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Zygmunt Bauman La cultura como praxis

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150 LA CULTURA COMO PRAXIS<br />

aunque totalmente efectiva conveniencia de estirar el límite divisorio<br />

entre hombre y naturaleza al espacio que presuntamente<br />

separa la comunidad <strong>cultura</strong>l propia del resto del mundo,<br />

que comprende desde tigres hasta tribus con modos de vida<br />

incomprensibles e inescrutables. Con todo, esta solución continuaba<br />

siendo eficiente sólo mientras el grupo que la empleaba<br />

se mantenía autosuficiente, a saber, libre de no entrar en relaciones,<br />

normativamente pautadas y recíprocamente aceptadas,<br />

con extraños. En este último caso, la cuestión de la demarcación<br />

se traslada a otro campo, el que subyace al gran reparto<br />

que coloca a un lado todo lo que es humano y, al otro, todo<br />

lo que no lo es. Con la red de lazos regulares e institucionalizados<br />

propagándose por toda la oikoumene (la parte conocida<br />

del mundo habitable) en continua expansión, en un universo<br />

siempre cambiante y móvil, el hecho de establecer una frontera<br />

absoluta adquiere una importancia fundamental. El modo<br />

inductivo para enumerar los miembros aceptados en el club<br />

humano se habría antojado impracticable, al no poder conjurar<br />

futuras ambigüedades, con lo cual se exigió una respuesta absoluta,<br />

aplicable umversalmente. Con cierta naturalidad, en la<br />

época en que la territorialidad sustituyó al parentesco y la afinidad<br />

<strong>como</strong> criterio definitorio de los grupos humanos, se dio<br />

una pronunciada tendencia a situar la frontera en el espacio<br />

geográfico. De ahí, los famosos ubi leones (donde los leones) de<br />

la cartografía romana o Escila y Caribdis en la mitología griega.<br />

De ahí, también y por encima de todo, los monstruos ambiguos,<br />

semihumanos y terroríficos que empleaban los geógrafos antiguos<br />

y medievales para delinear los confines de la humanidad y,<br />

así, definirla. Los márgenes del mundo explorado se hallaban<br />

inevitablemente habitados por tales monstruos en los escritos de<br />

las máximas autoridades del momento: Plinio el Viejo, Pomponius<br />

Mela, Cayo Julio Solino Polyhistor, Isidoro de Sevilla, Alberto<br />

Magno, Vincent de Beauvais. <strong>La</strong>s fronteras del oikoumene<br />

en las Etimologías de Isidoro estaban cuajadas de temibles<br />

f<br />

LA CULTURA COMO CONCEPTO 151<br />

ogros, criaturas sin cabeza, con los ojos y la boca en el pecho,<br />

otras sin nariz, otras aún con labios inferiores enormemente<br />

protuberantes que les servían para esconderse mientras dormían,<br />

gárgolas con un pie mayor de lo normal sobre el cual podían<br />

descansar sin parar durante horas, o con bocas tan diminutas<br />

que sólo podían sorber líquidos mediante una caña. 74<br />

Todavía más repelentes y asombrosas eran las costumbres de<br />

estas rarezas diabólicas. Véase, por ejemplo, lo que dice Pedro<br />

el Mártir en su detallado relato sobre los Anthropophagi (Antropófagos):<br />

75<br />

[...] castran a todos los niños que capturan para engordarlos, tal<br />

<strong>como</strong> nosotros hacemos con los capones y con los lechones, y comérselos<br />

cuando estén bien nutridos. Cuando comen, empiezan<br />

por las entrañas y las extremidades, <strong>como</strong> las manos, pies, brazos,<br />

cuello y cabeza. <strong>La</strong>s partes con más carnes las almacenan, tal <strong>como</strong><br />

nosotros hacemos con el tocino, los jamones o la panceta. [... ]<br />

Mantienen a las mujeres jóvenes que capturan para que críen, tal<br />

<strong>como</strong> nosotros hacemos con las gallinas para que pongan huevos.<br />

Dos desarrollos paralelos condujeron al traslado de los esfuerzos<br />

para desplegar fronteras desde la dimensión espacial a<br />

la temporal: el primero consistía en la eliminación de los espacios<br />

en blanco en el mapa terráqueo, con la resultante escasez<br />

de tierras en las que a<strong>como</strong>dar seres fabulosos; el segundo era<br />

el surgimiento de una nueva conciencia de la historia y de su<br />

naturaleza unidireccional. En la época moderna, el Pitecanthropus,<br />

el Sinanthropus y el Australopitecus pasaron a ocupar<br />

e l lugar de los Anthropophagi. <strong>La</strong> intensidad de las conmociones<br />

y revuelos que generaban, sin comparación con otros temas<br />

científicos, sólo se puede explicar razonablemente teniendo en<br />

cuenta su latente función delimitadora. Fenomenológicamente,<br />

la noción genérica de <strong>cultura</strong> agrupa en la misma categoría a<br />

los Antropophagi y al Australopithecus. <strong>La</strong> atención continua

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