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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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228 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

Recapitulando, hablamos de comunicación siempre que una<br />

serie de acontecimientos está ordenada, lo que quiere decir que<br />

hasta cierto punto es predecible. Si ahora vamos desde la perspectiva<br />

sociológica a la lingüística estructural, y no al revés, contemplaremos<br />

la totalidad de la actividad humana <strong>como</strong> un empeño<br />

en ordenar, en organizar, en hacer predecible y manejable<br />

el espacio vital de los seres humanos; desde ese mismo punto<br />

de vista, el lenguaje se revela <strong>como</strong> uno de los dispositivos desarrollados<br />

para alcanzar esta meta global, un dispositivo construido<br />

a la medida de la comunicación en el sentido más estricto. En<br />

vez de que todas las <strong>cultura</strong>s sean un conjunto de particularizaciones<br />

de la función comunicativa materializada en el lenguaje,<br />

éste se convierte en uno de los muchos instrumentos del esfuerzo<br />

generalizado por ordenar, protagonizado por la <strong>cultura</strong><br />

<strong>como</strong> un todo. Esta aproximación sociológica al lenguaje y a<br />

sus funciones no es ajena a la intención original del propio<br />

Saussure, al menos de acuerdo con algunos de sus seguidores,<br />

empezando por A. Meillet. 59<br />

Da la impresión de que, para evitar las confusiones causadas<br />

por lo equívoco del término «comunicación», es mejor hablar<br />

del «orden» <strong>como</strong> la función superior de la <strong>cultura</strong> <strong>como</strong><br />

un todo. El efecto directo de un acto lingüístico es el de ordenar<br />

de alguna manera el campo cognitivo del receptor del mensaje;<br />

<strong>como</strong> resultado, se pueden seguir otros actos conductuales<br />

que organizan el espacio de acción en sí mismo, pero estos<br />

actos no pertenecen propiamente a la esfera del lenguaje, por<br />

mucho que sean consecuencia del habla. Por otro lado, los<br />

acontecimiento <strong>cultura</strong>les en el sentido más amplio de la expresión<br />

(de los cuales los actos lingüísticos pueden ser una parte)<br />

sólo se culminan cuando se ha alcanzado el ordenamiento<br />

particular en cuestión. <strong>La</strong> ceremonia, <strong>cultura</strong>lmente organizada,<br />

del saludo y de las maneras de dirigirse a alguien organiza el<br />

espacio conductual para la interacción que la sigue, mediante<br />

la señalización de las pautas de conducta que resultan apropia-<br />

LA CULTURA COMO ESTRUCTURA<br />

229<br />

das, y mediante el estímulo de la elección precisa de esas pautas<br />

y no de otras por parte de los participantes. Cada uno de estos<br />

últimos es consciente del hecho de que es probable que su<br />

interlocutor elija ciertas pautas en concreto, y este conocimiento<br />

le capacita para planificar sus propias acciones y para manipular<br />

la situación global en el marco de las opciones que se<br />

abren ante él.<br />

<strong>La</strong> forma específicamente socio<strong>cultura</strong>l de ordenar a través<br />

de la limitación se correlaciona íntimamente con una de las características<br />

principales de la condición humana: el vínculo entre<br />

la posición del individuo en el grupo y su dotación «natural»<br />

individual están mediatizados. 60 Lo cual quiere decir que<br />

los atributos naturales de un individuo y, en particular, su poder<br />

y sus proezas físicas, no determinan su estatus social sin<br />

ambigüedad alguna. Lo que quiere decir, a su vez, que los indicios<br />

biológicos de la cualidad de un individuo en el marco de la<br />

Naturaleza, heredados o adquiridos, se transforman en socialmente<br />

irrelevantes, si no confusos. Los músculos impresionantes<br />

de un descargador de muelles seguramente le garantizarían<br />

un estatus respetable si formase parte de una manada de ciervos<br />

o de una bandada de pájaros. Sin embargo, <strong>como</strong> signos de<br />

su posición en la sociedad humana son francamente desorientadores.<br />

<strong>La</strong> mediación empezó con la producción de herramientas.<br />

Desde entonces, los seres humanos se han rodeado de artefactos<br />

que no se encontraban en las condiciones naturales, sino<br />

que eran los productos de su habilidad moldeadora. Una<br />

vez creados y apropiados, estos artefactos destruían la homología<br />

previa entre los órdenes social y natural, cambiando enteramente<br />

la capacidad de acción de los individuos y creando,<br />

consecuentemente, una nueva disposición de las oportunidades<br />

y de las probabilidades del entorno. Así pues, se confirió<br />

un valor adaptativo decisivo al ordenamiento y la orientación<br />

dentro de la red de relaciones específicamente sociales (que,

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