09.05.2013 Views

Zygmunt Bauman La cultura como praxis

Zygmunt Bauman La cultura como praxis

Zygmunt Bauman La cultura como praxis

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

288 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

eso «mientras dura el contacto con lo viscoso, todo tiene lugar<br />

para nosotros <strong>como</strong> si la viscosidad fuese el significado del mundo<br />

entero o <strong>como</strong> si fuese la única manera de ser en-sí».<br />

Hemos recorrido un largo camino desde el intento de Frazer<br />

de explicar la creencia primitiva en las cualidades mágicas<br />

de las heces, de la sangre menstrual o de los recortes de uñas y<br />

cabellos refiriéndolos a la lógica aberrante de la magia, que presuntamente<br />

domina la mente primitiva hasta que resulta vencida<br />

por la modernidad triunfante. Lo que en un tiempo parecía<br />

una deficiencia deplorable de una mente inmadura, que debía<br />

acabar retrocediendo sin apenas resistencia ante la contundencia<br />

de la razón moderna, hoy se muestra <strong>como</strong> un caso, conspicuo<br />

por extraño, de una regla mucho más general de la <strong>praxis</strong><br />

humana, una regla cuyo dominio se extiende mucho más allá<br />

del reino de la <strong>cultura</strong> «primitiva». Mary Douglas lo ha explicado<br />

lúcidamente y por extenso: 59<br />

Cuando reflexionamos honestamente sobre nuestras atareadas<br />

limpiezas y fregoteos, sabemos que nuestra principal preocupación<br />

no es el evitar la enfermedad. Estamos separando, poniendo<br />

fronteras, haciendo afirmaciones visibles sobre el hogar<br />

que estamos intentando crear a partir del material de la casa. Si<br />

conservamos los productos para limpiar el baño separados de los<br />

que sirven para limpiar la cocina y enviamos a los hombres al váter<br />

de abajo y a las mujeres al váter de arriba, estamos haciendo<br />

esencialmente lo mismo que la esposa bosquimana cuando llega<br />

a una nueva zona de acampada. Elige dónde quiere colocar su<br />

fuego y, entonces, clava una vara en el suelo. Ésta orienta el fuego<br />

y le confiere una izquierda y una derecha. Así, el hogar se divide<br />

en dependencias masculinas y femeninas. [...] <strong>La</strong> diferencia<br />

con nosotros es que nuestra conducta se basa en la ciencia y la suya<br />

en el simbolismo. <strong>La</strong> verdadera diferencia es que nosotros no<br />

nos llevamos de un contexto a otro el mismo conjunto de símbolos,<br />

cada vez más poderosos: nuestra experiencia está fragmentada.<br />

Nuestros rituales crean muchos pequeños universos, no rela-<br />

LA CULTURA COMO PRAXIS 289<br />

clonados entre sí. Sus rituales crean un único universo, simbólicamente<br />

coherente.<br />

Es una diferencia entre dos tipos de estructuras sociales, no<br />

entre dos estructuras distintas de <strong>praxis</strong> humana. En ambas se<br />

encuentra la misma truculencia contra lo viscoso, la misma decisión<br />

y la misma coherencia a la hora de imponer al mundo que<br />

nos rodea aquello que pase por ser el orden humano. Sólo<br />

que, en un caso, el «mundo de alrededor» es lo suficientemente<br />

pequeño y acogedor para poder ser abarcado con un<br />

único conjunto de dispositivos ordenadores; en el otro, hay<br />

demasiados planos que se entrecruzan, y cada uno de ellos lleva<br />

una vida parcialmente autónoma y ofrece campos semánticos<br />

también parcialmente autónomos donde anclar los significados.<br />

Multiplicidad de códigos simbólicos en lugar de un solo código<br />

coherente y unificado, pero el procedimiento de conferir significados<br />

y descifrar signos continúa siendo básicamente el mismo.<br />

Mary Douglas es una fiel y acérrima durkheimiana, al menos<br />

por lo que se refiere a su obra Purity and Danger [Pureza y<br />

peligro]. Cree firmemente que nihil est in sensu, quod non prius<br />

fuerit in sociedad [«no hay nada en los sentidos que no estuviese<br />

previamente en la sociedad»]. Postula que las exigencias<br />

perennes de la solidaridad social explican la extraña persistencia<br />

con la que los humanos de todas las épocas combaten el desorden<br />

en sus moradas y en las vulnerables áreas adyacentes a<br />

sus cuerpos. Es «la sociedad» la que lucha duro por sobrevivir,<br />

es decir, por conservar intacta su estructura o por forzar a la<br />

gente a que la respete a través de su conducta, convenciéndolos<br />

mediante toda una serie de batallas simbólicas y rituales<br />

contra el propio desorden. No hay razón para temer el desorden<br />

si no se trata de un desorden social; de hecho, difícilmente<br />

la gente podría considerar «desordenada» una disposición si<br />

no se tratara de un ejercicio simbólico en la purificación del<br />

único desorden «objetivo»: una violación de la estructura so-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!