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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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172 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

dos posibles de un duelo entre dos animales (uno de ellos Homo)<br />

vienen determinadas por factores más allá del control de<br />

los combatientes (destreza de músculos, fauces, garras); cuando<br />

uno de los adversarios modifica por sí mismo la capacidad de su<br />

propio equipamiento natural, o del de su enemigo, insertando<br />

artefactos que medien en el proceso de lucha, las probabilidades<br />

relativas de los diversos resultados posibles se ven drásticamente<br />

alteradas.<br />

Estos tres ejemplos representan tres formas alternativas de<br />

«estructuración»: a) la diferenciación de significados adscritos<br />

a diversas partes del entorno; b) la introducción de regularidades<br />

en un entorno que, de lo contrario, sería más errático y<br />

menos predecible; c) la manipulación de la distribución de probabilidades<br />

creando un «sesgo» que favorezca a alguna de las<br />

instancias implicadas. Estos tres mecanismos de estructuración<br />

constituyen los principales procesos universales de la <strong>cultura</strong><br />

humana; de hecho, constituyen su esencia. Es fácil ver que los<br />

tres, aunque en proporciones variables, implican la participación<br />

de dos tipos de pautas o patrones (que, en este contexto,<br />

significan simplemente regularidades): a) pautas que relacionan<br />

estados específicos del entorno con «post-estados» específicos<br />

del organismo humano (los estados del entorno son inputs,<br />

mientras que los «post-estados» del organismo son outputs del<br />

ser humano, en su calidad de «caja negra» cibernética); b) pautas<br />

que relacionan estados específicos del organismo humano<br />

con «post-estados» del entorno (los inputs y outputs cambian<br />

de ubicación y el entorno asume el papel de «caja negra»). El<br />

proceso <strong>cultura</strong>l de estructurar el universo de posibilidades<br />

abstractas queda, por lo tanto, subdividido en dos estructuraciones<br />

interrelacionadas: a) la de la conducta humana; b) la del<br />

entorno humano.<br />

En este sentido, podemos concebir el proceso <strong>cultura</strong>l <strong>como</strong><br />

una extensión, o una subcategoría, de una relación de adaptación<br />

mucho más general, en la que participan todos los orga-<br />

T<br />

LA CULTURA COMO CONCEPTO<br />

nismos vivos hasta el extremo opuesto de la evolución biológica-<strong>cultura</strong>l,<br />

y también todos los mecanismos artificiales autorregulados,<br />

en otras palabras», todos los «sistemas abiertos», es<br />

decir, los sistemas que no pueden sobrevivir sin algún input de<br />

energía o de información que proceda de una parte del universo<br />

más allá de sus confines específicos. Según Piaget, este proceso<br />

de adaptación, iniciado obligadamente por el ciclo vital<br />

del sistema abierto, consiste en una relación con dos facetas:<br />

asimilación y a<strong>como</strong>dación. 94 <strong>La</strong> primera es la parte externa, dirigida<br />

hacia fuera, de la adaptación: el sujeto asimila diversos<br />

elementos del entorno, aprovechando su energía y/o su información.<br />

El segundo es el aspecto interior, hacia dentro, de la<br />

misma relación: la estructura intrínseca de un sistema experimenta<br />

continuas modificaciones, necesarias si se ha de perpetuar<br />

el intercambio con el entorno. Sólo se logra la adaptación<br />

si, y sólo si, la asimilación y la a<strong>como</strong>dación se equilibran mutuamente;<br />

o, mejor, la adaptación es un proceso de equilibrado<br />

de la asimilación y de la adaptación.<br />

Hemos descrito la adaptación en términos lo suficientemente<br />

amplios <strong>como</strong> para dar cuenta por igual de todo lo que<br />

afecta a dos factores que se suelen diferenciar drásticamente: el<br />

cuerpo y la mente. Descrita en los términos anteriores y en la<br />

medida en que su definición se mantenga dentro del universo<br />

semántico garantizado por esos mismos términos, la adaptación,<br />

así <strong>como</strong> sus dos facetas, no es ni «corpórea» ni «mental».<br />

Lo que se describe en otros contextos <strong>como</strong> mental y corpóreo<br />

lo podríamos caracterizar <strong>como</strong> dos formas correlacionadas o<br />

<strong>como</strong> dos aplicaciones de la adaptación, reteniendo, sin embargo,<br />

una estructura idéntica, es decir, se trata de dos reflejos<br />

de una misma estructura impresos en dos tipos de medio distintos.<br />

Es difícil concebir cómo se pueden definir los procesos<br />

Diéntales, léase la inteligencia o el pensamiento, si no es mediante<br />

la indicación de estructuras y sus transformaciones. Proponer<br />

la «mente» <strong>como</strong> una explicación de un sistema de con-<br />

173

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