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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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340 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

co de la realidad, no <strong>como</strong> una rama autónoma, viable y bien<br />

fundada de conocimiento, sino, en el mejor de los casos, <strong>como</strong><br />

uno de los muchos objetos susceptibles de estudio positivo.<br />

Detectamos fácilmente en esta denigración intelectual de la<br />

<strong>cultura</strong> un reflejo mental de su degradación práctica. <strong>La</strong> desaparición<br />

de la imaginación sociológica, percibida con tristeza y<br />

angustia por Wright Mills, no es más que un complemento necesario<br />

de la realidad social que defiende con éxito sus propíos<br />

principios estructurales. Si se mantienen las herramientas de<br />

control más allá del alcance del ser humano, no es difícil disolver<br />

la llamada <strong>cultura</strong>l a la libertad, a la igualdad, a la defensa<br />

de la subjetividad en la santificación de las presuntas libertades,<br />

la justicia social y el individualismo espúreo de las instituciones<br />

existentes. Lo mismo ocurre con la postura <strong>cultura</strong>l en<br />

sí misma, el desafío al presente mirando hacia el futuro. <strong>La</strong><br />

franca alabanza del futuro se reduce a la adquisición de novedades,<br />

capturando, materializando, encapsulando y remachando<br />

el futuro en un presente ya realizado y finito. El estilo de<br />

modas a la deriva salpicando las inmediaciones superficiales<br />

del presente sustituye a la orientación de futuro de la norma<br />

<strong>cultura</strong>l dominante. Algunos autores copian a los hombresanuncio<br />

convirtiendo la patraña en creencia pública y llamando<br />

«shock futuro» a lo que no es más que la vaciedad, el tedio y<br />

la amorfía de un presente plano, abandonado y despojado de su<br />

<strong>cultura</strong> suministradora de significado. El resultado es «la inseguridad<br />

del progreso moderno que, extrañamente, no tiene ni<br />

pasado ni futuro y, por lo tanto, está obsesionado con la conformidad».<br />

114<br />

<strong>La</strong> <strong>cultura</strong> es la única faceta de la condición humana y de la<br />

vida en la cual el conocimiento de la realidad humana y el interés<br />

en el perfeccionamiento y la satisfacción propias se funden<br />

en una sola cosa. El conocimiento <strong>cultura</strong>l es el único que no se<br />

avergüenza de su partidismo y de su consiguiente sesgo. Es el<br />

único conocimiento lo suficientemente audaz para ofrecer al<br />

LA CULTURA COMO PRAXIS 341<br />

mundo su significado en lugar de aceptar crédulamente (o pretender<br />

que se acepta) que el significado está ahí fuera, prefabricado<br />

y completo, esperando ser descubierto y aprendido.<br />

Por lo tanto, la <strong>cultura</strong> es el enemigo natural de la alienación.<br />

Cuestiona constantemente la sabiduría, la serenidad y la autoridad<br />

atribuidas a lo Real.<br />

Luego, en nuestra opinión, en vez de considerar el papel de<br />

la <strong>cultura</strong> <strong>como</strong> una de las muchas categorías, u objetos, de la<br />

investigación sociológica, deberíamos más bien comprender<br />

el vasto espacio cognitivo que puede abrir en la sociología una<br />

postura <strong>cultura</strong>l, o culturológica. Asumir esa posición <strong>cultura</strong>l,<br />

que se presenta en buena medida <strong>como</strong> un préstamo de otras<br />

disciplinas y campos, no exige en absoluto el rechazo de la actitud<br />

que alienta la ciencia positiva. Pero sí implica desbordar<br />

el espectro de preguntas y herramientas metodológicas que ésta<br />

condesciende a legitimar. Sin cuestionar la búsqueda científica<br />

de la verdad, en tanto que correspondencia entre conocimiento<br />

y realidad, la postura <strong>cultura</strong>l se niega a aceptar la<br />

estrecha actitud de la ciencia positiva, que proclama que el único<br />

criterio de validación del conocimiento es la realidad sensible,<br />

realizada, «empírica» y accesible de la manera en que nos<br />

apropiamos del pasado. Al englobar también el futuro, entendido<br />

a través de su cualidad única de ser irreductible al pasado,<br />

la posición <strong>cultura</strong>l permite una multiplicidad de realidades.<br />

De la misma forma que las ciencias positivas se acercan al<br />

mundo real, el conjunto de universos que explora la posición<br />

<strong>cultura</strong>l también contiene mundos posibles, deseables, potenciales,<br />

anhelados e, incluso, improbables. Esta concepción de<br />

sociología se aproxima mucho a la sugerencia, más bien dubitativa<br />

eso sí, que hace siete años formuló Johan Galtung y que,<br />

desgraciadamente, tan poco atención ha merecido por parte de<br />

la disciplina. Su idea se refería a uno de los conceptos de los sociólogos:<br />

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