Zygmunt Bauman La cultura como praxis
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342 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />
[...] no se trata simplemente de desvelar los mecanismos que explican<br />
la existencia empírica y de predecir qué pasará. También<br />
es escapar de la camisa de fuerza de dicha existencia empírica y<br />
de su estrecho espectro de predicciones, para introducirnos en el<br />
espectro total de lo socialmente posible. Es decir, hay que asumir<br />
que el orden empíricamente fundado es sólo uno entre muchos<br />
posibles y que, por mucho que nos encontremos con él, no le debemos<br />
conceder un preeminencia indebida. [...] En la ciencia,<br />
no hay discusiones sobre la meta de la predicción, pero se nos antoja<br />
que sí debería haberlas acerca del tipo de pensamiento que<br />
siempre pregunta: «Dadas tales condiciones, ¿qué ocurrirá?», y<br />
nunca se interroga sobre: «¿Cuál es el espectro total de variaciones<br />
posibles y cuáles son las condiciones para obtener los diferentes<br />
estados del sistema que lo ocupan?». Se deben descubrir<br />
los mecanismos, para explicar y predecir, y también con el fin de<br />
abrir la gama de posibilidades para aquellos que quieran formar<br />
un orden social.<br />
<strong>La</strong> <strong>cultura</strong> es exclusiva del hombre en el sentido de que, entre<br />
todas las criaturas vivientes, es la única capaz de desafiar la<br />
realidad y pedir una significación, justicia, libertad y bondad<br />
más profundas, tanto individuales <strong>como</strong> colectivas. Así, las<br />
normas y los ideales no son los restos del pensamiento metafísico<br />
prerracional que cegaba al hombre ante las realidades de su<br />
condición. Por el contrario, ofrecen la única perspectiva que<br />
contempla dicha condición en tanto que realidad humana con<br />
dimensiones humanas. Sólo mediante la adopción y la apropiación<br />
de este punto de vista, la sociología podrá, además de ser<br />
una ciencia, ascender al nivel de las humanidades, con lo cual<br />
resolvería el viejo y aparentemente irresoluble dilema que la ha<br />
obsesionado y embrujado durante toda su historia.<br />
Entonces, y sólo entonces, la sociología podrá entrar en<br />
contacto directo con la <strong>praxis</strong> humana (la alternativa seguiría<br />
las líneas de la afirmación de Jules Henry: «En todas partes, las<br />
disciplinas humanas huyen de la humanidad de los seres hu-<br />
LA CULTURA COMO PRAXIS 343<br />
manos. Luego, obviamente, los seres humanos se alejarán de<br />
las disciplinas humanas»). <strong>La</strong> <strong>praxis</strong> no distingue entre el Ser<br />
que está «ahí fuera», poderoso y nada problemático, y el Debería<br />
que está «aquí dentro», débil y titubeante. Tampoco distingue<br />
entre el conocimiento, loable y digno de confianza, y el<br />
interés, tullido y vergonzoso. A través de la <strong>cultura</strong>, el hombre<br />
se encuentra en un estado de revuelta constante, una revuelta<br />
que es una acción y una experiencia humana, no una invención<br />
intelectual, y en la cual, tal <strong>como</strong> diría Albert Camus, el hombre<br />
satisface y crea sus propios valores. 116 En la medida en que<br />
la <strong>praxis</strong> humana retenga su naturaleza de revuelta sacrilega e<br />
intratable, las profecías casandristas de un mundo privado de<br />
significado se esfuman y pierden su impacto siniestro y paralizador.<br />
<strong>La</strong> falta de significado del universo no es más que un<br />
modo tortuoso de decir que la sociedad alienada forzaba al hombre<br />
a un servil sometimiento del derecho y la capacidad de conceder<br />
significado al mundo, las facultades que sólo él puede<br />
albergar. Un conocimiento humano que limite su tarea y su<br />
perspectiva a las de la ciencia positiva es culpable de apoyar y<br />
reforzar esta sumisión deshumanizadora.<br />
Tal <strong>como</strong> lo expresó Anatol Lunacharsky, marxista romántico<br />
y heterodoxo: 117<br />
Posiblemente Marx no podía ser un pensador cosmocéntrico,<br />
ya que para él la práctica humana era el único mundo real.<br />
[...] De hecho, la única cosa que realmente conocemos es la especie<br />
humana, cuya vida, latidos y energía en tensión sentimos<br />
dentro de nosotros. Ésa es para nosotros la fuerza que todo lo<br />
crea, la fuente de nuestro valor, la verdad, la belleza y la bondad<br />
vivas, así <strong>como</strong> su raíz.