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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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316 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

<strong>cultura</strong> que iba a tener tanto futuro hubiese sido engendrada<br />

en Inglaterra. Fue sir Edward Tylor quien invitó a los científicos<br />

sociales a aproximarse a la «condición de la <strong>cultura</strong>», en<br />

tanto que «un objeto apto para el estudio de las leyes de pensamiento<br />

y de la acción humanas», leyes que explicarían «la<br />

uniformidad tan omnipresente en la civilización», así <strong>como</strong> «las<br />

etapas de desarrollo o evolución, cada una de las cuales es el resultado<br />

de una historia previa». 85 Pero el concepto se elaboró<br />

principalmente a través de medio siglo de experiencias y comentarios<br />

de los antropólogos norteamericanos, resumidos en<br />

1945 por la definición de <strong>cultura</strong> de Kluckhohn y Kelly: «Un<br />

sistema históricamente creado de diseños para la vida, implícitos<br />

o explícitos, que, en un punto específico del tiempo, tienden<br />

a compartir todos los miembros de un grupo o aquellos<br />

que se han designado para tal fin». 86 Entonces, una opinión firmemente<br />

asentada entre los antropólogos norteamericanos era<br />

que la <strong>cultura</strong> «exhibía regularidades que permitían analizarlas<br />

mediante los métodos de la ciencia», 87 es decir, que era una entidad<br />

ordenada, que se comportaba sistemáticamente. Interpretada<br />

en el espíritu del uso norteamericano ya establecido,<br />

<strong>como</strong> «mutualidad de orientaciones normativas», la noción de<br />

<strong>cultura</strong> participó en la teoría de la acción parsoniana en calidad<br />

sobre todo de tradición <strong>cultura</strong>l. 88 En tanto que objeto o que<br />

elemento orientador del actor, se contemplaba la <strong>cultura</strong> <strong>como</strong><br />

una realidad que precedía a la acción, modelada y asentada<br />

claramente antes de que la verdadera acción ni siquiera se iniciase.<br />

Extendiendo esta vía de elaboración, Kluckhohn la describiría<br />

<strong>como</strong> «un precipitado de historia» e insistiría en su<br />

«carácter sistémico», observando resueltamente que la <strong>cultura</strong><br />

«no se podía utilizar <strong>como</strong> un concepto instrumental predictivo,<br />

a menos que se tuviera en cuenta esta propiedad sistémica».<br />

89 Mientras se use dentro de los límites del pensamiento<br />

trazados por las influyentes ideas de Tylor, la palabra «<strong>cultura</strong>»<br />

no transmitirá más información que la que pueda contener el<br />

LA CULTURA COMO PRAXIS 317<br />

concepto de «sistema social». Igual que la noción de «sistema<br />

social», la palabra «<strong>cultura</strong>» responde a la necesidad de expresar<br />

la vaga idea de la interconexión de los elementos de la vida<br />

humana, de una intrínseca congruencia de la biografía humana<br />

individual, así <strong>como</strong> de coherencia en la interacción entre los<br />

individuos. Representa la esperanza de una predictibilidad fundamental<br />

de las respuestas humanas a las contingencias habituales,<br />

una esperanza edificada sobre la premisa de la naturaleza<br />

básicamente determinada de la actividad vital humana. 90<br />

<strong>La</strong> veracidad de esta última declaración no es inmediatamente<br />

obvia. ¿Acaso el uso del término «<strong>cultura</strong>» no es indicativo<br />

de que el hombre se contempla, «al mismo tiempo, <strong>como</strong><br />

esclavo y amo de sus propias creaciones pasadas?». 91 ¿Acaso<br />

no están entusiasmados los adictos sociológicos con la idea de<br />

enfatizar el aspecto creativo de los efectos <strong>cultura</strong>les? ¿No se<br />

ha aceptado generalizadamente que la <strong>cultura</strong>, en tanto que un<br />

rasgo humano único, representa en primer lugar la habilidad<br />

peculiar del hombre para crear su propio mundo? ¿Y acaso<br />

no se considera ese lugar preeminente reservado a esta habilidad<br />

<strong>como</strong> la principal y consciente ventaja del enfoque «culturológico»<br />

sobre el mecanicismo inerte del determinismo<br />

conductual?<br />

Sin embargo, en un segunda aproximación se transparenta<br />

el carácter espúreo de la actividad, creatividad y libertad supuestamente<br />

asociadas al concepto de <strong>cultura</strong>. Se suele emplear<br />

la idea de creatividad para señalar una referencia ritualizada<br />

del origen «artificial» de todo lo que es <strong>cultura</strong>l, en tanto<br />

que opuesto a lo «natural». Ocasionalmente, se apunta una circunstancia<br />

adicional: el factor de selección testificado por la<br />

aparente diversidad humana de modos y recursos. Con todo,<br />

ninguna reflexión añade demasiada fuerza a la proclamación<br />

de la naturaleza endémicamente «activista» del concepto de<br />

<strong>cultura</strong>. Por lo que se refiere al «origen humano» de la <strong>cultura</strong>,<br />

ésta ofrece el soporte para la creatividad humana con tanta efi-

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