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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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132 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

cimiento sobre lo que se posee en común y sobre la relación con<br />

el contenido mental.<br />

Si se quiere extrapolar este enfoque a la tarea del etnógrafo,<br />

se sigue que se pueden evaluar y entender apropiadamente<br />

los datos dispares recogidos sobre el terreno siempre que se refieran<br />

a sus «contenidos mentales», a las ideas que desean expresar<br />

sus autores a través de los artefactos estudiados. «Una<br />

<strong>cultura</strong>» es, en primer lugar, un comunidad espiritual, una comunidad<br />

de significados compartidos.<br />

A pesar de poseer unos antecedentes filosóficos similares,<br />

la conversión de Franz Boas se revistió de galas intelectuales<br />

mucho menos metafísicas, tal vez porque se dio en una época<br />

tardía, tras la prolongada exposición de la mente de Boas al clima<br />

intelectual norteamericano, más bien secular y mundano.<br />

Como Malinowski, Boas vio en «la relación del individuo con<br />

su <strong>cultura</strong>» «las fuentes de una verdadera interpretación del<br />

comportamiento humano». Pero en vez de recurrir a categorías<br />

tan elusivas <strong>como</strong> los «valores» o la «cosmovisión» (nunca empleados<br />

coherentemente tampoco por Malinowski, que, en este<br />

tema, hacía caso omiso de sus propios postulados), Boas se<br />

acercó a la psicología social de los años veinte, conductista y<br />

pedestre: «Parece un esfuerzo vano buscar las leyes sociológicas<br />

sin tener en cuenta lo que se debería llamar psicología social,<br />

es decir, la reacción del individuo a la <strong>cultura</strong>». 53 Fueran<br />

las que fuesen las relaciones entre la práctica del trabajo de<br />

campo de ambos autores, las estrategias analíticas de Boas y<br />

Malinowski se situaban en los polos extremos del espectro filosófico.<br />

Malinowski ve la cohesión intrínseca de «una <strong>cultura</strong>»<br />

en el proyecto de significación que los «nativos» imponen sobre<br />

su conducta <strong>cultura</strong>lmente estandarizada, al mismo tiempo<br />

que lo expresan a través de ella; los seres humanos que estudia<br />

se deben entender predominantemente <strong>como</strong> sujetos. Boas centra<br />

la cuestión en el reino de los patrones de conducta. Para<br />

L<br />

LA CULTURA COMO CONCEPTO 133<br />

empezar, sus «nativos» son objetos de <strong>cultura</strong>, formados y reactivos.<br />

En un principio, los seguidores de Boas que integraban<br />

la escuela de <strong>cultura</strong> y personalidad se encontraban más cerca<br />

del Volksgeist de Malinowski que de los devaneos de Boas con<br />

el conductismo. En su influyente ensayo sobre el concepto de<br />

<strong>cultura</strong>, Clyde Kluckhohn definía «una <strong>cultura</strong>» relacionándola<br />

con «definiciones de la situación», compartidas e históricamente<br />

creadas, más que con los «modos de vida» distintivos que<br />

conforman sus manifestaciones. 54 Alfred L. Kroeber parecía<br />

conceder una significación teórica capital a la noción del «ethos<br />

<strong>cultura</strong>l», la cualidad total de una <strong>cultura</strong>, definida <strong>como</strong> «el<br />

sistema de ideas y valores que domina la <strong>cultura</strong> y que, en consecuencia,<br />

tiende a controlar el tipo de conducta de sus miembros».<br />

55 Probablemente, la aproximación reciente más cercana<br />

a la versión kroeberiana de Volksgesicht («historia de los pueblos»)<br />

se encuentre en el concepto de «estilo» postulado por<br />

Meyer Schapiro. Este autor recurre a la idea de estilo para denominar<br />

a la manifestación de la <strong>cultura</strong> <strong>como</strong> un todo, al signo<br />

visible de su unidad. El estilo refleja o proyecta la «forma<br />

interior» de un pensamiento y de un sentimiento colectivo. 56 Se<br />

pueden hallar muchos antecedentes de la actitud comentada,<br />

antecedentes que se remontan mucho más allá de Dilthey o<br />

Windelband hasta engranarse profundamente con el sentido<br />

común popular del período precientífico. Margaret T. Hogden<br />

hace abundantes referencia a ellos en su encantador estudio sobre<br />

las ideas antropológicas durante los siglos XVI y XVII. 57 De<br />

hecho, el hábito de definir «naciones» distintas a través de sus<br />

«vicios, deficiencias, virtudes y características honestas», es decir,<br />

a través de su ethos o estilo nos llevaría hasta la plena Edad<br />

Media.<br />

En la fase más madura de su historia, la escuela de <strong>cultura</strong><br />

Y personalidad se a<strong>como</strong>dó al vínculo bidireccional que las teorías<br />

freudianas establecían entre la civilización y la psicología<br />

humana, para barrer los torpes dilemas y las subsiguientes in-

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