Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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254 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
diosos de la sociedad? <strong>La</strong>s contestaciones a esta acuciante pregunta<br />
parecen repartirse en tres amplias categorías.<br />
<strong>La</strong> primera es la tan discutida alrededor del tour de forcé de<br />
Durkheim, que apuntaba a una reducción inequívoca y exhaustiva<br />
de lo <strong>cultura</strong>l a lo social. «Una sociedad no puede crearse<br />
ni recrearse sin crear al mismo tiempo un ideal.» Lejos de ser la<br />
fuente última de acontecimientos <strong>cultura</strong>les, el individuo humano<br />
«no podría ser un ser social, es decir, no podría ser un<br />
hombre, si no hubiese adquirido» ese ideal. 12 <strong>La</strong> idea no era<br />
nueva en absoluto y retrocedía en el tiempo hasta Blaise Pascal<br />
y Jean-Jacques Rousseau, pero fue Durkheim quien la vistió<br />
con unas galas casi empíricas, allanando así el terreno para la<br />
conjetura fundamentalmente filosófica en los dominios académicos<br />
de la sociología y de la antropología. Lo que se ha discutido<br />
subsecuentemente bajo la apelación de <strong>cultura</strong>, Durkheim<br />
lo había abordado en tanto que ideal, «algo añadido por<br />
encima de lo real», literalmente pegado a las mentes humanas<br />
precisamente en virtud de su vínculo íntimo con la supervivencia<br />
misma de la sociedad, es decir, con la naturaleza humana de<br />
la existencia del hombre. Los seres humanos se convierten en<br />
parte de la sociedad y permanecen en ella al rendirse a la presión<br />
de la mentalité collective y apropiarse de sus preceptos.<br />
Podemos decir que la <strong>cultura</strong> sólo se ha proyectado completa y<br />
exitosamente sobre el plano social gracias a que la sociedad estaba<br />
totalmente embutida en el campo semántico de la <strong>cultura</strong>.<br />
En Durkheim, ni la sociedad ni la <strong>cultura</strong> son de hecho «primarias»,<br />
ni lógica ni históricamente. Se mezclan en una y sólo<br />
se pueden describir en los términos de la otra.<br />
Los teóricos de <strong>cultura</strong> y personalidad tomaron la dirección<br />
contraria. Trataron de reducir la totalidad de la <strong>cultura</strong> a<br />
la totalidad de la personalidad humana. Para Kardiner, el tradicional<br />
concepto de ethos era coextensivo con los constituyentes<br />
definitorios de una «estructura de personalidad básica».<br />
Esta estructura se crea y se perpetúa mediante acontecimientos<br />
1<br />
LA CULTURA COMO PRAXIS 255<br />
afines a los rituales y ceremonias colectivas de Durkheim; no<br />
obstante, Kardiner seleccionó un subconjunto algo diferente a<br />
partir de la clase común, el que englobaba aquellos elementos<br />
a los que Freud había otorgado una mayor relevancia en el modelado<br />
de la personalidad humana. Así pues, centra la atención<br />
en el proceso de formación infantil, en los mecanismos de satisfacción,<br />
frustración, creación y canalización individuales. Al<br />
recortar los elementos de su modelo teorético de <strong>cultura</strong>, los<br />
teóricos de la <strong>cultura</strong> y de la personalidad se conformaban con<br />
lo que es básicamente la «caja negra» de los psicólogos, el espacio<br />
directamente inaccesible entre los estímulos empíricamente<br />
tangibles y las respuestas. <strong>La</strong> <strong>cultura</strong>, <strong>como</strong> la personalidad,<br />
es el mecanismo responsable de procesar los estímulos<br />
para obtener pautas de conducta apropiadas. <strong>La</strong> <strong>cultura</strong> no se<br />
reduce a la pluralidad de las psiques individuales; de hecho,<br />
Kardiner y sus asociados tuvieron mucho cuidado de evitar lo<br />
que Kroeber había definido <strong>como</strong> trampa mortal y, nuevamente,<br />
ni la <strong>cultura</strong> ni la personalidad eran primarias, ni lógica ni<br />
históricamente. Se funden en una y, por separado, cada una de<br />
ellas sólo es inteligible en los términos de la otra.<br />
<strong>La</strong> tercera es la solución explícitamente metodológica probada<br />
originalmente por Max Weber. En los escritos de Weber,<br />
podemos aprender poco de la modalidad real de existencia de<br />
la <strong>cultura</strong>. El Geist, así <strong>como</strong> otros conceptos emparentados<br />
con él que olían ominosamente a metafísica, se enfrentaban<br />
con la intención weberiana de establecer el estatus científico de<br />
la sociología. Aun así, con todo el énfasis puesto en la «comprensión<br />
interpretativa», en calidad de rasgo distintivo principal<br />
de la sociología científica, así <strong>como</strong> objeto distintivo de la<br />
exploración sociológica, Weber, en oposición a Simmel, dedicó<br />
su opus magnum, Wirtschaft und Gesellschaft [Economía y sociedad]<br />
a «trazar una distinción drástica entre los significados<br />
pretendidos subjetivamente y los objetivamente válidos». 13 De<br />
todos modos, su principal divergencia con las tendencias de la