrumentales<br />

para la estructuración de la sociedad y de la manera en que la<br />

piensan y eligen sus actitudes hacia ella. Lógicamente, la <strong>cultura</strong><br />

es presocial en la misma medida en que está socialmente determinada.<br />

Históricamente, parece ser que surgieron y crecieron a<br />

la vez y en estrecha colaboración, nutriéndose y ayudándose mutuamente,<br />

exteriorizando cada una de ellas la condición de su<br />

propio desarrollo en la realidad de la otra.<br />

T<br />

LA CULTURA COMO CONCEPTO 161<br />

Una vez que los científicos sociales se han lanzado a explorar<br />

la raíz común de la <strong>cultura</strong> y de la sociedad, la elección más<br />

segura es, obviamente, la dotación psicológica humana. <strong>La</strong> decisión<br />

de concentrarse en las cualidades generales de la percepción<br />

humana es el primer paso de un largo camino que lleva<br />

hasta las sofisticadas alturas del moderno estructuralismo<br />

semiológico de Vygotsky, Piaget o Lévi-Strauss. Sin embargo,<br />

los inicios son modestos y deudores del sentido común, tal <strong>como</strong><br />

recuerda una conferencia pronunciada por Robert Redfield<br />

en 1957: 85<br />

He aquí este fenómeno que llamamos «conciencia de la propia<br />

identidad». Todos los hombres son conscientes de sí mismos,<br />

distinguiendo un «yo» y un «mí»; y, más aún, se relacionan con<br />

otros que también se conocen a sí mismos. Todos los hombres<br />

observan el no-yo, un universo diferente de ellos mismos, un universo<br />

en el cual la gente se distingue entre sí en tanto que personas<br />

y a través de categorías, algunas de las cuales, <strong>como</strong> el parentesco,<br />

son universales. Y, en situaciones donde se requiere una<br />

elección de lealtades, todos [los hombres] están dispuestos para<br />

sentir y pensar más íntima y amablemente respecto a los miembros<br />

de sus propios grupos inmediatos que lo que sienten y piensan<br />

respecto a la gente de grupos más remotos.<br />

<strong>La</strong> idea básica pertenece evidentemente a la tradición de<br />

Locke y Kant. El terreno en el que se fija la idea ha sido diligentemente<br />

labrado por la psicología fenomenológica de Alfred<br />

Schutz y Erwin W. Strauss. Pero el contexto teorético<br />

continúa situándose claramente dentro de los confines tradicionales<br />

establecidos por la antropología <strong>cultura</strong>l norteamericana.<br />

Podría ser que la declaración citada de Redfield representara<br />

el punto más alto que puede alcanzar la antropología<br />

tradicional en su búsqueda de componentes genéricos de la<br />

<strong>cultura</strong> sin una asimilación previa de los logros de la fenomenología<br />

y del estructuralismo.

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