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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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90 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

No es verdad que todos los valores y preceptos <strong>cultura</strong>les<br />

sean iguales por el simple hecho de que todos ellos han resultado<br />

elegidos en algún lugar y en alguna etapa histórica. En verdad,<br />

algunas soluciones <strong>cultura</strong>les son «más iguales que otras»,<br />

aunque no en el sentido que se le daba en su momento de respuestas<br />

endémicamente superiores a los problemas universales<br />

de la condición humana, sino sólo en el sentido de que, a diferencia<br />

de otras <strong>cultura</strong>s, están dispuestas a considerar su propia<br />

historicidad y contingencia y, consecuentemente, la posibilidad<br />

de comparación en condiciones de igualdad. Una <strong>cultura</strong> puede<br />

proclamarse superior en la medida en que está preparada para<br />

contemplar seriamente alternativas <strong>cultura</strong>les, tratarlas <strong>como</strong> participantes<br />

de un diálogo más que <strong>como</strong> recipientes pasivos de<br />

homilías monológicas, y <strong>como</strong> una fuente de enriquecimiento<br />

más que <strong>como</strong> una colección de curiosidades a la espera de censuras,<br />

entierros o confinamientos museísticos. <strong>La</strong> superioridad<br />

de tales soluciones <strong>cultura</strong>les reside precisamente en no considerar<br />

segura su propia superioridad sustantiva y en reconocerse<br />

a sí mismas <strong>como</strong> presencias contingentes, que, <strong>como</strong> todos los<br />

seres contingentes necesitan, además de justificarse en términos<br />

sustantivos, hacerlo en términos de valor ético. 35<br />

Todo esto es precisamente la característica de nuestra propia<br />

«tierra de frontera <strong>cultura</strong>l», liberal, democrática y, por encima<br />

de todo, tolerante. Es decir, lo es en la medida en que esta<br />

tierra continúe siendo liberal, democrática y tolerante, algo<br />

que tiene ciertas posibilidades de ocurrir, incluso bastantes posibilidades,<br />

al tratarse de una tierra de frontera. Ser liberal y democrático<br />

significa presentar una «actitud dialógica», que invita<br />

a pensar, abierta y hospitalariamente, en las fronteras <strong>como</strong><br />

en lugares de encuentro y de conversación amistosa, en lugar<br />

de en zonas de control donde se inspeccionan pasaportes, visados<br />

y declaraciones aduaneras. Significa ser inclusivo en vez de<br />

exclusivo, tratando a los otros <strong>como</strong> sujetos que hablan, asumiendo<br />

su derecho y su capacidad de hablar, al menos hasta<br />

r<br />

INTRODUCCIÓN 91<br />

que se pruebe lo contrario, y esperando que una nueva luz surja<br />

del ejercicio de ese derecho.<br />

Vivir en la frontera que habitamos, por elección o por necesidad,<br />

puede ser todo esto, pero no hay garantía alguna de<br />

que lo sea, no existe una «inevitabilidad histórica» al respecto.<br />

Se puede sufrir <strong>como</strong> se puede gozar de la multitud de voces.<br />

<strong>La</strong> confusión, la ambivalencia y la incertidumbre que la acompañan<br />

muestran que la vida en la frontera no es Jauja, y que<br />

puede inspirar indignación, vejación e ira. <strong>La</strong> frontera es un territorio<br />

de intercambio intenso, un terreno abonado para la tolerancia<br />

e incluso para el entendimiento mutuo, pero también<br />

la sede de perpetuas escaramuzas y riñas, así <strong>como</strong> suelo fértil<br />

para los sentimientos tribales y la xenofobia. <strong>La</strong> condición <strong>cultura</strong>l<br />

del tipo de la tierra de frontera resulta notoria por haberse<br />

singularizado a consecuencia de tendencias opuestas y recíprocamente<br />

hostiles, aún más difíciles de reconciliar por el hecho<br />

de haber surgido de una misma circunstancia.<br />

Qué tendencia prevalecerá finalmente es una pregunta abierta:<br />

guardémonos de las teorías que presumen de adelantarse a<br />

las opciones históricas. Se pueden acumular argumentos igualmente<br />

poderosos para apoyar la sombría perspectiva de un<br />

atrincheramiento comunitario y un silencio intercomunal, si no<br />

una vociferante hostilidad, o, por el contrario, para defender la<br />

probabilidad de una mayor difuminación de los límites <strong>cultura</strong>les.<br />

Sea cual sea el giro de los acontecimientos, sería bueno<br />

prestar atención a la advertencia de Michel Foucault: 36<br />

Lo bueno es algo que se consigue a través de la innovación.<br />

Lo bueno no existe <strong>como</strong> si tal cosa, en un cielo intemporal, con<br />

gente que serían <strong>como</strong> astrólogos del bien, cuyo oficio consistiría<br />

en determinar cuál es la naturaleza favorable de las estrellas. Nosotros<br />

definimos lo bueno, lo practicamos, lo inventamos. Y eso<br />

es una obra colectiva.

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