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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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156 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

sitos» más tradicionales y rutinarios, corno el control de la agresión<br />

o la asignación de mujeres y propiedades— especifica una<br />

serie de elementos de la <strong>cultura</strong> humana: la imposición de una<br />

demora necesaria entre el deseo y la gratificación; la represión<br />

de deseos subconscientes inadmisibles y su sublimación a través<br />

de motivos socialmente benéficos; el suministro de gratificaciones<br />

que compensen la represión de impulsos en ámbitos<br />

<strong>como</strong> la fantasía, la literatura, el teatro, los cuentos populares,<br />

el juego, el ritual religioso; la especificación de personas y grupos<br />

a quienes resulta apropiado odiar; la definición de las personas<br />

aprobadas en calidad de objetos sexuales; el desarrollo de<br />

normas que regulen la adquisición de bienes. Una década antes,<br />

Clyde Kluckhohn había sido algo menos imaginativo, mostrándose<br />

más ansioso por no alejarse demasiado del terreno seguro<br />

de los «denominadores comunes»; con todo, estableció los<br />

principios de una aproximación hacia la <strong>cultura</strong> <strong>como</strong> fenómeno<br />

genérico que partía de «prerrequisitos funcionales». 82<br />

Los hechos de la biología y del gregarismo humanos proporcionan<br />

[...] ciertos puntos de referencia invariables, desde los<br />

cuales se pueden iniciar las comparaciones trans<strong>cultura</strong>les sin implorar<br />

cuestiones que están en juego. Tal <strong>como</strong> ha señalado Wissler,<br />

las líneas generales del plan básico de todas las <strong>cultura</strong>s son y<br />

tienen que ser las mismas, ya que los hombres se enfrentan, siempre<br />

y en todo lugar, con algunos problemas inevitables que surgen<br />

de la situación «dada» por la naturaleza. En vista de que muchos<br />

patrones de todas las <strong>cultura</strong>s cristalizan alrededor de los<br />

mismos focos, existen aspectos significativos en los que cada <strong>cultura</strong><br />

no se halla totalmente aislada, ni se muestra absolutamente<br />

dispar y autosuficiente, sino más bien relacionada con todas las<br />

otras <strong>cultura</strong>s y comparable con ellas.<br />

Esta última cita, en la medida en que se puede clasificar legítimamente<br />

dentro de la categoría aquí comentada, pone de<br />

relieve la naturaleza genuina de toda la aproximación de «pre-<br />

LA CULTURA COMO CONCEPTO 157<br />

rrequisitos funcionales» a la <strong>cultura</strong> en su sentido genérico. El<br />

enfoque en cuestión parece estar muy cerca de las preocupaciones<br />

de los «coleccionistas de mariposas». En primer lugar,<br />

muchos autores están preocupados por encontrar un marco de<br />

referencia conveniente para comparar <strong>cultura</strong>s básicamente distintas<br />

y autosuficientes. Este marco de referencia debería tomar<br />

la forma de una lista de elementos o encabezamientos de capítulos.<br />

Lo que se ha llamado «la <strong>cultura</strong> humana» sólo tiene un<br />

estatus ontológico (si realmente lo tiene) derivado de muchas<br />

entidades reales, es decir, de <strong>cultura</strong>s individuales. Esta aproximación<br />

parece más flexible y menos desviada de su objetivo<br />

que la comentada antes, precisamente porque está mejor ajustada<br />

al equipamiento analítico accesible en la sociología actual.<br />

De hecho, está confeccionada a la medida de la sociología de<br />

hoy, con su sesgo nacional.<br />

El punto clave es que este tipo de generalidad sobre la <strong>cultura</strong><br />

es un producto secundario, si no un artefacto, de la concepción<br />

del género humano <strong>como</strong> no unido en un todo. Al<br />

contrario de la idea de que la humanidad se encuentra escindida<br />

en unidades separadas que, en primer lugar, se deben adaptar<br />

a la vecindad de otros grupos humanos, pero evitando mezclarse<br />

con ellos, pues dicha mezcla supondría la pérdida de su<br />

identidad. En otras palabras, el elemento más genérico de la<br />

<strong>cultura</strong> es precisamente su función diferenciadora, divisora.<br />

Desde esta perspectiva, vuelve a resultar evidente que el concepto<br />

comentado es otro retoño de la sociología dominada en<br />

general por el paradigma del Estado-nación, particularmente<br />

de su sofisticada versión funcional-estructuralista.<br />

3. Ese mismo sesgo era un ingrediente esencial de la «vacuna»<br />

durkheimiana que Boas y Malinowski, en su calidad de<br />

«comadronas» en el parto del estudio moderno de la <strong>cultura</strong>,<br />

inyectaron en la sangre misma del neonato; de ahí, su recurrencia.<br />

Así pues, el mismo sesgo vuelve a colorear la variante<br />

del concepto genérico de <strong>cultura</strong> conocida <strong>como</strong> «universales

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