Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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234 LA CULTURA COMO PRAXIS LA CULTURA COMO ESTRUCTURA 235<br />
los lingüistas estructurales, que tratan de resolver la cuestión de<br />
las condiciones que debe cumplir un «no-objeto», no sólo para<br />
inducir respuestas «naturales» a un «objeto» concreto, sino<br />
más bien para inducir respuestas en general.<br />
Algunos lingüistas han llegado a distinguir entre dos tipos<br />
de información enteramente distintos, que, presuntamente se<br />
esconden detrás de ambas cuestiones. Así, según Berzil Malmberg,<br />
se puede decir que un mensaje contiene información de<br />
dos maneras diferentes. 65 Tiene su «significado», que coincide<br />
con la interpretación popular tradicional del concepto. El mensaje<br />
«nos da información sobre algo». Pero información también<br />
puede implicar lo que aquí podríamos llamar la información<br />
distintiva, es decir, las características distintivas que hacen posible<br />
que el receptor identifique los signos o, más exactamente, su<br />
nivel de expresión. El secreto de la significación, de la transmisión<br />
de información y demás reside en primer lugar en las relaciones<br />
entre los propios cuerpos de los signos (relaciones sintácticas,<br />
de acuerdo con la clásica definición tripartita de Charles<br />
Morris). V. A. Zvegintsev piensa incluso que resulta adecuado<br />
definir el lenguaje [verbal], el más desarrollado y especializado<br />
de los sistemas de signos naturales, a partir de las cualidades de<br />
las peculiares relaciones entre signos. En función de estas relaciones<br />
el lenguaje desempeña el papel de un «instrumento de diferenciación<br />
en partes discretas, un sistema de clasificación que<br />
surge en el curso de la actividad del habla humana. [...] Al diseccionar<br />
el continuum del mundo percibido y sentido en unidades<br />
discretas, el lenguaje proporciona a los hombres los medios<br />
que les capacitan para comunicarse a través del habla». 66<br />
Aquí nos encontramos con el primer rasgo importante de<br />
los signos: son discretos, separados, diferentes los unos de los<br />
otros, y esa diferencia es la condición misma de su papel de signos<br />
y de su percepción <strong>como</strong> tales, «representando» o «remitiendo».<br />
Queda claro en este instante cuan desorientador puede<br />
ser confinar el comentario de los signos a su relación con el<br />
objeto significado. No se puede aprender nada de la naturaleza<br />
de los signos del estudio de una relación entre un signo único y<br />
un objeto significado igualmente único. Ciertamente, no se puede<br />
descubrir la diferenciación y el carácter discreto de los signos,<br />
que parece ser su primer rasgo definitorio, en el marco de<br />
una correspondencia «entre un signo y un objeto». Para que dicha<br />
correspondencia sea posible, los signos deben mantener<br />
previamente algunas relaciones determinadas entre sí.<br />
Román Jakobson ha afirmado repetidamente que fue Charles<br />
S. Peirce quien descubrió las condiciones iniciales de toda<br />
significación, es decir, de todo fenómeno con significado. Fue<br />
él quien decidió que, «para ser comprendido, el signo —y en<br />
particular el signo lingüístico— no sólo exige que los dos protagonistas<br />
participen en el acto de la palabra, sino que también<br />
necesita un intérprete. [...] <strong>La</strong> función de este intérprete recae<br />
en otro signo o en un conjunto de ellos, que se dan en concurrencia<br />
con el signo en cuestión o que podrían sustituirle». 67<br />
A. J. Greimas proporciona un ejemplo típico y algo categórico<br />
de las formulaciones más recientes del problema: «<strong>La</strong> significación<br />
presupone la existencia de la relación; la condición necesaria<br />
de la significación es precisamente la aparición de la<br />
relación entre los términos. [...] Hay que buscar la unidades<br />
significativas elementales en el nivel de las estructuras y no en<br />
el de los elementos». 68 André Martinet y sus discípulos son todavía<br />
más explícitos y definidos: «<strong>La</strong> información no viene dada<br />
por el mensaje en sí mismo, sino por la relación con los<br />
mensajes a los cuales se opone». 69<br />
Con el transcurso del tiempo, la teoría moderna de la información<br />
ha reforzado y corroborado las conjeturas perceptivas<br />
de Peirce, convirtiéndolas en fundamentos inamovibles de<br />
la comprensión contemporánea de los signos y de la significación.<br />
Un signo por sí mismo no tiene significado en absoluto,<br />
lo que tiene significado es una diferencia entre signos que se<br />
puedan utilizar alternativamente en el mismo sitio. Se deduce