Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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238 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
por los dos, algún elemento que no se presenta en el otro: son<br />
Áquipollente Oppositionen (oposiciones equipolentes). En segundo<br />
lugar, cada miembro puede poseer las mismas cualidades, pero<br />
en grados distintos: son Graduelle Oppositionen (oposiciones<br />
graduales). Y existe una tercera categoría llamada «privativa»:<br />
«Oppositionen sind solche, bei denen das eine Opposüionsglied<br />
durch das Vorhendensein, das andere durch das Nichtvorhendensein<br />
eines Markmales gekennzeichnet wird».* Este tipo de oposición<br />
en que los miembros son respectivamente merkmaltragend<br />
y merkmallos (Trubetzkoy), «marcados» y «sin marcar» (según<br />
Jakobson, «el lenguaje puede contentarse con la oposición de<br />
cualquier cosa con nada»), 72 «intensivos» y «extensivos» (L.<br />
Hjelmslev), aunque resulta estadísticamente menos frecuente<br />
que la oposición equipolente, está dotado de algunos rasgos<br />
particulares que deberían atraer la atención de cualquier estudioso<br />
de la <strong>cultura</strong>. El más importante es el «doble significado»<br />
del miembro sin marcar: éste, o bien representa la categoría<br />
completa, o bien una parte de ella, lo que queda después de que<br />
el miembro marcado la haya recortado. Así pues, el miembro<br />
sin marcar es indicativo de cierta categoría de entidades, pero<br />
no dice nada sobre la presencia o la ausencia de cierto rasgo cuya<br />
aparición recibe su significación del miembro marcado (dicho<br />
de otra forma, es neutral respecto a ese rasgo). Joseph H.<br />
Greenberg está fascinado por «la omnipresencia en el pensamiento<br />
humano de esta tendencia a tomar uno de los miembros<br />
de una categoría oposicional <strong>como</strong> sin marcar, de tal manera<br />
que representa toda la categoría o el miembro opuesto par excellence<br />
de la categoría marcada». 73 Tan fascinado está que llega a<br />
declarar que la oposición privativa es uno de los «universales<br />
del lenguaje» más pertinentes.<br />
* Aquellas oposiciones en las que un miembro de la oposición se caracteriza por<br />
la presencia de una marca distintiva, mientras que el otro se caracteriza por la ausencia<br />
de ésta. (N. del t.)<br />
w<br />
LA CULTURA COMO ESTRUCTURA 239<br />
Hay razones para asumir que la oposición entre «marcado<br />
y sin marcar», al ser mucho más una forma general de la actividad<br />
ordenadora humana que un mecanismo lingüístico específico,<br />
tiene un papel crucial en el funcionamiento de la <strong>cultura</strong><br />
en general y en sus dinámicas en particular. Por cierto, parece<br />
que este peculiar tipo de oposición ha fomentado el hecho<br />
de que generaciones de antropólogos hayan pasado por alto<br />
funciones distintivas de las entidades <strong>cultura</strong>les, viéndose inducidos<br />
a concentrarse en el análisis de elementos separados.<br />
Esto ha sido así porque, en razón de su propia naturaleza, la<br />
categoría sin marcar sólo revela su «ausencia de marcado»<br />
cuando se confronta deliberadamente con una marcada. Sin<br />
embargo, habitualmente no la percibimos en términos de distinción:<br />
para nosotros denota un estado de cosas universal<br />
«normal», una «norma» en el sentido estadístico cuya prevalencia<br />
inspira la premisa tácita de que debe haber algunas «necesidades<br />
humanas generales» que hacen necesaria e inevitable<br />
esa categoría en concreto sin marcar. Se trata de un fondo más<br />
que un rasgo distintivo. Teníamos un nombre especial para los<br />
«minivestidos», pero ninguno para el resto, los «vestidos-talcual».<br />
Estábamos dispuestos a admitir que los minivestidos distinguían<br />
de alguna forma a quienes se los ponían, que transmitían<br />
un mensaje específico, que estaban cargados de un valor<br />
simbólico determinado, etc. Sin embargo, paralelamente, a casi<br />
nadie se le ocurría que, desde que los «minivestidos» habían<br />
aparecido, lo mismo se podría decir de los «vestidos-tal-cual»;<br />
respecto a estos últimos, hemos permanecido convencidos de<br />
que cumplían una función puramente fisiológica (protección<br />
de la temperatura corporal) y, tal vez, también una vaga función<br />
moral, demasiado difusa y universal <strong>como</strong> para levantar<br />
sospechas sobre un carácter hipotéticamente sectario o discriminante.<br />
Los minivestidos tardaron algún tiempo en difundirse<br />
hasta el punto de convertirse en «normales», de transformarse<br />
en un nuevo fondo neutro y, en razón de esa misma frecuencia,