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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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128 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

zo o concepciones del alma. 47 Los autores permanecían curiosamente<br />

ciegos ante el hecho de que las supuestas generalizaciones<br />

no informaban más que del tipo de preguntas que hacían<br />

los investigadores sobre el terreno, modeladas a su vez a<br />

priori por el hábito aprendido de escindir el universo en fenómenos<br />

discretos.<br />

Raramente se hacía explícito el procedimiento genuino, a<br />

través del cual se llegaba a los universales del tipo comentado.<br />

Uno de esos raros casos configura la afirmación programática de<br />

E. E. Evans-Pritchard (1962) según la cual la tarea del antropólogo<br />

consiste en entender las características declaradas, significantes,<br />

de una <strong>cultura</strong>, desvelando su forma subyacente última,<br />

y comparar a continuación «las estructuras sociales que su análisis<br />

ha revelado en una amplia gama de sociedades». 48 Por lo tanto,<br />

la comparación es el centro de todo el método. De hecho, los llamados<br />

universales sólo son similitudes puestas en relieve por el<br />

proceso de comparar entidades <strong>cultura</strong>les separadas.<br />

Pero, ¡ay!, no es probable que la comparación en sí misma,<br />

por abundante que sea, nos acerque más al descubrimiento de<br />

algo que realmente podamos llamar «universales» sin violar las<br />

reglas aceptadas por la lógica científica. Y esto no se debe únicamente<br />

a las bien sabidas deficiencias intrínsecas del pensamiento<br />

inductivo. El verdadero problema con el mecanismo<br />

propuesto por Evans-Pritchard radica en la imposibilidad de<br />

especificar criterios incontrovertibles y umversalmente válidos<br />

para elegir el marco de comparación y subsiguiente clasificación<br />

de las <strong>cultura</strong>s, «uno y sólo uno». <strong>La</strong> elección se ve inevitablemente<br />

sesgada por la primera fase de todo el procedimiento,<br />

por la lógica del propio escenario etnográfico local del<br />

antropólogo, presuntamente inherente aunque frecuentemente<br />

importada. Si un estudiante de la <strong>cultura</strong> desea trascender el<br />

embarazoso provincianismo de las contingencias locales, siguiendo<br />

el consejo de Radcliffe-Brown, 49 elegirá comparar <strong>cultura</strong>s<br />

vistas a través del prisma de las categorías del sentido CO-<br />

r<br />

LA CULTURA COMO CONCEPTO 129<br />

riiún, <strong>como</strong> economía, política, parentesco, etc. Si tiene éxito,<br />

se verá recompensado por otra serie de tipos clasificatorios. El<br />

brillo farsante de la exactitud empírica será el único disfraz que<br />

oculte su arbitrariedad. De todas formas, no hay grado de precisión<br />

empírica que pueda evitar que su creación sea descartada<br />

y sustituida por otra clasificación basada en el sentido común,<br />

de nuevo sin necesitar argumentos concluyentes, sin ir<br />

aparentemente ni a mejor ni a peor.<br />

<strong>La</strong> inexorable falta de conclusiones claras de las aventuras<br />

clasificatorias, y la consecuentemente escasa carga de información<br />

que se le les asocia, constituyen el blanco principal de la<br />

crítica devastadora de Edmund Leach. Y no es que Leach dude<br />

del valor cognitivo o de las posibles aplicaciones de las clasificaciones<br />

comparativas; a lo que pone reparos es a sustituir<br />

dichas taxonomías por generalizaciones universalizadoras y a la<br />

ilusión que quiere que, una vez producidas las clasificaciones,<br />

el problema de los universales <strong>cultura</strong>les quede solucionado.<br />

<strong>La</strong> opinión de Leach es la siguiente: 50<br />

Tanto la comparación <strong>como</strong> la generalización son formas de<br />

actividad científica, pero diferentes. <strong>La</strong> comparación es una cuestión<br />

semejante a la colección de mariposas, a la clasificación, a la<br />

disposición ordenada de cosas de acuerdo con sus tipos y subtipos.<br />

[...] Radcliffe-Brown se preocupaba en distinguir relojes de<br />

pulsera de sus homólogos de pared, mientras que Malinowski se<br />

interesaba en los atributos generales de la relojería. Pero ambos<br />

maestros tomaban <strong>como</strong> punto de partida la idea de que una <strong>cultura</strong><br />

o una sociedad es un conjunto empírico compuesto de un<br />

número limitado de partes fácilmente identificables y que, cuando<br />

comparamos dos sociedades, nuestro objetivo es ver si las mismas<br />

partes se presentan en ambos casos. Este enfoque es apropiado<br />

para un zoólogo, un botánico o un mecánico.<br />

Leach cree que la antropología no se debería aproximar a<br />

"inguno de esos campos y que, para poder encontrar su propio

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