09.05.2013 Views

Zygmunt Bauman La cultura como praxis

Zygmunt Bauman La cultura como praxis

Zygmunt Bauman La cultura como praxis

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

16 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

vión de tratados de Geschichtsphilosophie. En 1719, Gottfried<br />

Müller había empezado a dar clases de antropologia filosófica,<br />

en un curso que expandia ei sujeto cognitivo cartesiano hasta ei<br />

modelo de tamano natural dei «hombre completo». Y en 1750,<br />

Alexander Gottlieb Baumgarten había publicado su Aesthetica,<br />

que ampliaba aún más Ia idea de «humanidad» de los seres<br />

humanos, anadiendo Ia sensibilidad y Ia necesidad creativa a<br />

Ias facultades racionales. En general, surgió una concepción dei<br />

«hombre» que iba a ser ei centro alrededor de Ia imaginería<br />

dei mundo durante los siguientes doscientos anos.<br />

Era una visión nueva, ei producto colectivo de una nueva<br />

filosofia, una filosofia que contemplaba ei mundo <strong>como</strong> una<br />

creación esencialmente humana y un campo de pruebas para<br />

Ias facultades humanas. Desde entonces, ei mundo se debía entender<br />

en primer término <strong>como</strong> ei escenario de Ias metas, elecciones,<br />

triunfos y pillajes de los seres humanos. En un intento<br />

por explicar Ia súbita aparición de una nueva Weltanschauung,<br />

Odo Marquard cita a Joachim Ritter: de repente, ei futuro no<br />

se «emparejaba» con ei pasado, ya que alboreaba Ia percepción<br />

de que un futuro que tenía su punto de partida en Ia sociedad<br />

humana no mostraba continuidad con ei pasado. El propio<br />

Koselleck apunta Ia nueva experiência de una quiebra entre Ia<br />

realidad y Ias expectativas: ya no se podia continuar siendo una<br />

criatura de hábitos, ya no se podia deducir un estado de cosas<br />

futuro a partir de etapas presentes o pasadas. Con Ia aceleración<br />

dei ritmo de câmbios, afio trás ano, ei mundo cada vez se parecia<br />

menos a Dios, es decir, cada vez era menos eterno, menos<br />

impermeable y menos intratable. En vez de ello, asumía una<br />

forma más y más humana, convirtiéndose, a «imagen dei hombre»,<br />

en proteico, veleidoso y titilante, caprichoso y lleno de<br />

sorpresas.<br />

De todas formas, ei asunto iba más alia: ei rápido ritmo de<br />

cambio revelaba Ia temporalidad de todos los arreglos mundanos,<br />

y Ia temporalidad es un rasgo de Ia existência humana, no<br />

INTRODUCCIÓN 17<br />

de Ia divina. Lo que poças generaciones antes había parecido<br />

una creación divina, un veredicto inapelable ante cualquier tribunal<br />

terreno, pasó entonces a ser sospechoso de esconder Ia<br />

tozuda huella de Ias empresas humanas, que, tanto si son correctas<br />

<strong>como</strong> si no, siempre resultan mortales y revocables. Y,<br />

si Ia impresión no era enganosa, ei mundo y Ia gente que Io habitaba<br />

se podían contemplar <strong>como</strong> una tarea más que <strong>como</strong> algo<br />

dado e inalterable. Dependiendo de <strong>como</strong> Ia gente Ia abordara,<br />

esa tarea se podia llevar a cabo de manera más o menos<br />

satisfactoria. Se podia hacer una chapuza o se podia hacer bien,<br />

en beneficio de Ia felicidad, Ia seguridad y ei sentido de Ia vida<br />

humana. Para garantizar ei êxito y evitar ei fracaso, era necesario<br />

empezar por un cuidadoso inventario de los recursos humanos:<br />

iqué podia hacer Ia gente, estirando ai máximo sus facultades<br />

cognitivas, su capacidad lógica y su determinación?<br />

En dos palabras esta era Ia premisa de Ia nueva Weltanschauung,<br />

dei moderno humanismo, dei cual John Carroll escribió<br />

que 2<br />

[...] íntentaba reemplazar a Dios con ei hombre, poner ai hombre<br />

en ei centro dei universo. [...] Su ambición era hallar un orden<br />

humano en Ia tierra, un orden en ei que prevalecieran Ia libertad y<br />

Ia felicidad, sin apoyos trascendentales ni sobrenaturales, un orden<br />

enteramente humano. [...] Pero si ei indivíduo humano tenía<br />

que convertirse en ei punto fijo dei universo, necesitaba tener algún<br />

sitio sobre ei que permanecer sin que se tambaleara bajo sus<br />

pies. Se tenía que construir ei humanismo sobre una roca. Tenía<br />

que crear de Ia nada algo tan fuerte <strong>como</strong> Ia fé dei Nuevo Testamento,<br />

que pudiese mover montanas.<br />

En Legislators and Interpreters (Polity Press, 1987), trace<br />

Ias raíces comunes y Ia resonancia mutua, Ia «afinidad electiva»<br />

entre ei nuevo desafio ai que se enfrentaban los gestores de Ia<br />

vida social —Ia tarea de sustituir ei ruinoso orden divino o na-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!