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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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280 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

Se ha atrapado la piedra que se había catapultado contra<br />

los «intelectuales sin raíces» para matar y destruir, y se ha remodelado<br />

y transmutado en el cetro del poder único y beneficioso.<br />

<strong>La</strong> actitud de autosatisfacción, el reverso exacto del<br />

miedo popular, encuentra su expresión plena y definitiva en la<br />

frase de Karl Mannheim sobre la «perspectiva cognitiva privilegiada».<br />

Los intelectuales se deberían sentir orgullosos de haberse<br />

librado del groepsbewussyn, la «conciencia del grupo»,<br />

el rasgo defínitorio afrikáner del ser humano. Precisamente su<br />

supuesta desventaja es la que les permite no tener en cuenta<br />

las lealtades nacional, comunitaria, de clase o de raza. Y quien<br />

es suficientemente poderoso para cruzar las fronteras terrenas,<br />

con seguridad será capaz de conversar con el Absoluto.<br />

Kathleen Tamagawa nos cuenta qué es en realidad ser un<br />

marginal: 44<br />

Éstos eran los hechos. En Norteamérica, yo era japonesa y,<br />

en Japón, yo era norteamericana. Tenía un padre oriental que<br />

deseaba vivir <strong>como</strong> un occidental y una madre irlandesa que deseaba<br />

vivir <strong>como</strong> una japonesa. [...] Empecé a ver que la gente<br />

pensaba en grupos, sociedades, naciones o razas enteras, y que<br />

todos pensaban de manera diferente. Los inaceptados, los inesperados,<br />

<strong>como</strong> yo misma, debíamos permanecer fuera de todo<br />

eso para siempre. [...] ¿Era yo una muñeca japonesa o una amenaza?<br />

Detrás de la escalofriante historia del yo atormentado y escindido<br />

acechan los rituales de los tabúes de unas comunidades<br />

dispuestas a guardar sus fronteras contra los intrusos que temerariamente<br />

plantan sus tiendas entre los mojones fronterizos.<br />

Gobernadas por el principio ubicuo de la ley del mínimo<br />

esfuerzo, las mentes humanas tienden a someter su <strong>praxis</strong> a<br />

preceptos simples y maniqueos. 45 Pero una dicotomía exitosa<br />

implica la supresión del centro. En 1954, un grupo de científi-<br />

T<br />

LA CULTURA COMO PRAXIS 281<br />

eos sociales norteamericanos listó varios dispositivos aplicados<br />

por grupos cerrados y camarillas para mantener sus fronteras: 46<br />

<strong>La</strong>s iniciaciones rituales en el interior del grupo; las ceremonias<br />

de purificación para reintroducir a un miembro del grupo<br />

tras una ausencia; las actividades secretas, sólo para los miembros<br />

del grupo; la localización de las ceremonias en la tierra de origen;<br />

el fomento de conceptos de autodefinición <strong>como</strong> el etnocentrismo<br />

y el racismo; el vallado del territorio o la utilización de «telones»<br />

aislantes; la designación de agentes de contacto o «manipuladores»<br />

foráneos; la elevada opinión sobre la lengua o el dialecto<br />

propio; la erección de barreras legales.<br />

Por otro lado, Florian Znaniecki, en su estudio de sociología<br />

de la educación, señalaba las muchas precauciones y expedientes<br />

con los que cada grupo garantizaba su decisión de conceder<br />

«el rango pleno de miembro» a un recién llegado, así<br />

<strong>como</strong> los elaborados rituales del período de transición, que<br />

mantienen a una prudente distancia al «candidato», al mismo<br />

tiempo que lo someten a una estrecha vigilancia. 47 Obviamente,<br />

hay un denominador común en toda esta ingeniosa variedad de<br />

formas y medios: la tendencia del grupo a dividir el mundo nítida<br />

y claramente en dos partes, y sólo en dos, de tal manera que<br />

no se produzcan situaciones intermedias, confusión o interpretaciones<br />

contenciosas. Unos pocos ejemplos nos pueden mostrar<br />

cómo se presenta esta tendencia en el mundo de la acción.<br />

Los nuer, según nos dijo Evans-Pritchard, habían decidido<br />

que sus niños monstruosos, parecidos a animales, eran hipopótamos<br />

que se habían ubicado erróneamente en una matriz humana;<br />

semejante decisión permitía a los nuer dejar a los bebés de aspecto<br />

extraño en el río más cercano, allí donde vivía su verdadera<br />

parentela, los hipopótamos. Los judíos que acatan la tradición,<br />

contentos de mantener su grupo limpio y bien definido, eliminan<br />

el peligro mismo de la existencia de monstruos semijudíos deci-

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